SABADO Ť 2 Ť JUNIO Ť 2001
Ť El último de los bohemios yucatecos falleció tranquilo, mientras dormitaba
La vida me lo ha dado todo, por eso no conozco la tristeza: Pastor Cervera
Ť ''Le canté a la familia del ex presidente Salinas, pero jamás practiqué la lambisconería"
Ť Las canciones de ahora están llenas de puras tonterías, criticaba el trovador romántico
LUIS A. BOFFIL GOMEZ CORRESPONSAL
Merida, Yuc., 1Ɔ de junio. Pastor Cervera Rosado, el "último de los bohemios", el trovador yucateco, eterno enamorado del romanticismo, de las mujeres, amigo, maestro de generaciones de bohemios y platicador incansable, Pastorcito -como le decían sus amigos-, el jueves pasado, a los 86 años, pagó el natural tributo a la vida. Se fue tranquilo, casi cuando dormía. Una prolongada enfermedad renal lo llevó a la tumba, pero ni aún en su lecho de dolor abandonó su característica personalidad, el recio, pero a la vez, apacible carácter.
El autor de El rosal, El collar, Mi última canción, entre otras piezas de íntimo romanticismo, es recordado por la comunidad artística local. Hoy, en la sala de su domicilio, el féretro con el cuerpo del trovador es velado antes de partir hacia su última morada.
Su viuda, doña Juanela Pacheco, reconfortada por sus hijos y demás familiares, sólo encomendó el alma de su compañero a Dios. Por la tarde, el prestigiado músico fue cremado y sus cenizas depositadas en una urna en la iglesia de la Divina Providencia.
Hasta allí quedó. Pero la leyenda musical empieza.
''Yo no estoy feo, lo que me friega es la cara''
Si bien había pesar, todos recordaban al hombre bueno, sencillo y humilde. Nunca acumuló riquezas. "Soy un hombre feliz con la vida, que me ha dado tanto, una esposa, siete hijos, 15 nietos... que más puedo pedir, ellos constituyen mi más preciado tesoro, mi único patrimonio", sostuvo en una de sus últimas entrevistas.
Pastorcito tenía cientos de anécdotas. Corría la década de los setenta cuando se presentó en el Teatro de la Ciudad de México. Y lo llenó. Ante ese sorpresivo acto, los periodistas le preguntaron cómo le había hecho para tener al público pendiente de su actuación. Y respondió: "Sí, lo llené. Pero muchacho, si yo no estoy feo, lo que me friega es la cara".
En otra ocasión, Pastor escuchaba a unos jóvenes trovadores y descubrió que uno de sus integrantes se ponía nervioso cuando veía al público. Santo remedio. Le colocó una venda en los ojos y si aún así equivocaba la melodía, le daba de pescozones.
Su guitarra dejó de sonar, pero su música permanecerá por siempre.
Pastor Cervera representó, por muchos años, a la trova yucateca en todos los sitios donde se paraba. Viajó mucho, conoció infinidad de lugares y ello, al fin, le sirvió de inspiración.
Para la mujer siempre tuvo elogios. "Es lo más bonito que Dios nos ha mandado".
Y las anecdótas salen a relucir. Principalmente su amistad con el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. En una ocasión, le llevó serenata a Cecilia Occelli antes de que la pareja se uniera en matrimonio. Sobre este asunto, Pastor se mostraba irónico: "Lo hice por gusto antes de que ella se casara con el ex mandatario. Desde entonces a su familia (de Salinas) le gustan mis canciones. Pero que quede bien claro que jamás lambisconee nada. Nunca practique la lambisconería", explicaba al ser interrogado sobre ese episodio.
Crítico de las canciones modernas, no dejaba pasar la oportunidad para censurarlas. "El cambio en la educación se refleja en las canciones de ahora, están llenas de puras pendejadas, chingaderas. La canción yucateca es otra cosa: en ellas se alaba a la mujer".
El último de los bohemios insistía en que se podría ser romántico sin escribir "tonterías". Se requiere sentir y dar amor. Después de Armando Manzanero, a quien calificaba como un "gran señor de la canción", ya no hay sentimiento en la música romántica.
''Jamás he fracasado''
Pastorcito siempre se mostró agradecido con la vida. Siempre explicaba que jamás tuvo algún fracaso. "En ningún aspecto de la vida. En la música nunca tuve problemas, me lo dio todo, la siento en el alma, por eso la tristeza es algo que no conozco".
El autor de otras preciosas canciones, como En tus ojos, La tarde y Como un lucero, profesaba la amistad sin intereses, muy alegre y, por supuesto, mal hablado. Una característica más en el artista. A Pastor no le importaba el escenario. Si algo veía mal, lo censuraba abiertamente.
A varios grupos de trovadores los reprendió cuando se equivocaban. En el teatro José Peón Contreras, en pleno recital de un trío, Pastorcito subió al escenario y mostró, ante cientos de personas, cómo se tocaba guitarra. "No se bajó hasta que los músicos aprendieron bien a tocar esa parte de la canción", narró uno de sus familiares.
También era especial. Cuando estaba en reuniones familiares o con amigos, la guitarra no podía faltar. El empezaba a cantar, pero sí alguien platicaba, entonces se detenía y regañaba: "Entonces qué, o canto o platicamos, chingaos".
Ahora, la guitarra no tocará más. La voz, dura, pero llena de sentimiento, no se escuchará nuevamente. A los 86 años de edad (nació el 25 de febrero de 1915), Pastor Cervera abandonó su tierra, Yucatán, y dejó a la trova mexicana huérfana.
Sus canciones, -quizá unas 200- desde ahora, forman parte de los grandes legados e inspiración para las generaciones futuras de artistas.
Una reconocida artista local, la jazzista Ligia Cámara Blum, sintetizó la vida y carrera de Pastor: "Estoy segura que desde hoy el cielo cuenta ya con un artista más en el coro celestial de Dios. Fue un hombre sencillo, innovador del bambuco, lleno de romanticismo. Un gran hombre".
Se fue el "último de los bohemios". La trova mexicana está de luto. Descanse en paz.