VIERNES Ť 8 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Se conjugan el cine de Hitchcock, el teatro y el canto

Brilló la voz de Eugenia León en el estreno de Concierto negro

ARTURO CRUZ BARCENAS

Brilló Eugenia León en el estreno de Concierto negro (el pasado miércoles), puesta en escena de Jesusa Rodríguez, en la que se combinan la voz y la actuación de la cantante, el cine de Alfred Hitchcock y el teatro en sí; son tres lenguajes que muestran la visión abigarrada de Jesusa en torno del arte, en el ambiente de tolerancia de un cabaret como El Hábito.

La víspera, todos estaban nerviosos y no faltó quien expresara el deseo de posponer la apertura de la temporada. A eso de las nueve de la noche, el bar ya se hallaba casi lleno. Por ahí andaba Sasha Sokol, hermosa y repartiendo sonrisas entre sus amigos; Martha Lamas, con sus lentes de marco oscuro; Julieta Bracho, Denise Maerker, de CNI Noticias.

Primera llamada... segunda... tercera, "¡comenzamos!", dijo Chucha, quien lucía un vestido negro de una pieza. Apareció Eugenia con un vestido rojo, medias de tentación, de esas de cuadritos, que las mujeres de hoy casi no usan; pelirroja, labios con carmesí; lo femenino a flor de piel. Las notas de Envidia provocaron el primer aplauso.

no hay ladronEl mayordomo, el sospechoso sempiterno, personaje central en las novelas de misterio, de suspenso, de terror, policiacas, desde las obras de Wilkie Collins, pasando por las de Raymond Chandler, Simenon, la bruja tramposa de Aga-tha Christie, etcétera, dio unos pasos y dijo llamarse Al. Ubicó la historia hacia 1950. De ahí la escenografía: austera pero directa: un radio de esos de bulbos, banda ancha, mueblezote; una caja fuerte de combinación inexpugnable inclusive para Fantomas.

Y un piano en el que el alcohólico esposo de Carlota Valdez (Eugenia) tocará cuantas veces a ella le dé la gana. El músico ya sólo deleita a su pareja desde el punto de vista de las teclas; se llevan mal y se ofenden. Entre palabras que duelen por irónicas, cáusticas, ácidas, la cantante que olvida las letras de los temas interpretará La tirana. El drama del declive de la relación marital crece con la forma de interpretación de Eugenia. Es el reproche mutuo. Tú eres el culpable de nuestro fracaso. "Según tu punto de vista, yo soy la mala... la gran tirana." Es la separación de los amantes, que Carusso explicó como una desgarradura.

La obra se vuelve un protocolo de simulaciones, y la guapa Carlota sufre problemas de memoria. La consuela el mayordomo con una frase de esas que sólo ellos pueden expresar: "Los nombres alemanes y rusos sólo pueden recordarlos los húngaros".

En la pantalla, fragmentos de las película de Hitchcock refuerzan de manera sorprendente el contenido letrístico de las interpretaciones de León, y a la historia misma en el escenario, el fracaso sentimental de Carlota y el pianista. "Es un matrimonio sin educación sentimental", lamenta el mayordomo, en alusión no explícita del hallazgo de Flaubert.

Se escucha Arráncame la vida, la inmortal del maestro Agustín Lara. En la pantalla, escenas de cama, senos turgentes, vivos, retando la gravedad terrestre. La lascivia y lo lividinoso. Los ojos casi fuera de las órbitas; el deseo y la saliva cayendo desde las comisuras labiales. Las venas a punto de estallar y la respiración agitada de la supuesta víctima a la que el Mago del Suspenso ha hecho jadear, en una mezcla de deseo y miedo, de erotismo y terror. A punto de ser amada, la bella es ahorcada, ¿por qué? Porque el único crimen que puede explicarse es el pasional (Sabina dixit).

"Ya me queda poco tiempo y este amor no tiene fin", canta Eugenia, o Carlota Valdez, quien para esa hora ya tiene un vestido rojo sangre. Una pausa, y la cantante se cambia para ir de compras. Regresa del shopping con una serie de Cavanagh hats. El terror y lo humorístico se tocan; los separa un delgado hilo. Reclama el pianista a Eugenia que su interpretación sea cada vez más falsa, pues canta temas de amor, de pasión, y en su vida real no hay nada de eso, tan sólo un vacío, un nada que valga la pena.

"Pues, aunque no quieras, vas a tocar para que ensayemos la de Bésame mucho!", dice Carlota. El mayordomo asevera que todas las mujeres son iguales, como lo establece la Declaración de los Derechos Humanos. En pantalla, escenas de El hombre que sabía demasiado. Doris Day hace el ridículo en la idea teatral de Jesusa. Se sustituyen unos subtítulos y Doris dice algo a modo de este Concierto negro.

Sube la tanguera Malena Irigoyen (Liliana Felipe), quien cantará a dúo con Carlota. Llueve y una gotera deja un charquito a un lado del escenario.

Concierto negro seguirá todos los miércoles de junio y julio, pero podría extenderse. Hasta que el público quiera. Comienza a las nueve de la noche; entrada: 200 pesos.