Ť Intensifica campaña para que su fundador entre al santoral a finales de este año
El Opus Dei busca acelerar canonización de Escrivá
Ť Su nueva sede, un edifico de 17 pisos en Manhattan valuado en 42 millones de dólares
DPA
Madrid, 10 de junio. Pese a la extraordinaria rapidez con la que se produjo la polémica beatificación de monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, sólo 17 años después de su muerte, el Opus Dei espera todavía que el Vaticano anuncie la canonización de su fundador, elevado a la gloria de los altares hace ya nueve años.
El sacerdote español, impulsor de una de las instituciones católicas más influyentes y controvertidas de la actualidad, fue proclamado beato por Juan Pablo II el 17 de mayo de 1992, en la misma ceremonia que Josefina Bakhita, una monja sudanesa que, adelantándose asombrosamente a Escrivá, fue canonizada en octubre pasado.
El que la "Madre Morenita" ya haya sido declarada santa y "el Padre" -como lo llamaban sus adeptos- todavía no, hace pensar a medios eclesiásticos en un retraso intencionado en la causa de monseñor, cuyo proceso de canonización, no exento de carácter político, cuenta con grandes recursos humanos y materiales.
Para que el Vaticano apruebe la canonización es necesario que se dé a conocer un milagro atribuido a la intercesión del beato. Según fuentes próximas a "la obra", la clave para hacer santo a Escrivá es un cirujano de Badajoz (España), Manuel Nevado, quien sin explicación científica se curó de una radiodermitis cancerosa, una grave enfermedad derivada del trabajo con rayos X.
Medios eclesiásticos opinan que la canonización de Escrivá podría ser anunciada antes de finales de este año, ya que en 2002 el Opus Dei celebrará el primer centenario del nacimiento de su fundador -el 9 de enero- con actos que se sucederán durante todo el año.
Según los mismos medios, el centenario, que viene siendo preparado desde hace años, podría ser interpretado como una campaña "opusdeísta" destinada a acelerar la canonización, lo cual resultaría contraproducente a efectos de la opinión pública, campo en el que "la obra", tachada de elitista y conservadora, tiene todavía mucho terreno por ganar.
A esto hay que unirle que Karol Wojtyla, el pontífice que más ha hecho por el Opus Dei (en latín "obra de Dios") desde su fundación en Madrid el 2 de octubre de 1928, se encuentra envejecido y enfermo, y seguramente no querrá dejar en manos de su sucesor la tarea de ratificar la entrada de Escrivá en el santoral.
Mientras tanto, va creciendo en todo el mundo la veneración al fundador de la primera y única "prelatura personal" de la Iglesia católica, que cuenta con más de 80 mil miembros, la mayoría laicos que se saludan en latín con "Pax in aeternum" y tratan de "buscar la santidad en medio del mundo", fin oficial del Opus.
El sacerdote tiene cada vez más iglesias, calles y escuelas dedicadas en varios continentes -incluso se dio su nombre a un pico en los Andes-, al tiempo que continúa aumentando el tiraje de sus libros de espiritualidad, de cuya obra principal, Camino, ya se han vendido más de cuatro millones de ejemplares en 40 idiomas.
El ex alcalde de Roma Franceso Rutelli inauguró personalmente una calle dedicada a Escrivá en el moderno barrio del EUR de la capital italiana. Como ésta, son muchas las ciudades que dedicaron una vía pública al fundador, tales como Palermo, Santiago de Chile, Manila o su natal Barbastro.
En Washington, por ejemplo, Escrivá tiene una capilla pública a pocas manzanas de la Casa Blanca. Es Estados Unidos uno de los países en los que más se está sintiendo el crecimeinto del Opus Dei, tal como muestra su nueva sede, un edificio de 17 pisos en Manhattan valuado en 42 millones de dólares, o el reciente nombramiento de uno de sus sacerdotes como obispo auxiliar de Denver.