Ť No se necesita el trago para ser bohemio, afirmaba
''Compuse cientos de canciones, pero sólo 48 valen la pena''
ARTURO CRUZ BARCENAS
Ninguno de mis hijos es músico, gracias a Dios.
Pastor Cervera
La blanca ciudad está de luto. Mérida, desde antier, no es la misma, y la trova perdió a su último clásico: Pastor Cervera Rosado. Junto con Juan Acereto dio al tipo de música que interpretaba elementos distintivos: diversidad, sincretismo, tradición, estilo. Su muerte, no por esperada, dolió menos. Desde hace cuatro años comenzó el declive físico. "Se le cargaron las noches", decían los tríos que deambulan por los arcos meridanos en busca de parejas románticas, para que crezca su amor.
Vivió y se bebió (y otras cosas, como buen bohemio) todo lo que le correspondía. Pastor tenía 86 años en el momento de su fallecimiento (a las 10:00 del 31 de mayo; sus restos fueron velados en la funeraria del Panteón Jardines del Recuerdo, donde sus restos fueron incinerados ayer, a las 12:00 horas). Hizo de todo para ganarse la vida: fue obrero y trabajador henequenero. Hacia los 40 años, mientras rebanaba carne para hacer bisteces, en la carnicería donde le sobraba tiempo para tocar su guitarra, depuró una forma de tocarla. Entre bisteces y cuerdas, Pastor se pasaba la vida y era personaje singular del mercado Santa Ana, del barrio del mismo nombre.
Según sus familiares, compuso cientos de temas,
pero él, en la sala de su casa, dijo a La Jornada, en junio
del año pasado, que salvo 48, las demás no valían
la pena. Sus amigos de noche lo tienen como exigente, quizá más
que Juan Acereto.
En la sala de su casa, en la colonia Pensiones, hace
un año, Pastor ya no podía cargar su guitarra, pero en su
cuarto, al lado de medicamentos y de su dentadura postiza, veía
su lira con ternura y sólo él sabía lo que
le recordaba. Momentos antes, como era costumbre, había dicho una
vez más: "En esta casa quizá no hay dinero, pero sí
buen café". Dio instrucciones para que se sirviera el aromático,
famoso por lo bien preparado.
Más que la vejez, la condición de salud lo desesperaba y se volvía irascible. Sentado en su sofá, pidió a los amigos que lo rodeaban, entre ellos a Antonio, el Chaparro, excelente guitarrista del Grupo de Jorge Buenfil (a quien toca ahora la responsabilidad de mantener viva la trova yucateca) que tocaran Collar de perlas, para muchos su mejor obra, síntesis de su idea sentimental, cuando las manos de Pastor viajaban por las cuerdas con gracia de bailarina de ballet.
''Pastor Cervera, trovador de primera, carnicero de segunda e hijo de pu... de primera''
Gente alrededor, como familiares de Juan Acereto, contaban anécdotas de Cervera y subrayaban la amistad de ambos compositores. El talento se ve en todo lo humano y Acereto compuso unas coplas a su vale: "Pastor, Pastor Cervera: trovador de tercera, carnicero de segunda e hijo de puta de primera". No había ofensa.
Ambos fueron enamorados, fieles a su estilo de vida. ¿De dónde salen los temas de las canciones?, comentaba, sino que de la vida y de las mujeres. Ahí, entre café y canciones, Roger Erosa, historiador aficionado de la trova de su estado peninsular, soltaba con el aire que sólo los conocedores pueden hablar: "Todo lo importante de Pastor está grabado; eso es un alivio para un músico de su calidad". Ojalá y Erosa regale a su estado y a México un libro donde exponga todo lo que sabe de la trova.
Juanita, ahora viuda de Cervera, lo veía con esos ojos rodeados de oscuridad. Por momentos sus miradas chocaban y se decían o reprochaban algo inaudible. Quién sabe por qué los viejos hablan bajito. El músico reclamaba algo a su mujer; ella reía. "Es cosa de viejos", "es la enfermedad", "ya se le va la onda", "hace dos años estaba bien, pero todo cambió muy rápido; hace dos años aún caminaba por sí mismo".
Martha, una de sus hijas, invitaba más café y pedía disculpas por el mal carácter de su padre, quien en su juventud fue un charro que ejecutaba suertes que demostraban su osado carácter. "Fui el último suspiro de mi padre", dijo Martha viéndolo. Ella es la última de sus hijos. No pregunten cuántos.
El autor de la hiper clásica Pasión no dejó de fumar. Ese vicio le acompañó hasta el final. Pastor cumplió el pasado 20 de febrero 86 años. "Tú no te metas, que hasta ti te voy a dar", amenazó Pastor a su esposa. Esta reía y sólo respondía con un "¡bah!".
-¿Traes cigarros? ?me preguntó.
-No.
-¡Me lleva la chingada!
-¿Vamos a México, Pastor? --le preguntó Antonio.
-Vamos a ir al carajo. Que si estoy jodido no es por casualidad.
Comentó Erosa: "Un día, Pastor borró los temas que no le gustaron y se quedó con 48 inmortales'', 40 de los cuales han sido grabados en Pentagrama, disquera de quien fuera su amigo, Modesto López, el argentino de nombre paradójico.
Cervera nunca escribió por encargo, como sí lo hizo Luis Demetrio, por ejemplo, añadió Erosa. "Todas las canciones de Cervera fueron vivencias", precisó el conocedor, mientras Antonio toca y canta Morena mía, rolazazaza que Cervera alguna vez cantó haciendo segunda voz a Juan Acereto. Eran tiempos de gloria para Mérida, sus calles y sus bares,y sus cantinas, como la Foreing, la favorita de Pastor.
Cuando la reunión estaba en su clímax, Cervera dijo una frase síntesis: "No se necesita el trago para ser bohemio". Erosa: El bohemio es una persona desprendida y tal es el caso de Pastor, quien comenzó como trovador a los 45 años".
Modesto López: "Pastor compuso su primer tema a los 12 años, para una muchacha que tenía 15. Se la cantó y, como pago, el primero de su vida, la joven le dio una bofetada".
Dejamos al maestro descansar en su recámara. Pide que volvamos pronto, que lo visitemos más seguido, para cantar La fuente, otro de sus éxitos.
Hoy, Pastor descansa en paz y su nombre ya se encuentra al lado de los de Guty Cárdenas y Pepe Domínguez, además del de Acereto. Lo que sí, que Mérida quizá no vuelva a ser la misma, sin Pastor y sus canciones.