LUNES Ť 11 Ť JUNIO Ť 2001

Ť León Bendesky

Instintos políticos

La propuesta del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sobre los impuestos plantea un debate interesante que va más allá de la situación particular de ese país. A primera vista, a la izquierda le parece absurdo el planteamiento de tener dos tasas impositivas para el ingreso de las personas físicas, pues lo consideran contrario al principio de progresividad que debe tener el régimen tributario para hacer que paguen más quienes más ganan. Y, sin embargo, puede ser que los instintos no se hayan adaptado lo suficiente a las condiciones que tienen hoy los impuestos en algunos países.

Pensemos en el caso de México a partir de dicha propuesta. Aquí, el debate sobre la reforma tributaria presentada por el gobierno sigue atada a esos instintos básicos de la izquierda y también los de la derecha, y a prácticas políticas que son cada vez más rígidas. En primer lugar no debe perderse de vista que la discusión generada por el secretario de política económica y ocupación del PSOE, Jordi Sevilla, se refiere a los impuestos sobre la renta de las personas físicas. Este es un tema central. Es en el impuesto a las personas en donde el fisco pierde una parte grande de la recaudación que debería realizar. Esto ocurre porque muchos de esos ingresos no se gravan, o sea, no son objeto del impuesto, o bien, porque existe toda una serie de artificios fiscales y contables para eludirlos. La cuestión se refiere no sólo a las tasas que se aplican, el problema está esencialmente en la base del impuesto, es decir, en los rubros que lo causan y en las muy diversas formas en que se elude la tributación. Eso no significa que no haya grandes agujeros en la parte del impuesto a las empresas que deben ser tapados y aumentar así los ingresos del Estado.

Si concentramos nuestra atención en los impuestos al ingreso de las personas podemos seguir una de las distinciones que plantea Sevilla, y que tiene que ver con los instrumentos y los objetivos. No olvidemos que el principal objetivo del sistema tributario es la recaudación, mismo que está estrechamente ligado con el uso que da el Estado a esos recursos. Son los instrumentos los que pueden generar una mayor fuente de ingresos al fisco y la equidad en el pago de los impuestos en función del ingreso que se tiene. Hoy, la progresividad existente del ISR de las personas físicas no garantiza la recaudación y mucho menos la equidad, o sea, tanto los recursos suficientes para el necesario gasto público y el que paguen los que tienen que pagar. Así, una propuesta radical debe empezar por afirmar la aplicación del principio que tienen que acumularse todos los ingresos de las personas para el cálculo de los impuestos. Y eso despeja la discusión sobre cuántas tasas se aplican y qué monto del ingreso puede quedar exento del impuesto.

Este sería un buen punto de partida, incluso si se quiere plantear el asunto en términos ideológicos, cosa que, por cierto, no debería dar pena y, sobre todo, no confundir a la izquierda mexicana. Pero en este aspecto coincido con Sevilla en que las posiciones al respecto no pueden plantearse en función de un purismo ideológico, o lo que él llamó un izquierdómetro que pueda señalar quién tiene el título y la representatividad de lo que es o no es progresista políticamente. No nos enredemos con estas cosas. En Estados Unidos, Bush quiere bajar los impuestos y no sólo se oponen algunos economistas que aun siendo de la corriente principal se han vuelto críticos, como es el caso de Joseph Stiglitz, sino que empresarios como Soros advierten que los ricos no deben pagar proporcionalmente menos que los más pobres. En México, Fox quiere reducir también la tasa del impuesto a la renta de los más altos ingresos y Carlos Slim le responde en el mismo sentido de que debe gravarse a las rentas más altas. Y queda el tema de los impuestos al patrimonio, planteado ya por el PSOE y que no debería quedar fuera de las contrapropuestas a la iniciativa de reforma de Fox. Ya no estamos en Kansas como ocurrió en El mago de Oz, y se deben advertir las nuevas alianzas posibles para echar hacia delante aspectos particulares de una nueva política de izquierda que no le quede grande a un partido como el PRD, que tiene ya de por sí una muy disminuida presencia en el Congreso, o incluso a una fracción del PRI.

La disputa sobre la reforma tributaria es una buena oportunidad para pasar por otra de las puertas abiertas por Sevilla en el PSOE. El debate político y de ideas es hoy acerca de cómo se van a pagar más impuestos y quiénes los van a pagar. Es acerca de cómo elevar de manera efectiva la capacidad de recaudación del Estado y de manera inmediata la cuestión de cómo se van a gastar esos recursos en la sociedad, hablamos de nuevo de las leyes, las reglas y las instituciones. El ámbito del debate debe salirse de la camisa de fuerza en la que lo ha metido a propósito el gobierno y que se concentra en el IVA, con eso se va precisamente en contra del carácter de integral que requiere la reforma fiscal en el país. Además, no debe confundirse la naturaleza política de la reforma con su parte técnica. Una vez definidos los contenidos políticos, los técnicos deben adaptar el régimen de los impuestos para satisfacerlos, ése es su trabajo y no la definición de las orientaciones de la reforma. No es claro ahora que el propio gobierno de Fox con su secretario de Hacienda ni el Congreso mismo estén a la altura de una verdadera reforma, y puede ocurrir que esta misma los arrastre junto con los partidos en su avalancha, como le ocurrió a la flor de azalea en el clásico bolero.