Jornada Semanal,  10 de junio del 2001 
 Enrico Arosio

El New York Times de Renzo Piano

 
Para el nuevo edificio que albergará a uno de los diarios más importantes del mundo, Renzo Piano, el arquitecto que ganó un muy disputado concurso, propuso “inmaterialidad y transparencia, las cualidades de la información en la era de los nuevos medios”. Al hermetismo, cerrazón y egoísmo percibidos en Manhattan, Piano quiso oponer una torre “que respirara a través de su propia transparencia”. De esto y otros tópicos arquitectónicos, semánticos y urbanísticos habla Enrico Arosio en este breve y sustancioso ensayo.
 

En 1992, Renzo Piano ganó el concurso para la reconstrucción de la Alexanderplatz y del barrio a su alrededor, situado en la Berlín oriental destruida por la guerra. Los trabajos duraron seis años y culminaron en su inauguración en 1998, como lo reseñamos el 24 de enero de 1999, en el número 203 de este suplemento. En 2000, el arquitecto italiano ganó el concurso para la construcción del New York Times: una torre de cuarenta y cinco pisos y ciento cincuenta mil metros cuadrados, que acogerá a mil periodistas de uno de los diarios más importantes del mundo. Renzo Piano quiere que sea transparente...

En el curso del jueves 12 de octubre de 2000, cuando Michael Golden, vicepresidente de la New York Times Company y editor del New York Times, pronunció el nombre de Renzo Piano en la histórica sede de la Calle 43, Manhattan vivió un momento especial; y con Manhattan, la arquitectura contemporánea y la cultura italiana. Por lo menos son tres las razones que es oportuno recordar, en un país como Italia, tan dispuesto a autolesionarse y denigrarse incluso de manera descompuesta y bufonesca.

Primero. Un italiano, y no un anglosajón, se adjudica el concurso para construir la nueva Timer Tower, venciendo a tres de los máximos protagonistas de la escena mundial, por calidad, prestigio intelectual e influencia: Frank O. Gehry (Guggenheim, Bilbao), Norman Foster (Reichstag, Berlín) y Cesar Pelli (Petronas Towers, Kuala Lumpur.)

Segundo. El voto del jurado fue unánime: de Michael Golden y Janet por parte del editor; de Herbert Muschamp, crítico de arquitectura, por la redacción; de dos urbanistas de la ciudad y del estado de New York, y dos representantes de Forest City Ratner, la compañía constructora.

Tercero. Según filtraciones, Foster y Pelli estaban ya fuera de juego después de la primera fase del concurso, y el titán neoexpresionista Gehry, el arquitecto mas trendy en el mundo durante el decenio 1990-2000, se retiró de manera sorpresiva del certamen una semana antes del veredicto, al parecer por las presiones de su socia, la poderosa Skidmore, Owings & Merril, es decir, la que desde hace cuarenta años es la multinacional tout court de los rascacielos para oficinas made in USA. Además, sólo después de la victoria el Renzo Piano Building se asoció con el estudio neoyorquino Fox & Fowle.

Pero no se trata sólo de la neoconquista de un neoverrazzano. Es una hermosa noticia para toda la cultura que el más blasonado diario del mundo tenga un papel protagónico en el debate arquitectónico. Hubiera podido limitarse a la operación inmobiliaria (un negocio de trescientos millones de dólares), lo que en Manhattan suele ser la regla. En este sentido, se trata también de la victoria personal también de Herbert Muschamp, un crítico muy influyente. Mientras tanto, Piano ve premiado un proyecto innovador en varios aspectos; incluso la palabra “sacrílego” fue pronunciada varias veces en las reuniones neoyorquinas decisivas del 10 y el 24 de septiembre.

El arquitecto genovés ha derribado la distribución funcional de la office tower americana, modelo considerado inatacable. No habrá un núcleo central de servicios, energía, transportes, rodeado de las funciones nobles con vista al exterior, expuestas a la luz y al paisaje de Manhattan. En cada piso, el núcleo central, hacia el corazón del edificio, está dedicado al trabajo de redacción (“hoy –dice Piano– la computadora es la ventana del periodista”), en un espacio abierto articulado sobre la red de las videoterminales; todas las actividades comunes, de convivencia, de documentación y de relación entre las oficinas tienen vista hacia el exterior, hacia la luz. En fin, el skyline de Nueva York está dirigido a la interacción con los demás y ya no al trabajo de la computadora (que tiene como enemigo natural a la luz). Esta es la primera invención sacrílega de Piano.

La segunda concierne al tema de la representación. La semántica. Es decir, de qué manera el cotidiano más grande del mundo escoge representarse. “Un banco –explica el autor del Beauburg–, tiene columnas, mármoles, formas monumentales para expresar poder, confiabilidad, protección. Pero ¿un gran periódico, al inicio del siglo XXI? Yo propuse inmaterialidad y transparencia, las cualidades de la información en la era de los nuevos medios. En Manhattan las torres son con frecuencia criaturas arrogantes, herméticas, inclusive cerradas y egoístas. Yo quería una torre que respirara a través de su propia transparencia.”

¿Qué quiere decir Piano? En los rascacielos de Manhattan, ochenta y cinco por ciento de la energía consumida sirve para enfriar al organismo entero en el que trabajan miles de personas. Para la nueva sede del New York Times, situada en el cruce entre la Octava Avenida y las calles 40 y 41, está prevista una torre de cuarenta y cinco pisos, de más de doscientos metros de altura y ciento cincuenta mil metros cuadrados de superficie, donde trabajarán unos mil periodistas.

Desde hace treinta años, los rascacielos están cubiertos con vitrales coloreados o de espejo. Piano, puede afirmarse, quita al rascacielos los “Ray-Ban”. Entre paredes de vidrio natural de alta luminosidad, el nuevo Times estará cubierto por una especie de jaula ligera hecha con tubulares de cerámica. “Imaginemos –dice el arquitecto– una gigantesca veneciana de cerámica blanca que sube a lo largo del edificio a una distancia de dos palmos de vidrio. Gracias a sus índices de absorción térmica y luminosa, permitirá ahorrar más de treinta por ciento de la energía. Sólo a la altura de las propias ventanas se interrumpe. Dará al edificio una transparencia vibrátil, cambiando de color según el tiempo. Lo hará respirar, a gran altura incluso cantar, por el efecto del viento.”

En la cumbre, en el vértice de una larga serie sobrepuesta de plazas (los espacios abiertos a los que se aludió) de treinta por sesenta metros, está previsto un gran jardín. Al pie de la torre, que señala el regreso de Piano a la forma geométrica pura, está el pódium, un paralelepípedo que se extiende horizontalmente. La primera de las grandes plazas se ubica en la planta baja. Será la entrada, pero también un espacio vivo en la ciudad, con teatro, bar, restaurantes, un museo, y probablemente una escultura de Rauschenberg. Sin embargo, para defender la idea de esta entrada abierta, Piano tendrá que dar batalla. El tema de la seguridad, en un lugar de alta densidad simbólica como el New York Times, se vuelve crucial. Todos recuerdan el atentado de los terroristas islámicos a las Twin Towers. Está por verse si la seguridad y la transparencia son compatibles, si la tolerancia cero funciona con la gran arquitectura.

Traducción de Annunziata Rossi