Ť La presentación del viernes de la Sinfónica Nacional fue vendida a un laboratorio
Un concierto privado, aunque anunciado público
Ť El estreno de Obertura fanfárrica siglo XXI y la presentación de Joshua Bell ahora sí serán hoy
PABLO ESPINOSA
Crónica de un concierto privado anunciado como público.
La noche del viernes ocurrieron en el Palacio de Bellas Artes varios acontecimientos, cuya relevancia bien vale una misa, digo una mesa redonda, o algo así como para reflexionar, debatir.
El más importante de todos es que se estrenó una nueva partitura, Obertura fanfárrica siglo XXI encargada por la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) a la joven compositora mexicana Alejandra Odgers.
Otro acontecimiento lo constituyó la presentación pública de un violinista excepcional, el joven estadunidense Joshua Bell, con su violín Stradivarius fechado en 1732 y bautizado Tom Taylor.
Fue un concierto privado, aunque en la radio, en la televisión, en los periódicos fue ampliamente difundido el "Programa 11 de la Primera Temporada Las Obras Maestras 2001" de la Sinfónica Nacional, además con un error reproducido alegremente: se anunció como "estreno mundial", lo que en realidad fue un estreno en México: el arreglo de William David Brohn para violín y orquesta del musical de Leonard Bernstein, West Side Story. No se anunció como tal en cambio el que sí fue estreno mundial, la obra de Alejandra Odgers.
El caso del compositor Carlos Sánchez, consignado en este espacio el domingo anterior, volvió a poner sobre el tapete la relativa indefensión de los compositores vivos frente a músicos renuentes a partituras de autores contemporáneos. "El compositor Carlos Sánchez afirmó que no emprenderá acción alguna contra la OSN ni contra su director, Enrique Arturo Diemecke, luego de que la orquesta interpretó una obra suya sin su autorización", según consigna la nota del reportero Angel Vargas. Sánchez se quejaba de que su obra no había recibido un trato digno. Por fortuna el viernes sí hubo al menos una, digamos, lectura en público de la partitura que encargó la OSN.
El público estuvo constituido por médicos y sus esposas. El concierto fue "privado" porque el INBA lo vendió desde tres semanas antes a la empresa Laboratorios Pfizer. El programa de mano luce en su portada así: "Magno Simposio. Evolución en el manejo de la Aterosclerosis. Orquesta Sinfónica Nacional". Lo interesante del asunto es que la Sinfónica Nacional no se beneficia económicamente de esta venta.
Nadie tiene nada contra los conciertos privados. Pero cuando los conciertos privados se anuncian como públicos, mucha gente queda excluida, como ocurrió el viernes.
No obstante, y dado que los programas de temporada de la Sinfónica Nacional se realizan en funciones dobles, la primera los viernes y la segunda los domingos, el público podrá disfrutar este mediodía en Bellas Artes del, ahora sí, estreno mundial de la Obertura fanfárrica siglo XXI, de Alejandra Odgers; la presentación del extraordinario violinista Joshua Bell con obras de Saint-Saens, William David Brohn a partir de Leonard Bernstein, y un encore con un fragmento de la partitura del genio de John Coriogliano para el bello filme El violín rojo, del cual Bell fue el encargado de interpretar la música, para culminar con un Brahms estupendamente ejecutado por esa gran orquesta que es la Sinfónica Nacional.