domingo Ť 3 Ť junio Ť 2001

Néstor de Buen

Una idea interesante

En ese estar en todas partes a que nos acostumbra Carlos Fuentes, sabemos de él a veces más por la prensa extranjera que por la de casa. Lo interesante es que siempre dice algo que pone a pensar.

Ahora, en Madrid, Carlos ha planteado un tema que confieso no me parece del todo descabellado, salvo en su difícil instrumentación. Propone que lo mejor del PRI y del PRD se reúnan para formar un partido socialdemócrata. Piensa como ejemplos el PSOE, de España, el socialismo alemán de Schroeder y las corrientes encabezadas por Jospin en Francia, entre otros.

Pero Ƒqué representa la socialdemocracia?

Recordemos a su fundador, un aristócrata millonario, guapo, gentil y mujeriego que, como complemento no muy entendible, disfrutaba de una cualidad singular: su oratoria era mensaje permanente de sentido social para los obreros alemanes. Y para acabarla de fastidiar, romántico. Murió muy joven en un duelo por una mujer.

La social democracia de Lasal, que afrancesó su nombre para convertirse en Ferdinand de Lasalle, venía a constituir una especie de refugio para quienes, preocupados por la evidente explotación de los trabajadores, entendían que la solución no era la dictadura del proletariado o la desaparición del Estado, sino un modelo que en una expresión de moda a partir del Tratado de Versalles (1919) procuraría el Estado de Bienestar. Un Estado socialdemócrata, sin dejar de ser autoridad, obviamente de origen electoral, asumiría la función de repartir la riqueza en beneficio de todos, rechazando cualquier clase de dictaduras. Su famoso Programa de Gotta, objeto de una crítica feroz por parte de Carlos Marx, reconocía una especie de convivencia de los trabajadores con los empresarios bajo el control riguroso del Estado.

La socialdemocracia llegó a la lucha social cuando ya el socialismo científico o materialismo histórico dominaba las concepciones revolucionarias, quizá más en la teoría que en la práctica, en tanto que esa maquinaria poderosa de la Revolución que fue el anarquista Bakunin se adueñaba de las internacionales y extendía su influencia por el mundo, superando la presencia de los marxistas. Se apoyaba en el pensamiento agudo de Proudhon, antiguo discípulo de Marx a quien criticó con su famoso trabajo Filosofía de la miseria, al que Marx, polémico, contestó con su Miseria de la filosofía.

El materialismo histórico, el anarquismo y la socialdemocracia llenaron el siglo XIX de contenido ideológico. La Iglesia católica, más cauta, aportó a partir de 1891 su Rerum novarum, la famosa encíclica de León XIII, que inició el largo camino de su doctrina social.

Hoy, el anarquismo y el materialismo histórico han perdido el paso y desde luego que con la honrosa excepción de China, Cuba, y Corea del Norte, el mundo ha rechazado, a partir de noviembre de 1989, con la caída del Muro de Berlín, las fórmulas de los estados socialistas. Yo confieso que tengo dudas profundas sobre esa calificación, y como lo he dicho muchas veces, creo con Juan Ortega Arenas que se trataba de un capitalismo monopólico de Estado, quizá con un sentido especial para la creación de empleo y para la prestación de servicios educativos y asistenciales dignos de ser imitados.

La socialdemocracia, en cambio, se ha mantenido y reforzado con el paso del tiempo. No hay que olvidar a Willy Brandt, el famoso alcalde de Berlín que se enfrentó gallardamente contra los soviéticos. Confieso que en aquellos tiempos no me simpatizaba nada. Pero hoy tiene importantes sucesores, alguno caído de manera misteriosa como Olof Palme y otros muchos en el poder o ya en la oposición, Felipe González de manera notable.

La socialdemocracia domina el espectro político de Europa. Claro está que hay derrotas lamentables, España, Austria y ahora Italia, semisalvada por el espléndido triunfo de la izquierda en las elecciones municipales. Lo que más me preocupa es que son supuestas expresiones del socialismo a las que cuesta trabajo desconectar de un centro más o menos notable. Blair y su Gidden, como ejemplos evidentes.

Hace años, el PRI se apuntaba a los congresos de las internacionales socialistas. Nunca entendí por qué. Hoy, me parece, su única esperanza es inclinarse hacia la izquierda y no es mala la idea de Carlos de que deben compartir con muchos perredistas una posición que la geografía política mexicana exige a gritos.

El PRI, en los últimos años, estaba bastante más a la derecha que el PAN. Ahora el partido que postuló a Fox y al que Fox hace muy poco caso o, quizá, los personeros de Fox, sean o no miembros del PAN, están demostrando un derechismo tal (con una Iglesia católica litigante e interesada a un ladito, muy cerca) que estar a su izquierda no le resultará difícil al PRI o a lo que del PRI se desprenda.

Hay espacio para la socialdemocracia y personajes muy interesantes del PRI que podrían fácilmente entrar en esa nueva dimensión. Rodolfo Echeverría y Genaro Borrego, en mi concepto, podrían encabezar el grupo. Tienen larguísima experiencia, inteligencia de sobra y nadie puede dudar de su poca simpatía por el PRI que perdió el 2 de julio, aunque sigan dentro por lo menos hasta la asamblea de noviembre. Y sin otros fundamentos que una simple presunción, no me parece que Beatriz Paredes pudiera estar muy lejos de esa posición política. Y también le sobran experiencia e inteligencia.

En el PRD los candidatos abundarían. A fin de cuentas, nunca ha sido un partido radical de izquierda y sí una izquierda no tan lejos del centro, que ha olvidado muchas reivindicaciones sociales. Ahí tendrían una buena tarea que hacer, entre otros, Pablo Gómez y Amalia García. No hay que olvidar sus viejas militancias.

Suena interesante lo que dice Carlos Fuentes. No es una mala idea. Pero siempre y cuando haya jaloncitos más intensos hacia la izquierda que los de los actuales autoproclamados socialdemócratas que andan por el mundo. Ť