Ť Revela el estudio Infancia robada las secuelas de niños que son obligados a prostituirse
En México, unos 17 mil infantes son explotados sexualmente: expertos
Ť Otras versiones ubican la cifra en 30 mil Ť Las víctimas, de 10 hasta 18 años, afirman
CAROLINA GOMEZ MENA
"Me salí de mi casa a los 8 años porque mi mamá prefería a ese señor que a mí. La prostitución funciona aquí de día y de noche, pero principalmente en las noches. Conozco algunos chavos que se han ido a vivir con americanos. Ellos son los que más buscan a los niños para llevárselos y soltarlos con un dinero que ellos piensan les está haciendo un bien, pero no es así, dos de mis amigos han muerto de sida".
Lo anterior son las palabras de un adolescente que se dedica a la prostitución en el Zócalo de Acapulco, y debido a que 95 por ciento de los clientes que buscan este tipo de servicios de menores (niñas y niños) son hombres, este menor debe ejercer la mayor parte de las ocasiones la homosexualidad, actividad por la que cobrará entre 150 y 700 pesos o más, dependiendo del poder adquisitivo del cliente.
Esta es sólo una versión de las 17 mil que ocurren a la misma cantidad de niñas y niños mexicanos explotados sexualmente, testimonio que forma parte del estudio Infancia robada, realizado por la antropóloga Elena Azaola Garrido, con la colaboración del Unicef, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social (CIESAS).
En entrevista con este diario, Azaola Garrido resaltó que pese a que México no se encuentra en la situación de otros países, como Brasil o Estados Unidos -naciones en las que se calcula que casi medio millón de infantes están involucrados en el comercio sexual-, el problema es considerado como una de las enfermedades de la sociedad, incluso como algo "normal", lo cual indica que la sociedad "está excediendo sus límites".
Para la especialista, el problema además de radicar en los daños emocional, sicológico y físico presente y futuro que se les hace a los menores, se refiere a la laxitud de la sociedad, la cual no sólo deja crecer el fenómeno, sino que lo fomenta.
"¿Qué puede esperar la sociedad de sí misma si excede los límites, y lo hace con sus infantes? ¿Qué harán los niños (explotados) con su resentimiento en un futuro?", se preguntó Azaola, al subrayar que el problema no sólo involucra a las víctimas y a sus explotadores o a los enganchadores y bandas de tráfico de niños, sino también al gobierno federal y a cada uno de los mexicanos que han permitido el avance de la explotación sexual de menores.
Un millón de imágenes en Internet
En sus inicios, es decir hace más de 30 años, la pornografía que involucraba a infantes, particularmente revistas, sólo se veía en Europa, y por lo general los menores fotografiados procedían del Cáucaso. En esa época, los países precursores en la producción de pornografía infantil fueron Dinamarca, Holanda y Suecia. Después, los menores eran fotografiados en Estados Unidos, y pocos años transcurrieron hasta que estos materiales incluyeron a niños hindúes, mexicanos y africanos.
A medidos de los 70, la pornografía infantil era ampliamente comercializada en el vecino país y en toda Europa. En la actualidad, el alcance es ilimitado, pues a través de Internet se divulgan a diario más de un millón de imágenes de este tipo de pornografía, y los menores utilizados para ella no sólo son originarios de países en desarrollo, sino también de los llamados del primer mundo.
A decir de la antropóloga, los niños fotografiados -cuyas edades oscilan entre los 13 y 18 años, aunque se dan casos de menores de 10 años- nunca lo hacen por voluntad, ya que la mayor parte de las ocasiones les "hacen tomar drogas" para que se desinhiban o no tengan noción de lo ocurrido. En ocasiones se les hace fingir tener relaciones sexuales, pero en otras éstas son reales, siendo las versiones menos agresivas las que sólo muestran la desnudez de la víctima.
Abuso sexual, 90 por ciento de los casos
Las formas más comunes de explotación sexual comercial infantil (ESCI), y que alcanzan 90 por ciento de los casos, son el abuso sexual realizado por mayores que conocen al infante y el ejecutado por familiares directos. Al primero corresponden 47 por ciento de los casos y al segundo, 45. En tercer lugar está la pornografía, con 8 por ciento, según datos proporcionados por Carlos Rodríguez Ajenjo, subdirector general de Atención a la Población Vulnerable, del DIF.
Asimismo, reveló el funcionario, en nuestro país la ESCI es controlada por lo general por "padrotes que tienen redes de hasta 25 niñas, algunas de las cuales se embarazan y sus hijos se convierten en ganchos para que ellas continúen la red". Ellas, por lo general, son víctimas de una cadena de explotadores, desde sus proxenetas hasta la policía, los propietarios de cafés, bares y funcionarios administrativos de las localidades en donde laboran, y quienes les exigen dinero a cambio de protección. Los niños en cambio son más libres, en cierta forma, pues no son subyugados por explotadores, ya que se ayudan entre ellos, "estableciendo una especie de sexo empresarial", aunque tampoco se libran de dar algunas cuotas, particularmente los que ejercen el travestismo.
Al respecto, Elena Azaola relata en Infancia robada que la mayor parte de las narraciones de los menores coinciden en que son extorsionados por personal uniformado. "Varios menores refirieron haber sido llevados en patrullas por negarse a entregar dinero a los policías y haber sido retenidos en la comisaría durante tres días sin que les proporcionaran alimentos. Otros aseguraron que, invariablemente, los policías los esperan a la salida de los bares para exigirles su cuota".
Existen tres categorías de usuarios identificados, en primer lugar los pedófilos, cuya preferencias sexual se relaciona con púberes, debido a "desórdenes de la personalidad"; en segundo lugar están los que abusan sexualmente, con preferencia de un menor. Este es un grupo heterogéneo, son los seductores, introvertidos y sádicos y también cuentan con disfuncionalidades en la personalidad. Por último, aparecen los que cometen abusos sexuales en contra de niños y niñas, pero de manera circunstancial. Por lo que suele no ser planificada, pero sí darse por la ingestión desmedida de alcohol y drogas o bien porque el medio ambiente lo propicia.
Cifras conservadoras
Según la especialista, pese a que se cree que muchos de niños y niñas robadas son utilizados para ejercer la prostitución en los centros turísticos, tanto nacionales como internacionales, la realidad demuestra que la mayoría de ellos son hurtados con el fin de ser dados en adopción en los países desarrollados. Así, mientras mayor sea el niño robado (de 10 o más años) se incrementan las posibilidades de que sea introducido en el comercio sexual.
Para la Fundación Nacional de Niños Robados y Desaparecidos, así como para algunos estudiosos estadunidenses, la cifra de 17 mil niños mexicanos sometidos a la ESCI es conservadora; para éstos, alrededor de 30 mil niños nacionales son víctimas de la ESCI y se les obliga a trabajar en zonas turísticas, siendo 80 por ciento niñas de entre 10 y 14 años de edad.
No obstante, para Elena Azaola las cifras, las estadísticas ayudan a dimensionar el fenómeno, pero destaca que detrás de cada número hay un niño o niña que ha sido inducido u obligado a venderse sexualmente, y ello le dejará marcas físicas, sicológicas y morales de por vida.
"Primero meten a las niñas de meseras y luego las ponen a bailar y dar servicio a los clientes... Cada semana sacan a una muchachita nueva y la avientan la público... la mayoría de los chavos y chavas de Cancún trabajan en eso porque en otras partes no les dan empleo. Cancún es para eso... por eso vienen tantos extranjeros", relataron dos niñas de 16 y 15 años a Azaola.