Ť En adelante serán de Estado y no habrá participación oficial: Creel Miranda
Ultima vez que el gobierno entrega los premios nacionales de periodismo
Ť Plantea que definan las nuevas bases instituciones de educación superior, sectores corresponsables y profesionales en la materia; propone instituir como fecha el 3 de mayo
ALONSO URRUTIA
El otrora Palacio Negro de Lecumberri sirvió
de marco para finiquitar una época en la relación entre el
gobierno y los medios de comunicación. Sin las formas palaciegas
de antaño, el secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda,
anunció que fue el último día en que la libertad de
prensa se celebra el 7 de junio ?medio siglo después de su institución?
y la última de entrega de los premios nacionales de periodismo que
otorga el gobierno.
A partir de ahora será un premio de Estado, "totalmente
autónomo del gobierno", un galardón ciudadanizado en el que
participen las instituciones de educación superior y los sectores
corresponsables de la labor de los medios, cuyas formas se definirán
en consulta abierta con los profesionales de la información. Su
entrega, propuso, podría ser el 3 de mayo, fecha en que la Organización
de Naciones Unidas celebra la libertad de prensa.
Por la tarde, durante una comida con la Asociación de Editores de Periódicos Diarios y Revistas de la República Mexicana (Aedirmex), Creel sostuvo que la libertad de expresión en un régimen democrático trae consigo la responsabilidad social de quienes informan. Es preciso, agregó, que los medios de comunicación no confundan el interés público con el interés comercial. No se puede considerar a la información como mera mercancía, pues es un bien social.
Durante la entrega de los premios aprovechó la fecha para hablar de las reformas necesarias al marco jurídico que rige a los medios de comunicación, cuya adecuación juzgó imprescindible. El país necesita una legislación equilibrada entre el derecho a la información, la libertad de expresión y el respeto a la vida privada.
Recordó la iniciativa que prepara el Ejecutivo federal para facilitar el acceso a la información, debido a que México ya superó la época en la que se consideraba peligroso que el gobierno diera información veraz, la época en que el secreto era la ley de la política. "Hay una diferencia sustancial entre proteger la seguridad del Estado, que es un imperativo en toda democracia, y negar a la sociedad la información que requiere".
La voz de los periodistas, en la ceremonia, fue Carmen Aristegui, quien lanzó el cuestionamiento: ¿conviene a los periodistas, al Presidente o a la sociedad mantener este ceremonial que no puede deshacerse del tufo de los favores recibidos? ¿No es tiempo de ponerse cada quien en su lugar?
Agregó que las ambigüedades en la relación lo expresa claramente el hecho de que el premio lo han obtenido nombres de indudable calidad y ética, "pero también personajes cuya trayectoria y vínculo con el poder les permitió colarse a la distinción por las rendijas de un premio concebido por y para la conveniencia del poder".
La realización de la ceremonia pasó de los
salones de Los Pinos o el Palacio Nacional a la antigua cárcel que
hoy alberga el Archivo General de la Nación. Una celebración
caracterizada por la inasistencia del presidente Vicente Fox, "a quien
en este caso agradezco su ausencia", dijo Aristegui en el marco de sus
cuestionamientos.
La periodista recordaría los orígenes de
la ceremonia del 7 de junio: en 1951, en medio de una escasez de papel
que amenazaba la existencia de los diarios, el presidente Miguel Alemán
dispuso que los trenes de pasajeros se convirtieran en furgones para transportar
la materia prima necesaria para los periódicos. El coronel José
García Valseca ?dueño de una importante cadena de diarios?
estimó el hecho tan significativo que requería un reconocimiento
oficial, por lo que convocó a una reunión de directores de
periódicos con el mandatario, el 7 de junio, donde se entregó
un pergamino firmado por todos.
Ayer, 50 años después, Creel Miranda, en nombre del presidente Fox, dio por terminada esta celebración y delineó el esquema como podría operar: el premio deberá ser completamente autónomo del gobierno, pero los términos de su reforma provendrán del propio medio periodístico y de los sectores vinculados.
