SABADO Ť 2 Ť JUNIO Ť 2001

ANDANZAS

Colombia Moya

Los ballets de Montecarlo

DESPUÉS DE LA muerte del gran empresario Serge Diaghilev en 1929, los miembros del célebre Ballet Ruso, prácticamente en desbandada, aspiraban a poder reunir nuevamente la compañía y continuar trabajando con el éxito sin precedentes a que Diaghilew, encabezando a los mejores bailarines, músicos y diseñadores, los había llevado desde su primera temporada en París en 1909. Sin embargo, nada sucedió sino hasta 1931 en que una compañía llamada Opera Rusa, en París, encabezada por el príncipe Zeretelli se asoció para su temporada en Londres con el empresario coronel W. de Basil, quien prefería el ballet a la ópera, y al enterarse de que René Blum, director del ballet de la Opera de Montecarlo estaba formando una nueva compañía de ballet, decidió apoyarlo. Cuando llegó a Niza, Blum ya había formado un ballet con el nombre de Ballet Theatre de Montecarlo, pero Blum no tardó en dejarse convencer por De Basil y aceptarlo como socio.

LA COMPAÑIA SE llamó Los Ballets Rusos de Montecarlo, de René Blum y Coronel de Basil, con ex bailarines de la Escuela Imperial de San Petersburgo y el Ballet Ruso de Diaghilev, Georges Balanchine y Leonide Massine como coreógrafos y Serge Grigdrieff como regisseur general. Pronto reunieron a los mejores bailarines del antiguo ballet ruso de las nuevas generaciones, tales como Alejandra Danilova y las famosas babys ballerinas, Irina Baronova, quien hizo algunas películas en México, Tamara Toumanova y Tatiana Riabouchinska, todas de gran belleza y escepcional talento.

POR FIN AQUELLA veta prodigiosa del ballet ruso parecía revivir, pero ninguno se imaginaba la cantidad de tribulaciones y rivalidades que ésta incomparable compañía habría de sufrir durante su larga existencia, y sus no menos largos periodos de receso.

EL EXITO NO se hizo esperar, y Sol Hurok, llamado el empresario sucesor de Diaghilew programó la compañía para los Estados Unidos en amplia gira. Para 1945, la compañía ya parecía haberse asentado profundamente en la vida cultural del hemisferio americano, cada vez con mayor éxito artístico y económico y había cambiado su nombre, como Ballet ruso de Montecarlo conteniendo en su repertorio los antiguos ballets de la compañía de Diaghilew: Petroushka, Scherezada, Las sílfides, etc, etc., amén de las nuevas coreografías de Balanchine y Massine, en el pináculo de su gloria, cosa que tal vez impulsó a éste último a contravenirse con De Basil, arrastrando consigo a los bailarines a hondas divisiones y facciones que llevaron a Massine en 1937 a anunciar su renuncia; no sin antes haberse conectado con René Blum en Montecarlo, para asociarse con él y formar una nueva compañía a la que pronto se unieron las estrellas del ballet del coronel De Basil. Para colmo de males Basil también perdió al empresario Hurok, quien armó alianza con Massine en esta cruenta guerra de intereses.

PARA 1941, LA compañía inició en México una amplia gira por Latinoamérica, ahora con el nombre de El Original Ballet Ruso y que tocaría en La Habana, Cuba, para beneplácito de Alicia y Fernando Alonso, quienes hicieron gran alianza con Igor Youskevitch, quien posteriormente se convertiría por muchos años en partenaire de Alicia, lo que le daría un impulso definitivo al ballet en Cuba. Así, el Original Ballet Ruso y el Ballet Ruso de Montecarlo han sufrido períodos de inactividad, altas y bajas sin dejar de influir de manera importante en las nuevas generaciones de bailarines, ya que conservan el corazón de la escuela imperial rusa y una de las más exitosas historias. Actualmente, la princesa Carolina de Mónaco, en la tradición de su madre, la difunta Grace Kelly, quien retomara la protección del Ballet de Montecarlo, parece haber proporcionado un nuevo impulso a tal tradición. Así, pronto, a partir del 23 de junio, podremos asomarnos a Bellas Artes y ver cómo está ahora el Ballet de Montecarlo, en su temporada en México, su repertorio, sus artistas y su complicada historia. Hay que verlo.