JUEVES Ť 7 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Este día César Güemes y Alejandro Brito reciben el Premio Nacional de Periodismo
El reportero debe mantener su capacidad de asombro
Ť Aun sin salario, me seguiría acercando a los creadores
ROSA ELVIRA VARGAS
Vivir de hacer preguntas es un privilegio. Y lo es aún más cuando se ha tenido la oportunidad de dirigirlas a escritores. Claro, en el trabajo de César Güemes -quien hoy recibe el Premio Nacional de Periodismo en el género de Entrevista- hay también un buen número de trabajos con otros creadores: músicos, pintores, gente de teatro, bailarines, fotógrafos, periodistas, pero es en los libros y con sus autores donde ha encontrado una veta inagotable.
"No hay entrevista desaprovechable; prácticamente cualquiera que sea", responde César Güemes, sin dudarlo, a la pregunta de si, por ejemplo, hablaría con Miguel Angel Cornejo o con Carlos Cuauhtémoc Sánchez.
"Los entrevistaría porque representan un fenómeno de lectura, que no literario, para saber cómo le hacen. Venden una cantidad enorme de libros y uno dice: šAh, caray!, qué tienen ellos que no tenga, por ejemplo, un hombre fascinante como Ricardo Garibay. Prácticamente la mejor prosa del siglo XX mexicano la escribió él y dos o tres, nada más. El tiene cuarenta libros y uno va a la librería y no hay ni uno. Y no porque se agoten sino porque no se editan, porque nadie los lee. Es una riqueza que está ahí, desperdiciada."
De la escuela al diarismo
Precoz en esto de las letras, César Güemes empezó a publicar sus primeras reseñas a los 17 años, cuando cursaba el Colegio de Ciencias y Humanidades, en la revista La brújula en el bolsillo, hoy fuera de circulación. La dirigía Felipe San José, a la sazón maestro del reportero en un taller literario. Luego, ya en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Acatlán, como estudiante de periodismo, trabajó un tiempo en los noticieros de Televisa Radio, "de donde me salí como en 1984 porque además, no pagaban. Tú podías llegar, trabajar y pasar un año sin que te pagaran...''
De ahí pasó definitivamente al diarismo. Primero en Novedades, donde trabajó hasta que salió de circulación el semanario La Guía (que tuvo como antecedente a La Onda), y más tarde -con la interrupción de un año en el que dio clases en Acatlán- en El Nacional, diario en el que "estuve un ratito brindando con mi querido Manuel Blanco". En 1988 ingresó a El Financiero y nueve años después se incorporó a estas páginas.
-Sin duda es placentero un trabajo como el tuyo, leer, conocer, y hablar y escribir sobre escritores...
-Sí, es un placer, pero en realidad si no quieres que te rebasen las generaciones de periodistas que vienen, hay que trabajar fuera del diario; esto es, mantenerse al día en lecturas, en películas, en obras de teatro, visitas a galerías... Implica un tiempo que no deja de ser placentero, pero siempre tienes que hacer anotaciones, leer con un cuaderno al lado para apuntar, hacer subrayados. Se vuelve un hábito que sigues aun en aquellos casos en que el libro, por ejemplo, sea de un autor que jamás entrevistarás porque ya murió.
-ƑCómo haces una entrevista?
-Sobre todo en literatura, creo que tienes que ganarte la confianza de la persona, establecer un lazo de confianza inmediato. La ventaja de las entrevistas de cultura respecto de las de un político, es que éste necesariamente tiene que hacer propaganda de algo y el creador no, y puedes platicar con él casi de todo lo que sea que tenga que ver con su obra. Pienso que la conformación mental es diferente. Aunque, claro, en ambos casos es interesante por igual porque implica retos.
-ƑY cuál es tu actitud frente a un entrevistado?
-Primero hay que hacerle saber con alguna actitud o con palabras, que lo conoces aunque nada más haya publicado un libro y sea un jovencito de 17 años; que sepa que en efecto te interesas por su obra y por eso lo buscas; que sabes de su trabajo, lo respetas, y que eres un poco al mismo tiempo su médico y su abogado.
"Hacerle sentir que no te tomaste todo el tiempo de leerlo, de buscar la entrevista, de desplazarte en la ciudad, en fin, de gastar las pilas de la grabadora nada más para ir a dañarlo. ƑPara qué?, para eso mejor no hablas con él."
-ƑY, en general, qué encuentras en el periodismo cultural aun posponiendo tus propios intereses creativos?
-Aprender, aprender y mantener la capacidad de asombro, la necesidad de sentir curiosidad por lo que está pasando a mi alrededor. Creo que si no me pagaran por leer y por escribir, de todos modos me la pasaría tratando de acercarme a los autores, a los pintores, a los músicos. Cuando un reportero de cultura, y me ha tocado ver casos lamentables, ya no quiere aprender, se la puede llevar de muertito, tranquilamente. Pero finalmente, si te detienes, llega un momento en que el mundo lo advierte, te rebasa y adiós.
