Ť La Máquina tardó en afinar su mecanismo, pero logró debilitar a la muralla argentina
El Cruz Azul volvió a brillar; 2-0 a Rosario Central en la Libertadores
Ť Jose Cardozo y Francisco Palencia los autores de las anotaciones
MIGUEL ANGEL RAMIREZ
Se buscó que La Máquina transitara en sentido contrario, meterla en un callejón sin salida, pero Rosario Central no logró todo el éxito deseado ayer en el estadio Azteca.
Cruz Azul no deberá depender de la ayuda divina en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa Libertadores. Se va a Argentina con un favorable 2-0 bien guardado en la maleta.
El elíxir de su vida ayer para los argentinos fue perder la mayor cantidad de tiempo posible; meter a los cementeros en un arcón de frustraciones al ver que no podían imprimir el ritmo deseado en el encuentro.
No se cumplían ni los primeros 10 minutos del juego,
cuando el técnico José Luis Trejo, desde la banca, y sus
pupilos en la cancha, le reclamaban constantemente al árbitro peruano
Gilberto Hidalgo por permitir la marrullerías de los visitantes.
Darío Marra recibió una amonestación
por tal actitud, pero su compañero Ezequiel González cumplió
su criticable misión, al propiciar que entrara la asistencia por
un supuesto golpe en una pierna y aliviarse mágicamente apenas salió
de la cancha en camilla.
Los cementeros sufrieron para afinar su mecanismo. Sin embargo, consiguieron que el público (que ahora no abarrotó el Azteca como contra River Plate la semana pasada) abandonará en más de una ocasión su asiento por la emoción.
Una vez más el árbitro
José Cardozo cruzó de más un remate al minuto 4, y al 17 primero estrelló el balón en la humanidad del portero Laureano Tombolini y en el contrarremate lo hizo en el poste derecho de la meta sudamericana.
Con el "!duro, duro!" se estremeció el coloso de Santa Ursula. Aunque quien después sintió lo duro y tupido fue el silbante, ya que no marcó una descarada patada que Liber Ernesto Vespa le asestó a Julio César Pinheiro, y los aficionados se le reclamaron de todas formas.
Pese a renunciar prácticamente al ataque, a los argentinos se les presentó la ocasión para inaugurar el tanteador. Al minuto 33, Sergio Almaguer rebanó el balón en su intento por despejar dentro del área; éste le cayó a Juan Antonio Pizzi, quien elevó mucho su remate al enfrentar al portero Oscar Pérez.
Tres minutos después, al 36, Cardozo no siguió los pasos de Pizzi, para fortuna de los anfitriones. Por el sector derecho, Matute Morales soportó una falta, pero alcanzó a pasar la pelota a Francisco Palencia, quien en los linderos del área la filtró magistralmente para Cardozo, que cruzó acertadamente el tiro, para el 1-0.
La muralla visitante se debilitó y por poco se derrumba. La salvó el silbatazo para el descanso, pues Pinheiro estrelló el balón en el poste izquierdo y la presión azul crecía como la espuma.
En el arranque del complemento, La Máquina demostró que no le hizo bien el descanso; se enfrió y volvió a tardar en carburar. Su toque impreciso y el no llevar a buen puerto sus avances no era lo esperado por el público.
Rosario Central, en cambio, estaba en lo suyo con sus intrascendentes pases laterales e intentos por guardar la pelota el mayor tiempo posible.
Adomaitis a la carga
Pero el azul volvió a brillar. Los celestes arriesgaron más con la entrada de Héctor Adomaitis con el zaguero Norberto Angeles, y al 74 levantaron buena cosecha.
Adomaitis mandó un centro directamente al área por la banda derecha; Pinheiro remató infame, pero la buena noticia fue que le cometieron una falta a Cardozo. Penal que Palencia se encargó de concretar engañando al portero con un tiro al centro.
La ventaja de 2-0 ya no pudo aumentar, pese a la presión cementera. Lo único que consiguió fue terminar con un elemento más, por la expulsión de David Pérez en la agonía del trámite, luego de detener ilícitamente a Adomaitis.
Tras el silbatazo final, algunos jugadores del Cruz Azul y el técnico José Luis Trejo fueron en busca del árbitro al centro de la cancha para reclamarle por su desempeño y porque consideraron que agregar tres minutos era indecente, luego de todo lo que se perdió con los falsos dolores de los sudamericanos y lo que demoraban para poner el balón en juego.
Hubo intercambio de insultos con los sudamericanos y empujones, pero no pasó a mayores.
Rosario Central resultó un rival bastante incómodo, pero no fue la banda que le robara la felicidad a los soñadores aficionados cruzazulinos.