MAR DE HISTORIAS
Limpios de todo amor
* Cristina Pacheco *
Nilda toma la minigrabadora y la contempla con miedo y simpatía. Agita la cabeza para sacudirse los temores que la agobian. Al cabo de unos instantes, se acerca el aparato a los labios, oprime el botoncito y comienza a grabar:
ųLuis: me conoces mejor que nadie y sabes que soy de lo más obsesiva. Son las seis de la mañana, ni siquiera me he acostado. Pasé la noche pensando en el libreto. Sentí ganas de llamarte para oír tu opinión. Lo harás cuando nos veamos, hoy en la noche o mañana. De todas formas, decidí grabar mis propuestas porque temo que se me olviden. No es que sean importantísimas ni mucho menos, pero creo que funcionan.
Nilda suspende la grabación y retrocede la cinta. Oír su voz le disgusta porque en sus palabras se adivina el miedo. No se engaña: teme que Luis encuentre estúpidas sus propuestas o crea que piensa adueñarse del proyecto. Rápido, adelanta la cinta y retoma su idea: ųHago un paréntesis. Lo que voy a decirte no tiene nada que ver con el libreto sino con nosotros. Escúchame bien: mis propuestas son sólo eso y estoy dispuesta a modificarlas si no estás de acuerdo. Ya te dije que anoche sentí varias veces la tentación de llamarte para pedir tu punto de vista, pero me resistí. Conste: me debes una chela.
Nilda suspende otra vez la grabación. Le gusta lo que dijo porque suena informal y tiende un lazo para regresar al punto en que su intimidad con Luis se fracturó. Un golpe en el pecho la pone sobreaviso del peligro y continúa:
ųCreo que la escena debe desarrollarse en un café. Es menos formal que un restorán y muchísimo menos que la casa de ella. Pensé en llamarla Sombra, pero me pareció pretencioso. Opté por lo más simple: Teresa. Elige el nombre del personaje masculino. Mientras tanto, para mí será El.
Nilda ve parpadear la lucecita de su minigrabadora: otra vez olvidó cambiar las pilas. Corre al mueble donde acostumbra guardarlas. Mientras revuelve en los cajones monologa:
ųNunca te lo diré, pero cada vez que pienso en el personaje masculino lo llamo por tu nombre: Luis. Quizá porque desde hace años ocupas mi vida entera; a veces, cuando estoy conversando con otros hombres, sin darme cuenta les digo "Luis". Se ponen nerviosos: "ƑPerdón?" Finjo demencia y les hago creer que sólo dije "Sí". Eso los tranquilizaų. Nilda se ordena el cabello para hacer menos agobiante la búsqueda de las pilas: ųƑDónde las dejé? Con un demonio, lo único que me falta es que me dé Alzheimer antes de que haya vivido lo suficiente como para olvidar algo menos estúpido que dónde guardé las pilas. šAquí están!
Nilda levanta las baterías como si fueran trofeos. Cuando las pone en la grabadora nota que le tiemblan las manos. Otra vez no se engaña: la alteró referirse a sus sentimientos por Luis. No lo hacía desde la fiesta de fin de año. A mitad de un brindis ella se atrevió a preguntarle: "Luis, Ƒqué significo para ti?" El le lanzó una sonrisa ambigua. A la hora de las felicitaciones la abrazó y le dio su respuesta: "Eres una mujer a la que amo y a la que considero mi mejor amiga". Nilda disimuló su desilusión y se atrevió a ir más allá: "Luis, te quiero tanto... ƑNo lo sabes?" El soltó una carcajada brutal. "Carajo, claro que lo sé; pero siempre da gusto oír que alguien diga esas cosas".
II
Nilda siente frío en los pies descalzos. "Me quedé dormida", murmura en tono de disculpa. Se pone el suéter que dejó colgado en la silla y hace funcionar la grabadora:
ųTeresa ocupa la última mesa del café. Mira el reloj: pasan veinte minutos de la hora fijada para la cita. No quiere darle importancia a esa falta de caballerosidad. Saca de su bolsa un cuadernito y comienza a escribir. No sé qué, pero tiene que hacerlo como si se tratara de algo muy importante, de modo que cuando El llegue interprete su gesto sombrío como resultado de su concentración y no como un reproche por su tardanza.
