VIERNES Ť 8 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Canciones desde el segundo piso, del realizador sueco, se estrena hoy en la Cineteca Nacional

En la pintura es común cambiar; en el cine es muy caro: Andersson

Ť Revela el entorno del filme que el ser humano es vulnerable y sus sueños están lejos de cumplirse, dice el realizador Ť Aspiro a la perfección para luego destruirla un poquito

LEONARDO GARCIA TSAO

La película sueca Canciones desde el segundo piso, de Roy Andersson, fue una de las revelaciones de Cannes el año pasado, así como de la Muestra de la Cineteca en noviembre pasado. Durante el festival de Palm Springs, a principios de año, tuve la oportunidad de entrevistar a Andersson, un hombre jovial, de risa fácil, que no parece cercano a cumplir los 60 años. Asombrado por la cantidad de e-mails que recibió por parte de admiradores mexicanos, el realizador se mostró complacido de que la película se exhibiera en nuestro país.

-¿Cómo surge el proyecto de Canciones desde el segundo piso?

SONGS-Algunas ideas las estuve desarrollando desde hace veinte años. Pero tuve problemas para conseguir dinero. Quise filmarla desde hace diez años pero fue rechazada por el Instituto de Cine Sueco. Otro problema fue que mi segundo largometraje, Gillap (1975), fue un gran fracaso y me quedé en la calle.

-Desde entonces estuvo filmando comerciales y cortometrajes...

-Sí, me salvaron y ayudaron a pagar todas mis deudas. Por un tiempo, sólo las agencias publicitarias estaban interesadas en mi trabajo, así que hice muchos comerciales, algunos de ellos muy exitosos y hasta premiados. Una vez pagada mi deuda quise tener mi propio equipo; entonces trabajé para formar mi propia compañía de producción y volverme más libre. Así que finalmente tuve la posibilidad de iniciar el proyecto de Canciones... con mi propio dinero. Los primeros quince minutos los pude financiar yo solo; con la ayuda de ese material para ilustrar el guión, pude conseguir más recursos.

El punto de vista óptimo

-No es una película fácil de producir...

-Creo que fue una suerte ser mi propio productor. Un productor comercial nunca hubiera entendido la importancia de tener la posición ideal de la cámara y otras minucias. Porque aspiro a la perfección para luego destruirla un poquito, ese es el proceso de búsqueda.

Hacer la película tomó tres años y medio. El rodaje no fue tan extenso sino la construcción de la escenografía. Hay muy pocas locaciones pues la mayor parte de las secuencias están filmadas en sets. Construimos 42 sets. También hicimos muchos ensayos para poder encontrar ese punto de vista óptimo. Ensayamos con los extras para probar el ritmo, la coreografía, los colores. Además hice bocetos y collages para que mis colaboradores visualizaran mis ideas.

-La cámara de hecho no se mueve nunca salvo cuando está montada en un vehículo. Y usa siempre una lente gran angular, lo cual le da un aspecto muy especial.

-Sí, pensé no mover la cámara si no era necesario. En los inicios de mi carrera hice películas como los demás, con paneos, dollies, intercortes, etc. Y en mi realización de comerciales encontré este estilo. El crítico francés André Bazin plan-teaba que lo más honesto es no manipular al espectador sino dejar que él mismo descubra lo importante en una película. Así se vuelve más activo. Y por ello, el uso de la profundidad de foco, el tratar de enriquecer la imagen.

-¿Se descartó algún episodio para la versión final?

16af2.jpgNo, sólo deseché una escena que no me gustaba pero luego incorporé algunos de sus diálogos a otras escenas. Por lo general, las volvía a filmar hasta que me satisfacían. Por ejemplo, filmamos tres veces la secuencia del incendio de la tienda de muebles mientras se ve pasar atrás una procesión. Pensamos que había quedado bien y destruimos el set; ya ensamblado no me gustó el resultado, lo que nos obligó a volver a construirlo y filmar... tres veces. En la pintura es común cambiar de idea y rehacer; pero en el cine eso es muy caro. Me las arreglé para trabajar como un pintor: cambiar posiciones, colores, perspectiva sobre la marcha.

-¿Cuál fue el costo de la película?

