La zona arqueológica, riqueza académica y turística de Honduras
Copán, historia de esplendores y saqueos
Ya transcurrió año y medio desde que una figura de jade propiedad de Honduras se extravió del Colegio de San Ildefonso. Hasta ahora nada se sabe de su paradero. Las autoridades hondureñas no olvidan el agravio. ''Una pieza es un tesoro'', define un ex funcionario del área, quien no oculta su enfado por el descuido mexicano. La zona arqueológica de Copán está llena de contrastes: es una posibilidad de desarrollo económico para la región mediante el turismo y un lugar donde se practican nuevos métodos de conservación arqueológica, pero también foco de atención para ladrones y traficantes.
RENATO RAVELO ENVIADO
Copan, Honduras, 3 de junio. Una acacia da cuenta de la temporada en la zona arqueológica de Copán. Es primavera. Los pobladores esperan que empiecen las lluvias para que según ellos todo esté de nuevo "verde", porque aun en esta supuesta sequía el paisaje luce una vegetación considerable, como el calor de la zona, que en los últimos años ha crecido en visitantes a un estimulante ritmo de 10 por ciento anual, con una derrama económica de casi un millón de dólares.
Pero la zona arqueológica de Copán no sólo es una posibilidad de desarrollo económico mediante el turismo, también es una de las ciudades mayas más espléndidas en adorno y nido de historias de saqueos, hallazgos y nuevas opciones en conservación arqueológica.
Es además el lugar donde fue hallada una pieza de 710 gramos, 22.5 por 7.3 centímetros de altura y ancho y un espesor de menos de tres centímetros que, como espejo, refleja dos historias: era parte del entierro de uno de los 16 gobernantes de la zona y se perdió impunemente en nuestro país hace ya cerca de dos años. Ahora podría estar en alguna colección particular en Estados Unidos o perdida en algún basurero de la ciudad de México.
Denuncia a destiempo
Carmen Julia Fajardo es quien guía la visita junto con el profesor Oscar Cruz. Ella es el brazo derecho en materia de arqueología de la gerente del Instituto Hondureño de Antropología e Historia, Olga Joya, y también quien presenció en Venecia como el entonces titular del CNCA Rafael Tovar y de Teresa se acercó a Herman Padgeth, ministro de cultura hondureño, durante la inauguración de la muestra en el Palacio Grassi, para pedirle que prestara 60 piezas de Honduras, valuadas en más de 4 millones y medio de dólares, para exhibirlas en la muestra Los mayas, exhibida en 1999 en el Colegio de San Ildefonso.
Mientras se camina rumbo a la escalinata de los jeroglíficos, Carmen Julia comenta sobre un detallado expediente del instituto, el cual termina con el informe que la PGR les envió en noviembre de 2000. El informe de la Procuraduría incluye lo mismo las versiones que responsabilizan a los comisarios hondureños, que la existencia de una estudiante de servicio social, la última persona que vio la pieza, al parecer, pero a la que no pueden encontrar.
En el informe se asienta asimismo que la Policía Judicial Federal manifestó que el CNCA cuenta "con una película en donde se grabó la pieza arqueológica en la sala diez del Colegio de San Ildefonso", aunque después éste negó la existencia del video.
La visita de una delegación de 15 arqueólogos mexicanos la semana anterior a la zona de Copán es el tema de conversación entre trabajadores. La interpretan como un intento de acercamiento para dar una explicación completa, o al menos una disculpa, por parte de las nuevas autoridades culturales. La presencia de Mercedes de la Garza, curadora de la exposición Los mayas, les hace pensar así.
Es en vano. De la visita no sabían en ese momento ni Sara Bermudez ni Sergio Raúl Arroyo, titulares del CNCA y el INAH, respectivamente. Es sólo una visita académica del Seminario de Cultura Maya, según la propia Mercedes de la Garza, quien desde 1980 no venía a Copán, y cuyas declaraciones ofendieron al pueblo hondureño al minimizar el valor de la pieza de jade extraviada, aunque ella opina que fueron "tergiversaciones de la prensa cuando me preguntaron si el pectoral era la pieza más valiosa que había venido".