El objetivo es fomentar "una relación cercana, respetuosa y transparente. Una relación ajena a todo tipo de conducta clientelar o de complacencias mutuas. Cada quien en su papel. El gobierno a gobernar y los medios a informar". Reivindicó la libertad de expresión como eje central de la transición, en razón de que es un instrumento indispensable para lograr una gobernabilidad auténticamente democrática. "Sin libertad de expresión y de prensa, no hay democracia".
En el nuevo gobierno habrá trato igual a los comunicadores. "Ni censura velada ni utilización de la publicidad gubernamental como mecanismo de premio o castigo", señaló.
Desterrar pleitesías y lisonjas
Transformar las relaciones del gobierno con los medios de comunicación, como ofreció Creel, había sido demandado poco antes por Carmen Aristegui y Mayté Noriega ?en nombre del jurado?, porque en tiempos de alternancia y cambio de régimen "todo nos obliga a cumplir a cabalidad el papel de periodistas en una sociedad democrática, satisfacer el derecho de los ciudadanos a la información y servir de contrapeso a los poderes, solos e independientes, soltando la mano del presidente en turno".
Aristegui pidió cambios sustanciales al Premio Nacional de Periodismo y la ceremonia del Día de la Libertad de Prensa. El premio lo instituyó, dijo, el propio presidente Luis Echeverría que asestaría el golpe al Excélsior de Julio Scherer. México es el único país donde el órgano encargado del control político es el que premia a periodistas, agregó. Por esta razón pidió cambios a la Ley de Premios y Sorteos, que obliga al Presidente a otorgar el galardón, desterrar las sospechas en torno al mismo y que no exista injerencia alguna del gobierno.
En su oportunidad, Mayté Noriega habló de la paulatina transformación del periodismo en México, que ha "rescatado las palabras prostituidas de algunos, entrando a la verdad por las ventanas, porque las puertas estaban cerradas, pues el secreto era norma y el silencio consigna, la sugerencia amenaza, y los favores, moneda de curso corriente".
Pidió que se entregue un Premio Nacional de Periodismo sin mácula, honesto, con una convocatoria definida, requisitos precisos y jurados integrados por periodistas, académicos y la sociedad.
Durante la entrega de galardones, Carmen Aristegui recibió el diploma conmemorativo, pero públicamente rechazó el premio en efectivo, de 150 mil pesos.
Las razones de los reconocimientos
En el marco de la celebración del Día de la Libertad de Prensa, ayer fueron galardonados con el Premio Nacional de Periodismo el reportero de esta casa editorial César Güemes Cerrillo, en el género de entrevista para medios impresos, y el suplemento Letra S, dirigido por Alejandro Brito, que publica La Jornada, por divulgación cultural.
Al dar a conocer las razones por las cuales se confirió el premio a Güemes Cerrillo, reportero de la sección cultural de La Jornada, el jurado calificador explicó que ha tenido una destacada trayectoria profesional que ha desarrollado con talento en este difícil género.
En sus entrevistas, estimó el jurado, Güemes "escudriña o disecciona desde diferentes ángulos y enfoques a sus entrevistados, dejando un trascendente testimonio de ellos". Definió al reportero como "un periodista comprometido y crítico, de gran experiencia y brillantez".
De igual forma, al externar los motivos que llevaron al jurado calificador ?en el que en esta ocasión no hubo representante de la Secretaría de Gobernación, ni de otra dependencia de gobierno? a galardonar a Letra S, se señala que es un esfuerzo editorial "inteligente y didáctico".
A juicio de los integrantes del jurado, Letra S es un suplemento creativo, fresco, innovador y valiente, que promueve el conocimiento cultural de manera plural y bien documentado, sobre temas como el sida, uso del condón, educación sexual y los derechos lésbico-gay, con un alto contenido social y en beneficio de la sociedad mexicana. ALONSO URRUTIA