MARTES Ť 5 Ť JUNIO Ť 2001
Patricia Moguel y Víctor M. Toledo
El mérito ecológico 2001: otra enseñanza indígena
En una región olvidada por la modernidad, 5 mil 800 productores indígenas, pertenecientes a 66 comunidades de la Sierra Norte de Puebla, construyen sigilosa y tenazmente un sueño e intentan vivir el presente y construir un futuro para sus hijos con decoro y dignidad. En efecto, en el cada vez más difícil panorama que se presenta a los pequeños productores de café en México (con los precios más bajos en los últimos tres años) destaca, como un "diamante", el esfuerzo ecológico, productivo y de organización emprendido por Tosepan Titataniske (unidos venceremos, en náhuatl), una cooperativa indígena que se ha vuelto un modelo a imitar a escala nacional de desarrollo comunitario sustentable. Llama la atención que en este territorio abrupto y de relieve casi inaccesible, miles de familias campesinas nahuas han logrado mantener y conservar un extraordinario, rico y diverso paisaje forestal a través de exuberantes "jardines de café", donde cientos de especies de plantas, nativas e introducidas, se combinan con el aromático, al mismo tiempo que mantienen atributos culturales, sociales y humanos de un enorme valor.
Y es que la Tosepan está logrando llevar a la práctica el principio de producir conservando y conservar produciendo, tantas veces invocado en los medios académicos y en las organizaciones conservacionistas y de desarrollo. Veamos por qué.
De las acciones más notables que sobresalen, se encuentra el manejo y aprovechamiento integral de los sistemas agroforestales cafetaleros que los productores de la Tosepan han trabajado de manera colectiva. Los cafetales bajo sombra de estas comunidades nahuas son verdaderos "jardines productivos", donde el cafeto se combina con cerca de 200 especies de plantas, entre árboles, arbustos, hierbas y epífitas.
Para la restauración de los suelos e incremento de su fertilidad, la cooperativa ha impulsado una serie de prácticas. Entre ellas podríamos mencionar el establecimiento de terrazas, la reutilización de los desechos, elaboración de abono, así como la creación de viveros donde los productores albergan actualmente alrededor de un millón de plantas, principalmente de café, mamey, macadamia, pimienta, caoba, cedro rojo y rosado, palo de rosa, canela, entre muchas otras, las cuales se distribuyen anualmente entre los socios de la cooperativa para reforestar sus cafetales.
Por si fuera poco, los indígenas de la Tosepan reutilizan las distintas capas que cubren a la semilla del café tales como la pulpa y el mucílago, produciendo a partir de ellas hongos comestibles (pulpa) o alcohol industrial (mucílago). Asimismo, el agua que precipita y corre por sus vertientes, es almacenada y utilizada en los beneficios de café, y gracias a sistemas de reciclamiento de ésta los productores han logrado reducir en 90 por ciento el consumo de agua en el proceso del beneficiado húmedo. No se pueden soslayar los avances alcanzados en la Tosepan en otras áreas. El hecho de que la mayoría de los cooperativistas tenga la vivienda dentro de la parcela, posibilita que cerca de la casa se desarrolle otro tipo de actividades tales como la creación de huertos familiares, lombricomposta y crianza de animales pequeños como cerdos y gallinas. A este programa la Tosepan lo nombra "manejo integral del traspatio", el cual está permitiendo producir gran parte de los alimentos consumidos en el ámbito familiar.
Aunado a estas acciones de mejoramiento ambiental, la Tosepan ha desarrollado un programa para dignificar el trabajo de la mujer nahua. A 16 años de haberse iniciado el programa de desarrollo de la mujer en la cooperativa, hoy en día se observa que casi un tercio de los representantes son mujeres, y con un total de 800 socias se han construido tiendas de artesanía, de autoabasto, tortillerías y panaderías distribuidas en toda la región.
Esperamos que el Premio al Mérito Ecológico 2001, que hoy reciben, no quede sólo como una mera constancia de reconocimiento a toda esta labor que de manera ejemplar ha sido edificada por los indígenas de la Sierra Norte de Puebla, sino que conduzca a un compromiso real por parte del gobierno (estímulos económicos y fiscales), las instituciones y fundaciones (financiamiento a proyectos productivos sustentables), el mercado (precios más justos) y los propios consumidores (a través del pago de un sobreprecio) para impulsar a ésta y a las muchas otras organizaciones de pequeños productores de café, que hoy llevan a cabo una heroica lucha de reconstrucción por conseguir mejores niveles de bienestar, la conservación del ambiente y una alta calidad de sus productos.