JUEVES Ť 7 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Cansancio y enfermedades acosan cotidianamente a comunidades en resistencia

Ni en el Chiapas del gobierno ni en el turístico se siente la guerra lenta que padecen los indígenas

Ť Para el sector oficial, esta entidad sigue siendo la tierra de la gran promesa Ť Persiste la militarización en regiones zapatistas Ť Surgen conflictos por la explotación de madera

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Ocosingo, Chis., 6 de junio. Tres de los muchos Chiapas que hay existen paralelos, casi sin tocarse, invención de Morel que fueran. El del gobierno, fielmente reflejado en los medios de comunicación; el de los turistas, que transcurre en el tiempo inescrutable de la Ruta Maya y las ruinas arqueológicas de un pasado esplendor, y el de las comunidades indígenas reales, su impresionante resistencia cotidiana, y sí, cansancio, enfermedad, desarraigo en los desplazados, hasta cuándo. Pero en resistencia.

En el Chiapas oficial, ésta sigue siendo la tierra de la gran promesa, donde el progreso se aplica a fuerzas; antes, al tenor de finqueros y caciques, hoy de plano con el Ejército federal por delante. Ni en el oficial, ni en el de los turistas, se siente la guerra lenta que no da tregua al Chiapas profundo. En el Chiapas de exportación la guerra no se ve, la resistencia no se oye.

Los indígenas del municipio autónomo Ricardo Flores Magón (ubicado en las cañadas de Ocosingo, antes de los Montes Azules) denuncian que ahora, ''en los caminos reales los soldados preparan emboscadas para acosar a los campesinos que van o vienen de sus trabajos''. Del pretexto al verdadero objetivo de sus incursiones montaña adentro: ''Los federales salen brincando de entre los acahuales al paso del camino para interrogar a los campesinos sobre la presencia de narcotraficantes o asaltantes, para terminar preguntando sobre los zapatistas y si hay guerrilleros en la zona''.

En este panorama, habría que agregar los conflictos por la explotación de madera en Rómulo Calzada, para perjuicio del ejido San Juan, a orillas del río Jataté (municipio autónomo Francisco Gómez), y en Buena Vista Pachán (municipio autónomo San Pedro de Michoacán). En ambos casos se han dado disputas que pudieron haberse evitado entre ejidatarios, a causa de los permisos otorgados por el gobierno de Chiapas y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) sin el acuerdo de las comunidades afectadas. Además del daño ecológico que está produciendo la extracción intensiva de caoba, cedro y otras maderas, esta devastación forestal allana el paso a nuevos caminos para la guerra. Se trata de regiones altamente militarizadas y con una presencia predominante de comunidades en resistencia.

Permanente transformación en la selva Lacandona

El paisaje de la selva Lacandona se transforma sin cesar. Hoy los bulldozer, trascavos y aplanadoras abriendo brecha son seguidos de inmediato por convoyes de artillería y tropa. Antes de que las comunidades sepan si necesitaban o no ese camino, ya está controlado por el Ejército federal. Se dan casos como el camino que se hace ahora hacia la laguna de Santa Ana (en Las Margaritas), un trayecto sin comunidades pero que permite el acceso a una de las pocas lagunas prácticamente intactas de la selva. Y sirve como un eslabón más de la militarización al unir las posiciones de Nuevo Momón y Vicente Guerrero, con las de montaña adentro, que hasta ahora se han abastecido por aire, como Corozal y Santo Tomás.

En el Chiapas de los indios no hay diálogo con las comunidades rebeldes, no se ven soluciones para el desafío planteado a la nación por el alzamiento zapatista. ƑFueron espejismo las declaraciones conciliadoras del gobierno foxista? Los ejidatarios tzeltales de San Juan han dicho: ''No recibiremos nada del mal gobierno y seguiremos en la resistencia''. Palabras más, palabras menos, lo mismo están diciendo en los municipios autónomos Flores Magón, San Pedro Polhó, San Andrés Sakamch'en, San Pedro de Michoacán (por mencionar algunos de los que entre mayo y junio han hecho denuncias y señalamientos públicos).

En el Chiapas oficial los indios parecen existir en el papel; en el turístico están labrados en piedra, muertos. En el Chiapas de abajo los mayas modernos siguen en carne viva, acosados, hambreados, enfrentados al incumplimiento crónico de los compromisos gubernamentales. La paz y el respeto a los derechos humanos escasean gravemente en las tierras indígenas del estado. Las tímidas ''señales'' del foxismo se evaporan rápidamente. Y la respuesta al desafío social es, nuevamente, el avance militar.