SABADO Ť 9 Ť JUNIO Ť 2001

Miguel Concha

Más allá de la infamia

Hace unos días se presentó en México el Informe 2001 de Amnistía Internacional (AI), que con la autorización del autor recoge significativamente en la portada la frase "Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible", del escritor uruguayo Eduardo Galeano, en su obra Patas arriba. Al cumplir 40 años de su fundación, la organización no únicamente da cuenta, objetiva y responsablemente, como cada año, de la situación de los derechos humanos durante el año 2000, en los 149 países y territorios en que está presente -entre ellos, desde luego, México-, sino que informa que durante todo este tiempo sus miembros y suscriptores, que han llegado a ser más de un millón en todo el mundo, han trabajado a favor de más de 45 mil víctimas de violaciones graves a los derechos humanos (presos de conciencia; torturas, desapariciones, homicidios políticos y ejecuciones), y que desde 1973 ha divulgado 16 mil 600 llamamientos urgentes a favor de hombres, mujeres y niños que corrían algún peligro. En aproximadamente un tercio, se llegó a tener noticia de algún tipo de mejoramiento en la situación de las personas citadas en ellos. Pero quizás lo más importante de este Informe 2001 es que se incluye un estupendo prólogo de Pierre Sané, quien este año también deja su cargo como secretario general, luego de casi 10 fructíferos años al frente de la institución, en el que con el fin de preparar los retos que se plantearán en el futuro, reflexiona sobre el pasado reciente y anuncia que en la reunión del Consejo Internacional, los miembros de AI "debatirán las formas en que la organización puede incrementar su labor en relación con los derechos sociales, económicos y culturales". De allí, pienso, la importancia de la frase de Galeano en la portada del Informe 2001.

Para Pierre Sané, con razón, la indivisibilidad de los derechos humanos no es una abstracción, pues el contexto que da lugar a sus violaciones es siempre complejo y no puede disociarse de cuestiones como la riqueza y la condición social, la injusticia y la impunidad. Es más, recuerda, en la mente de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue inseparable la liberación del ser humano del temor y de la miseria. Por ello hay que seguir poniendo la atención en la víctima individual, con el fin de articular lo que significa la indivisibilidad en la vida real, pero también en ésta, porque la rendición de cuentas se extiende más allá del agente de policía que blande su cachiporra, incluso más allá de sus jefes políticos, pues llega hasta "todos los que se benefician de la desigualdad".

Para Pierre Sané, como para muchos, el Muro de Berlín pudo haberse venido abajo, pero no así los muros de la pobreza, la intolerancia y la hipocresía, y por ello de ninguna manera representa "el final de la historia". Y la actual globalización, que Sané describe como la difusión de la economía de libre mercado, de los sistemas políticos pluralistas y del cambio tecnológico, ha venido evidentemente "acompañada del enriquecimiento de algunos, pero también de la miseria y el desamparo de muchos otros".

"El capital siempre ha sido móvil -expresa Sané-; lo que ha cambiado es que la dependencia de las corporaciones respecto de los Estados nacionales se ha vuelto cada vez menos importante. Paralelamente a la concentración de la riqueza en manos de corporaciones multinacionales, se ha producido un incremento del poder de las instituciones económicas mundiales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio". Por ello el desarrollo del trabajo de Amnistía Internacional sobre los derechos socio-económicos y los agentes económicos, que saludamos con esperanza, "está marcado por un sentido de urgencia".

"La pobreza, el hambre y la falta de vivienda -asienta- no son inevitables. El mundo tiene recursos para superarlos si logramos generar la voluntad política necesaria. Puede que la utopía no esté a nuestro alcance, pero el cambio positivo sí lo está".

Para Sané la labor de los defensores de los derechos humanos en este marco será aún más necesaria. Felizmente, a nivel mundial se está desarrollando un movimiento social de solidaridad para hacer frente al impacto negativo de la globalización. "Amnistía Internacional -promete- contribuirá de la mejor forma a este esfuerzo".