Además de sus entrevistas, que él calcula en unas cinco mil, César Güemes tiene publicada una novela con Joaquín Mortiz titulada Soñar una bestia; un libro de cuentos, Reinas de corazón, con Océano, y Vieja ciudad de hierro, recopilación de entrevistas editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
El galardón a Letra S también es para la resistencia cultural
Ť Intolerancia, un gran riesgo con el nuevo gobierno
PABLO ESPINOSA
La letra s: ese de sida, solidaridad, salud, sexo seguro, sexoservicio, síntoma, semen, sexualidad, síndrome, saliva, solución, seropositivos, sobrevida, seroconversión, sarcoma, sanidad, secreción, sangre.
Para Alejandro Brito, flamante Premio Nacional de Periodismo -que recibe hoy en el Archivo General de la Nación- por su trabajo como director del suplemento de La Jornada: Letra S. Salud. Sexualidad. Sida, este galardón significa un reconocimiento a este periódico y a un grupo de personas con nombre y apellido, pero también a una actitud, a un gesto, a una forma de resistencia cultural.
"Empezamos en 1990 -comparte la historia en entrevista- en el periódico El Nacional, a partir de una idea de Francisco Galván, quien murió en 1993, y año y medio después retomamos su proyecto de un periodismo activista. Así hasta 1996, cuando Carmen Lira -directora general de La Jornada- nos llamó diciéndonos que este proyecto tenía que estar en este diario. Aceptamos con mucho gusto y el impacto que ha tenido a partir de ese cambio es impresionante. No me imagino a Letra S en otro diario, por el clima de libertad, entusiasmo y apoyo que tiene en La Jornada. Aquí abrimos el suplemento a todos los temas, no solamente al sida".
-Por supuesto que premiar un suplemento de la naturaleza de Letra S contiene grandes significantes. Ƒlos puedes nombrar?
-Modestias aparte, es un proyecto muy original y en ese sentido se está premiando una forma diferente de acercarse al tema de la sexualidad, que no se conocía por lo menos en los medios impresos, una forma directa, desprejuiciada, objetiva, muy abierta, seria pero con humor. Se está premiando a mi persona, pero yo tuve una formación y una influencia que es Carlos Monsiváis. El proyecto Letra S está muy ligado a su persona, a lo que él representa en la cultura. También el trabajo de Marta Lamas ha sido inspirador para nosotros. Ellos están en el consejo editorial de Letra S. Y por supuesto que se premia a todo el equipo del suplemento, entre ellos Carlos Bonfil, que también colabora en la sección de Cultura y le ha dado al suplemento un giro que ha gustado, siempre desde un punto de vista cultural, porque Letra S es ante todo un proyecto cultural.
-ƑEn la coyuntura, Ƒcuál sería tu mirada, tu diagnóstico a tres terrenos capitales: homofobia, intolerancia, ausencia de campañas preventivas?
-En cuanto a la homofobia se ha avanzado poco, a pesar de las fuerzas homófobas, y lo que hemos hecho es como ir poniendo diques en instituciones, en los medios. No son avances que se puedan registrar aún como fenómeno social. Incluso el término aún no arraiga socialmente, como ha ocurrido con el de racismo. Un término al que hay que comparar con homofobia sería racismo. Lo que ha costado bastante esfuerzo es combatir sobre todo la homofobia institucional, que se manifiesta por omisión, hacer como que no existe ese sector de la población. Con el sida eso ha sido absolutamente obvio. Para que se atendiera a la población más afectada por el VIH, los gay masculinos o los hombres con prácticas homosexuales tuvimos que hacer todo un cuestionamiento desde las lecturas de las cifras mismas, porque se hablaba mucho de que la epidemia se estaba heterosexualizando, se estaba yendo hacia otros sectores, de que ya se estaba des-homosexualizando, etcétera, y las cifras demostraban que la prevalencia estaba en la población masculina con prácticas homosexuales y no se hacía nada al respecto.
Se ha logrado algo en el sentido de sensibilizar a los funcionarios, de plantearles el problema, señalarles y decirles las cosas tal como son, pero todavía no se muestra eso en acciones concretas. En 17 años de epidemia, hay apenas el proyecto de un préstamo del Banco Mundial para este tipo de intervenciones. Sería la primera vez que se dedicara una verdadera atención a la población más afectada. De la homofobia, dice Carlos Monsiváis que si pudiéramos medir el avance de una sociedad en cuanto proceso civilizatorio, sería a través del arraigo de términos como el de homofobia. Que sea claro que el problema es esa actitud de rechazo y discriminatoria hacia un sector de la población por su preferencia sexual y no la preferencia sexual misma, porque se sigue pensando que el problema es la homosexualidad. Debemos empujar de tal modo que se señale claramente que el problema cultural está en la homofobia y no en una conducta sexual.
-ƑY en cuanto a la intolerancia?
-Es el gran riesgo que corremos con la nueva administración en el país. No sólo de que no se pueda dar continuidad a las políticas de planificación familiar, prevención del sida y educación sexual, sino que haya un retroceso con todos estos signos preocupantes y negativos, conservadores, que hemos visto en algunos funcionarios. Debemos enarbolar otra vez la bandera del laicismo, hacer más presente que nunca a Juárez. Corremos el riesgo de pasar del autoritarismo priísta, que no se metía tanto con cuestiones morales, a un autoritarismo que va a tener un fundamentalismo supuestamente moral. Ese es el riesgo.
Por lo pronto, hoy es día de fiesta. Alejandro Brito recibe el Premio Nacional de Periodismo, y también aparece el número 59 del suplemento Letra S. Salud. Sexualidad. Sida.