El matiz no lo entienden ni Cruz ni Joya, menos el ex ministro de Cultura Roberto Pastor, quien se refiere al hecho de que Dolores Béistegui, directora de San Ildefonso, les pidiera a los comisarios que aguantaran la noticia, que no denunciaran, porque a lo mejor aparecía como las piezas de Palenque, las cuales fueron encontradas el mismo día en se notó su ausencia, el miércoles 28 de julio de 1999, en unas cajas:
"El hecho de que se descubriera el robo el día número uno y por razones seudopolíticas se aplazara su denuncia, porque no quería empañarse la ceremonia de inauguración con el presidente Zedillo y Cuauhtémoc Cárdenas, para preservar esa aura mágica en que se mueven ustedes con estos huey tlatoanis, raya en el encubrimiento".
El también periodista es duro pero certero al recordar que ya antes, en los setenta, se perdió una escultura hondureña que vino a una muestra. En su calidad de ministro él promovió, contra la opinión pública generalizada, que hubiera exposiciones en el extranjero: "para mí era un asunto importante; aquí la identidad nacional está sujeta con alfileres. Hay pocos referentes comunes. Lo arqueológico en la actualidad está imantado de una magia, un poder; eso deberían entenderlo mejor ustedes. Una pieza es un tesoro, un valor importante en el único país de Centroamérica, siendo autocríticos, que no cuenta con un Museo Nacional".
La escalinata
En Honduras, cuenta el ministro de Cultura, se dice que si Tikal, en Guatemala, es el Nueva York maya, Copán es el París. Ahora se recuerdan las palabras de Padgeth, debajo de la famosa escalinata de los jeroglíficos, cuando no acuden a la memoria visual piedras viejas tan adornadas y vistosas.
La sorpresa invade poco a poco la mirada, porque desde hace más de una década la escalinata está cubierta por una lona que la protege. En ella trabajan en la actualidad gente de la Getty Foundation, en un superespecializado proyecto de medirles a las piedras majestuosas de la escalinata la humedad relativa, el deterioro, la salinidad, la vegetación... bueno, casi hasta el alma.
Por un momento el pectoral de jade pasa a ser una anécdota más de esa acrópolis que se estudia, con diferentes proyectos, desde 1980, la misma que fue declarada del patrimonio de la humanidad, y que atrae alrededor de 120 mil visitantes al año, a razón de dos extranjeros por un nacional.
En entrevista en Tegucigalpa con Fajardo y el otro comisario, Jesús de las Heras, sobre la nacionalidad de los visitantes, se comentó que le hizo más daño a Copán, un grupo de maestros que el propio huracán Mitch. Los mentores una vez decidieron bloquear el acceso. Corrió el rumor en las agencias de viajes europeas y las amenazas de cancelaciones circularon.
Debajo de la escalinata apareció el pectoral extraviado, y mientras con poca suerte se intenta una foto del sitio justo, Joya recibe las explicaciones de la gente del Getty. Una avispa amenaza con picar a Teresa Campos, la esposa de Pastor, que es mexicana y tiene un museo financiado por dineros privados en San Pedro Sula. La arqueóloga Fajardo observa la escena, un poco incrédula, y expresa en su rostro la frase típica hondureña: "vaya pues".
Preservar primero
La legítima preocupación de Fajardo, encargada del área de Antropología del instituto, se enfoca más al aspecto integral de la zona que a la humedad relativa entre la zona II AAA y la IV AAA, como sale a la luz en el reccorido: "tenemos un presupuesto asignado en 1999 y 2000 para proyectos de emergencia , del cual hemos utilizado como 500 mil dólares. Hay disponible casi un millón del Banco Mundial para ejecución de obras concretas, pero debe estar listo el plan de manejo. Por cinco años no se autorizarán proyectos de investigación en la zona principal, necesitamos consolidar".