-48 millones de coronas suecas, que equivale a 4.8 millones de dólares. Para una película sueca es un poco más caro que el promedio. Pero en Hollywood es una bicoca. Usamos casi 100 mil metros de negativo en 35 milímetros porque además hicimos muchas pruebas para los colores.

-Muchos críticos, yo incluido, han encontrado en Canciones... la influencia de Buñuel. Hay esa mirada iconoclasta con algo de surrealismo e irreverencia.

-No me siento muy afín con el surrealismo, sino más bien con el expresionismo. Si hay una semejanza con Buñuel es la idea de parálisis, de que la gente se encuentra atorada en un sitio, como en El ángel exterminador.

En mi película, la imagen del embotellamiento de tráfico es una metáfora, claro, de un sistema de valores, de una forma de vida.

Mi más importante fuente de inspiración es la pintura. En el uso del formato ancho me siento influido por El Bosco y Brueghel. En cuanto a pintores modernos me gustan los pintores como Otto Dix, que es también algo grotesco y pinta al hombre en su entorno. Y dentro de la corriente realista admiro mucho a un pintor ruso poco conocido llamado Ilya Repin, que ha influido bastante a Tarkovski. Igual se puede reconocer la influencia de algunas películas...

"El cine es mejor que la vida"

-Hay momentos que me recuerdan el humor negro de Monty Python.

-Sí, pero en mi opinión el humor de Monty Python es un poco exagerado, muestra su juego. Me gusta más cuando el espectador no está seguro de qué trata el juego.

-Canciones... pinta un retrato bastante terrible sobre la sociedad moderna.

-Por tradición, el cine es la fábrica de los sueños, es mejor que la vida, etc. y quise decir algo diferente. Mi filosofía es describir al hombre en su entorno, que éste revele algo verdadero sobre nuestras ambiciones, sistema de valores, modo de vida. El entorno en la película revela que el ser humano es vulnerable y sus sueños están tan lejos de cumplirse; utilizamos mal nuestros recursos, la gente es humillada y explotada. Pero aún los líderes son figuras tristes, por eso aparecen muchos personajes en posiciones de liderazgo que también están perdidos y estancados en algo.

-La primera escena de Canciones... es precisamente eso: un jefe en una máquina para asolearse pero que parece más bien un ataúd.

-Esa escena la bauticé El oráculo en el solario (ríe).

-Aunque la película está construida con viñetas, están entrelazadas de tal manera que se va acumulando un todo coherente.

-Es una forma de contar historias por asociaciones. Ya estaba cansado de la dramaturgia normal, de la fórmula aristotélica. En Suecia uno puede ver televisión y hacer zapping entre los diferentes canales, y la impresión es que se trata de la misma película. Veinte canales y todos se ven igual. Quise ir a la contra de eso. Pero el resultado es más timorato de lo que había calculado.

-Varias de sus imágenes podrían considerarse blasfemas.

-Me crié como protestante pero no soy una persona religiosa. Confieso que soy algo religioso pero no en cuanto a una institución. Me gustan las doctrinas de Cristo como enseñanza moral. Y lo que ataco en la película es el lado superficial, institucional de la religión. Claro que es blasfema, es algo que he intentado desde mis cortos.

-La película es muy provocadora. Mucha gente abandona la proyección.

-En Suecia, algunas personas se salían a reclamarle al taquillero. No querían la devolución de su dinero sino sólo regañarlo por exhibir la película. Otros espectadores se ríen, en cambio, y eso está bien. Mi propósito era provocar la risa aunque fuera de una manera drástica.

-Pero es una risa que se atora en la garganta.

-Es que no nos gusta reconocernos de esa manera. Por otra parte, es importante el lado humanista que me fue inspirado por el poeta César Vallejo, a quien está dedicada la película. Es un poeta muy sensible que escribió sobre la condición humana con compasión y vulnerabilidad, y no debe ser olvidado.

-Finalmente, ¿a qué se refiere el título de Canciones desde el segundo piso?

-Fue el título temporal que usamos, un título de trabajo, y se quedó.

(Canciones desde el segundo piso se estrena hoy en la Cineteca y en el Cine Francia).