Nilda se frota los ojos irritados por el desvelo y continúa: ųTeresa se alegra cuando al fin aparece El. Es tal su emoción que no da tiempo a que su amigo se excuse por la demora y es ella quien pide disculpas. Allí empieza el monólogo. El actor que interprete a El tiene que ser buenísimo. Sus respuestas, sus gestos, a lo mejor hasta su inmovilidad, serán sus respuestas a las confesiones de Teresa. A lo largo de la obra El sólo dirá palabritas aisladas y al final una frase.
Nilda sonríe, pero sus ojos están arrasados en lágrimas:
ųLuis, espero que estés de acuerdo en que la primera parte del monólogo sea muy confusa. Son hilos sueltos que Teresa arroja sobre la mesa del café, segura de que El tejerá con ellos una red para no caer el vacío. ƑQué te parece esto?
Cambia de posición, cierra los ojos y adopta la voz de Teresa:
ųPor favor, perdóname por haberte hecho venir. Te juro que si no me hubiera sentido tan mal... Tuve miedo de mí, de estar sola. No es algo que haya sucedido hoy. Viene de hace mucho tiempo y no puedo más: necesito tu ayuda. ƑMe entiendes, verdad?
Nilda interrumpe la grabación. Toma una hoja de papel y anota la última frase. Luego se lleva la minigrabadora a los labios:
ųLuis, sería bueno que en ese momento El la interrumpiera con una frase anodina: que pida Canderel, una botellita de agua o algo pequeño pero mucho más importante que lo que Teresa le está diciendo. Ella se queda como suspendida en el aire, con un gesto que significa la más jodida sensación de derrota. El no se da cuenta, le da vueltas a la cuchara en la taza y produce un tintineo alegre, navideño. Off the record: imaginé a Bing Crosby cantando Blanca Navidad. En aquella fiesta de fin de año a la que fuimos la tocaron mil veces. Cada vez que la oigo...
Nilda se cubre la boca con la mano y al mismo tiempo apaga la grabadora. Une las manos a la altura del pecho y repite, como si se tratara de un rezo: "Soy una cretina. No puedo estar llorando por Teresa y por El cuando sé que no existen. Los estoy inventando para que aparezcan en una obra que tendrá como fondo musical la voz de Bing Crosby.
El recuerdo subyuga a Nilda. Como una autónoma oprime el botón y reinicia su monólogo:
ųTeresa está muy emocionada. Repite que se ha sentido mal, cada día peor. El hace un gesto que ella interpreta como pregunta y se explica: "Estoy así desde aquella noche en que me dijiste que me amabas como a tu mejor amiga. Me solté llorando. Alguien dijo: "Se le subieron las copas. Acompáñala a su casa". Bendije esa voz. Me dejé arrastrar a tu coche y allí cerré los ojos orando para que me llevaras a alguna parte. Lo hiciste: entramos en un café.
Nilda se inclina aún más sobre el escritorio: ųPor fortuna, sólo recuerdo el lugar y no la calle donde está: de otro modo habría regresado mil veces para deshacer mentalmente aquella noche y construir otra en la que no te hubiera dicho tantas cosas. ƑLas recuerdas? No creo; es más, no sé si las oíste. Sólo veías de reojo a las muchachas que entraban en el café limpias de todo amor. Fingí no darme cuenta y hablé de mis cosas. Terminé exhausta, pero levanté la cabeza, como un perro que espera ser gratificado por una monería. Mi recompensa fue tu comentario breve y preciso: "Caray, chaparrita, como que andas medio deprimida". Luego pediste la cuenta y por tu celular, un taxi. Protesté, pero no porque te estuvieras tomando esa molestia sino porque... ƑTengo que explicártelo? El caso es que te di las gracias y me salí a la calle. Dijiste otra frase inolvidable: "Conste que me dejas muy preocupado". Seguí caminando.
Nilda hace otra anotación: "Seguí caminando." Después agrega junto a la grabadora: ųAsí tiene que terminar la obra. Podría llamarse Limpios de todo amor o Los mejores amigos. Decídelo tú.