El plan de manejo incluye impactos de todo tipo: manejo de visitantes, prioridades de investigación, relación con la comunidadb y el entorno, la posibilidad de construir un aeropuerto cercano y la cuestionada construcción de siete módulos museísticos son ejemplos de los asuntos del plan que en septiembre revisarán 45 expertos internacionales.
En ese aspecto incluso se abarca el manejo político: hay un terreno entre la zona de Copán y la llamada de las Sepulturas que es de propiedad privada. Un camino sagrado o sacbe une ambas zonas. Las vacas pastan por ahí, comenta Joya, cada vez en número mayor por decisión del dueño.
La gerente del instituto hondureño va a tener que advertir a las autoridades del peligro que corre Copán de recibir un extrañamiento que, en un caso muy extremo, podría terminar en el retiro de la declaratoria de patrimonio de la humanidad. Sería un caso inédito en las dos centenas de sitios declarados por la UNESCO.
Con un presupuesto de 7 millones de lempiras (medio millón de dólares) se pagan los 110 empleados en toda la República, más los 11 millones por entradas, que van al fondo de patrimonio, el cual sirve lo mismo para drenajes al río Copán que para techado de monumentos y sobre todo rescates arqueológicos. Tan sólo el proyecto de la tumba de reciente hallazgo, a cargo del arqueólogo japonés Seiichi Nakamura, se llevó 200 mil lempiras, unos 130 mi dólares.
Túneles
Una de las características de la zona de Copán es que para su investigación se han utilizado túneles mediante los cuales se han conocido las diferentes etapas de construcción de la ciudad, que estuvo activa entre el 400 y el 800 de nuestra era.
Mediante uno de ellos, Cruz muestra una de las esquinas de un templo de alrededor de 15 metros de alto que se encuentra dentro de una estructura. El mismo templo, en reproducción a tamaño natural, se ubica en el museo de sitio, donde se encuentran algunos de los ejemplos de adorno de las estructuras y el famoso altar en el que aparecen en relieve los 16 gobernantes de Copán. También el G1, que en la exposición de San Ildefonso recibió uno de los sitios privilegiados, con una póliza de seguro de un millón de dólares.
Estos túneles, sin embargo, deben ser protegidos de la lluvia. Para ello, explica el arqueólogo de la Universidad de Penssilvanya, David Sedat, se realizó lo que se conoce como la alfombra, una membrana que está sobre las estructuras mayores, a su vez cubierta de pasto, por medio de la cual se impide el paso del agua y se canaliza a una especie de alcantarillado, de mal gusto para la vista de algunos visitantes, pero que en un futuro cercano permitirá, con ayuda de un equipo de monitoreo que donó la NASA, calcular precipitaciones y aportar soluciones preventivas.
La alfombra, que en realidad son tres membranas, se usa por ejemplo en las compañías que extraen oro por medio de cianuro para que este material no contamine el agua.
La tumba
En el pueblo de Copán la conocen como La tumba del japonés, y es uno de los hallazgos recientes en la zona aledaña, el cual ocurrió cuando se iba a construir una carretera, y antes de que entrara el material pesado a barrenar, se hicieron los estudios y se consiguió desviar las obras, aunque esto para una nación con un presupuesto restringido tiene un costo alto. Parados junto a la tumba, Joya, Nakamura, Fajardo y Cruz intercambian miradas que revelan una señal de alerta.
Las lonas se han quitado para ver los avances del día. Abajo, junto a la tumba, se ve un pequeño montículo que significa dos cosas: se trata de una urna, por lo que adentro debe haber piezas de jade, probablemente en una vasija, lo que significa que el señor era importante -pues ya se había encontrado otra urna- y que se habrá de poner vigilancia, porque el rumor se puede correr y puede ocurrir un saqueo nocturno.
