n Por Manuel Zozaya Habla Fernando: "Empecé con diarrea y fiebre en 1991, sospeché que era seropositivo, pues mi pareja ya presentaba síntomas y eso me encaminó a hacerme el examen de detección. Él se sabía con VIH, pero jamás me lo dijo hasta que se me manifestó a mi. Vine a México, repetí el examen en Conasida y volvió a salir positivo. En 1994 empecé a tomar tratamientos. De él ya no supe nada, porque nos separamos y perdimos contacto. Después entré a estudiar salud pública y conocí a un estudiante de medicina. Él acababa de tronar con su pareja, los dos estábamos con nuestras propias heridas y eso nos encaminó a buscar a alguien. Iniciamos nuestra relación y tuve que enfrentar mis temores: 'Si se lo digo, ¿se irá?, y si no se lo digo, ¿qué va a pasar?'. Él tenía el derecho a saberlo y yo estaba obligado a informarlo sobre mi situación. No iba a repetir la irresponsabilidad de mi anterior pareja. Cuando platicamos, él agradeció mi sinceridad y para mi sorpresa manifestó su deseo de seguir conmigo, '¿para qué crees que sirve el condón?', me preguntó burlón y dijo que si nos protegíamos no habría ningún problema. Ser médico le ayudó a comprender mi situación. Aprender a vivir con el VIH es un proceso difícil, pero superable, sólo se trata de aceptarlo y quererte, cuidarte y procurarte una buena calidad de vida.
"Yo tuve que ser bien franco con él, porque es una responsabilidad muy grande pensar que puedes infectar a otra persona. Por otra parte, tu pareja te sirve más sano que infectado.
"Sus padres se dieron cuenta de su preferencia sexual y le preguntaron si era gay. No supo qué contestar, me preguntó qué hacer y yo le dije que si ellos ya lo sabían, sólo necesitaban oírlo de su boca. Luego le preguntaron qué onda conmigo, respecto al VIH, y él les contestó que estaba enamorado de mi y el que yo fuera seropositivo no interfería para nada. Le exigieron que se hiciera el examen de detección y salió negativo, pues no hemos tenido contactos de riesgo: siempre lo hacemos con condón.
"Actualmente sus papás me han adoptado. Me llevaron a una casa que tenían y ahora somos vecinos de su familia y me invitan a comer. Asisto a sus festejos y me siento como de la familia. Se preocupan por mí. Una vez me enfermé de gravedad y tanto la madre como el padre me visitaron en el hospital. Lo paradójico es que ellos saben de mi seropositividad, pero mis padres no. Yo se los presenté, por petición suya, y ellos muy respetuosos guardaron el secreto. Ray y yo queremos registrar nuestra unión como sociedad de convivencia. Llevamos cuatro años viviendo juntos y ya construimos una casa, la estamos amueblando. No es tanto por el papel, sino por la protección que te ofrece si algo le sucediera a cualquiera de los dos. Se trata de no dejarle tanto conflicto al sobreviviente. Estoy de acuerdo al cien por ciento con esa ley. A todos los gays que tenemos pareja nos conviene, porque reconoce nuestros derechos, compartir bienes o asegurar a tu pareja, derechos de los que hasta ahora estamos privados."