Lunes en la Ciencia, 4 de junio del 2001
El papel del científico en los tiempos de la vinculofilia Pasteur y la ciencia en México Esther Orozco Ƒ Ciencia básica o aplicada en México? Camino viejo, precariamente renovado, su destino: punto muerto. "Vincularse con la industria" ha tomado hoy una relevancia enorme entre los científicos. La "vinculación" se ha convertido en sinónimo de hacer trabajo que vale la pena. La ciencia "no vinculada" está a la baja. Científicos vinculofóbicos salen hoy con cierta timidez a combatir a la ciencia vinculada, porque aunque la consideran el antónimo de investigación científica de calidad, se sienten apabullados por el auge de tal tendencia. El gobierno por su parte promueve la vinculofilia, pensando que sería un buen modelo para que los centros de investigación fueran autosuficientes y dejar así en manos de las instituciones, los científicos y los empresarios una tarea que le corresponde necesariamente al Estado. Si éste no la asume, causará la debacle de la ciencia y la tecnología nacionales y daños irreversibles al país. La investigación científica y tecnológica deben ser mayoritariamente sostenidas por recursos públicos. Son actividades de interés nacional, estratégicas para el desarrollo de México. La empresa, la industria y la sociedad debieran ser parte activa en el diseño de las políticas de ciencia y tecnología. Es no sólo es deseable sino necesario que aporten recursos para reforzar tan importante actividad. A su vez, la investigación científica debe corresponder resolviéndoles problemas para los que actualmente se buscan soluciones en el extranjero, olvidando que México tiene un grupo de científicos bien calificados. Hace más de 100 años se dio la misma polémica en Francia. Ante los alegatos bizantinos sobre el tema, Louis Pasteur, uno de los más grandes genios de la humanidad, salió con el concepto que ubicó el debate en su justo término: "No existe una categoría de ciencia a la cual se le pueda dar el nombre de ciencia aplicada. Existe la ciencia y las aplicaciones de la ciencia, unidas, juntas, como la fruta al árbol", dijo. Pasteur fue un hombre enraizado en su país. "La ciencia no tiene patria, pero los científicos sí", decía, y en ese decir hay mucho que aprender en el mundo globalizado. Buscó el conocimiento, resolvió problemas científicos que repercutieron en la economía francesa. Se inició en ciencia "básica", estudiando los cristales de ácido tartárico del vino. Los expertos de su tiempo consideraban que los cristales de ácido tartárico y paratartárico eran idénticos, el descubrió que unos eran la imagen especular de los otros. Los separó y al ponerlos en solución, unos rotaron la luz hacia la derecha y otros hacia la izquierda. Encontró que la asimetría molecular diferencia al mundo orgánico del mineral. Pasteur aprendió la disciplina y la metodología de la observación y la experimentación científica y después las aplicó a problemas de la industria. Moraleja: no se puede vincular a la investigación científica con nada, si antes no se tienen los conocimientos básicos, el rigor y el método científicos. Pasteur no era un científico encerrado en su laboratorio, estaba al tanto de lo que pasaba en su país y visitaba las industrias y el campo. Así se enteró que el vino se estaba convirtiendo en vinagre y la cerveza estaba cambiando de sabor, con grandes pérdidas para los productores. Descubrió que el vino sano tenía levaduras, mientras que el vino agrio tenía también microorganismos en forma de rodillos. Supo que las levaduras producían el alcohol y los microorganismos contaminantes acidificaban los productos de la fermentación. Pasteurizó el vino con calor, los microorganismos murieron. Después, le añadió levaduras para fermentarlo en forma predecible y uniforme. Muchos hombres de ciencia del siglo XIX creían que los moscos surgían espontáneamente de la materia putrefacta. Pasteur sabía ya que los microorganismos llegaban al vino desde afuera. El jugo de uvas peladas con una aguja estéril no fermentó, las uvas en las vides cubiertas con algodón tampoco produjeron vino. Construyó sus matraces de cuello de cisne, los esterilizó, les formó con calor un tubo delgado y los selló. Después, abrió el cuello del tubo en condiciones tales que el polvo que entraba con el aire se quedaba atrapado en las paredes del tubo. El líquido permaneció estéril, mostrando que el polvo transporta a los microorganismos. Hirió de muerte a la creencia de la generación espontánea, sostenida por 20 siglos. Posteriormente, atendió una enfermedad de los gusanos que estaba destruyendo la industria de la seda. Identificó a los microorganismos infecciosos. Seleccionó huevos de gusanos sanos. Les enseñó a los granjeros a producir gusanos sanos a partir de ellos y la industria de la seda se recuperó. Al mostrar que los gusanos enfermos infectaban a los sanos gestó la teoría del germen en la enfermedad infecciosa. En 1887, una epidemia mató a 64 mujeres de 347 parturientas. Pasteur dijo a los médicos: "Si yo tuviera en honor de ser un cirujano, usaría sólo instrumentos perfectamente limpios y vendajes y esponjas expuestos a altas temperaturas y me lavaría las manos con el mayor de los cuidado". Descubrió la necesidad de la asepsia y ésta es la regla en la medicina. En su tiempo, una epidemia de carbunco diezmó los criaderos de ovejas en Francia. Robert Koch había ya aislado el bacilo del ántrax. Pasteur probó que el bacilo era el causante del carbunco. Se percató de que el color de la tierra en donde pastaban las ovejas que morían era más oscuro. Los granjeros enterraban a las ovejas, los gusanos se alimentaban de ellas y llevaban las esporas del ántrax a la superficie, expandiendo la enfermedad. Al mismo tiempo, sus estudios sobre el cólera en aves lo llevaron a producir cultivos del bacilo antenuados y a desarrollar la vacuna contra el cólera, casi por accidente. Pensó en que atenuando los del ántrax, podría proteger al ganado. En mayo de 1882, logró proteger a 25 ovejas en el laboratorio, mientras que las no vacunadas murieron todas. Aprovechando la experiencia obtenida en el combate contra las enfermedades infecciosas, logró su mayor éxito: la vacuna contra la rabia.
Tanto éxito, tanto conocimiento generado, tanto conocimiento aplicado. ƑQué no podremos aprender el modelo de Pasteur para la ciencia mexicana? Esto es, convencernos de que existen la ciencia y sus aplicaciones, unidas, juntas, como la fruta al árbol". En México no queremos árboles sin fruto, pero no podemos concebir fruto sin el árbol.
La autora es investigadora del departamento experimental de patología del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del IPN
|