Desde septiembre del año pasado se han hallado en esa zona restos de indígenas mayas, entre ellos los de quien se presume era un gobernante, por las dos piezas de jade halladas con los símbolos de poder militar y judicial, y las otras 27 de adorno. El personaje falleció entre los 25 y 35 años. Junto a él enterraron un niño de dos años, familiar suyo, y la mujer que hacía los servicios personales.
Explica Nakamura que se trata de un re-entierro, probablemente del gobernante que vivó entre los años 500 y 600, con lo que suman seis los restos recuperados de los 16 gobernantes, desde que se halló el primero, en 1943; aunque ya son 11 los identificados por sus nombres. Con el hallazgo de la tumba de Yax-Kukmo, en el que participó Sedat hace poco, este descubrimiento podría confirmar la presencia teotihuacana en la zona.
Cuando el primer investigador llegó a la zona, cuenta Cruz, compró el terreno donde está la zona en 50 dólares, a finales del siglo XIX. Desde entonces las historias de saqueos han sido constantes. La fiscalía de delitos contra el patrimonio y defensa de las etnias tiene reconocidas a tres bandas que operan con la red de tráfico de autos robados, y que tienen en la frontera con Guatemala un tránsito natural hacia Europa y Estados Unidos.
Con fundamento desde 1994, ha logrado algunos golpes, como el decomiso de 2 mil piezas, de las cuales hubo una devolución considerable a Costa Rica y Nicaragua, comentan Elisa Moreno y Jani del Cid, si bien su labor se divide con la atención y asesoría a los ocho distintos pueblos, cinco de los cuales con su propia lengua, que habitan Honduras y la hacen multicultural.
Desde el pequeño montículo parecen solamente lonas. Las dos decenas de trabajadores platican entre sí indiferentes al tesoro que está bajo sus pies. La comitiva de Joya, Nakamura, Cruz y Fajardo parte tranquila hacia el pueblo aledaño de Copán, porque ya se dieron las instrucciones de vigilancia nocturna.
En el pueblo la última escala es en el museo. La tarde cae, con el sopor que provoca la falta de lluvia, en la sala donde una vitrina exhibe un conjunto de piezas encontradas junto al pectoral de jade extraviado. Fajardo, Cruz y Nakamura dan unos pasos atrás, como de pudor, y queda uno solo frente al vacío donde debería estar la pieza, con un nudo en la garganta, con una extraña vergüenza nacional.
En más de 150 páginas Jesús de las Heras, Carmen Julia Fajardo y Olga Joya han documentado la historia de la pieza robada o extraviada. Desde el convenio en el que Dolores Béistegui, por San Ildefonso, se compromete a nombre de los tres organizadores: CNCA, UNAM y Gobierno de la ciudad a responsabilizarse de las 60 piezas, hasta el informe de la PGR en el que al parecer hay una testigo que vio la pieza poco antes de que se notara su desaparición, aunque no concluye nada. Hay fotografías de la primera revisión que hizo la PGR, presuntamente en busca de droga proveniente de Italia. Asimismo una constancia de recepción firmada por Yolanda Trejo, coordinadora de registro de obra y conservación de la muestra, así como fotografías del día en que por el sismo ocurrido en la ciudad de México el 15 de junio de 1999, las piezas móviles fueron trasladadas de la sala V a la sala X. Ahí al parecer inició el descuido de los organizadores ya que del orden original en que cada país tenía su bodega, se vieron hacinadas varias colecciones. Consta que el 27 de julio llegaron los comisarios que, por su valor e importancia, primero vieron las muestras monumentales, como el altar G1. Al día siguiente al descubrir que faltaba la pieza se enteraron que también estaban extraviadas unas piezas de Palenque, así como del incidente en que dos trabajadores por poco se llevan una caja que suponían vacía. La pieza pudo haberse ido en esas circunstancias o aprovechando la confusión ser robada, como se maneja, por un coleccionista estadunidense. En cualquier caso el factor clave de la historia radica en la tardanza en dar a conocer el hecho, porque la decena de posibles responsables, se multiplicó hasta hacerse invisible.