SABADO Ť 2 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Carlos Marichal

Estrategias mundiales de los megabancos

En el transcurso de los últimos tres años, el sistema bancario mexicano ha caído bajo control de tres megabancos mundiales: Santander, BBVA y Citigroup. Estos han absorbido, respectivamente, los tres bancos comerciales más grandes del país: Santander, Bancomer y Banamex. En medios de la prensa y de la política, se ha recordado en las últimas semanas que dichas compras han sido financiadas en parte importante por el propio gobierno mexicano, el cual ha proporcionado apoyos fundamentales a través del Fobaproa. En otras palabras, los dineros de los contribuyentes se destinan a consolidar imperios financieros privados de dimensiones nunca conocidas en la historia.

ƑCuáles son los orígenes de los megabancos contemporáneos? Conocer estos titanes financieros resulta indispensable para saber quién manda hoy en las finanzas mexicanas y en el mundo. Aunque algunos de los colosos financieros internacionales tuvieron sus orígenes en bancos comerciales que nacieron en la segunda mitad del siglo XIX, se han transformado en algo muy diferente. Tradicionalmente, la mayoría de estos bancos operaban a nivel regional y luego nacional como empresas especializadas en recibir depósitos a corto plazo y efectuar préstamos a mediano plazo. Solían ser bastante conservadores y operaban en rubros y espacios bastante delimitados. Pero esto ha cambiado radicalmente a raíz de una revolución financiera que ha tenido lugar en los últimos años a escala planetaria.

En el último decenio, los procesos de globalización han generado un proceso extraordinario de fusiones de empresas bancarias hasta el punto de que pronto sólo quedarán una veintena de empresas gigantes que dominarán las finanzas mundiales. En la mayoría de los casos se han dado fusiones entre bancos comerciales, seguidas por asociaciones con enormes compañías de seguros y con bancos de inversión. El resultado ha sido la emergencia de una serie de colosos que operan y controlan la vasta mayoría de las operaciones financieras de todo tipo: préstamos, inversiones, seguros, tarjetas de crédito.

Una rápida mirada al avance de la concentración en seis países avanzados puede ser ilustrativa. Por ejemplo, en Suiza -país famoso por sus riquísimos bancos- la banca nacional ha quedado sujeta a dos enormes grupos, que son ambos productos de fusiones: el UBS-Swiss Bank Corporation y el Credit Suisse-First Boston. En Holanda, hoy en día, también dominan dos grupos, cada uno producto de la fusión de un banco comercial holandés con un banco de inversiones inglés: el grupo ABN-Amro-Rothschild, y el grupo ING-Baring.

Las mismas tendencias se observan en Francia, donde ahora el sistema financiero está dominado por el grupo Société Générale-Paribas, y por el grupo del Banque Nationale de Paris, este último con activos que superan la increíble cifra de 900 mil millones de dólares. En España, entre 1995 y 2000 se han consolidado los imperios de dos colosos: el Banco Santander (que absorbió los bancos Central e Hispano) y el grupo BBVA, producto de la fusión de los bancos Bilbao, Vizcaya y Argentaria. En Alemania, si bien existe un número amplio de bancos públicos y privados, el sistema está dominado por dos dinosaurios: el Deutsche Bank, que se convirtió en el mayor banco del mundo cuando adquirió el poderoso banco de inversiones de Bankers Trust de Nueva York a fines de 1998, y el grupo competidor del Bayerische-Vereinsbank. Al igual que los demás de la lista, tienen sucursales en la mayoría de los países y cada uno maneja activos superiores al producto bruto de países medianos como México.

En Estados Unidos el proceso de concentración financiera no ha sido menos asombroso. Hoy en día son tres los grupos más poderosos. El primero es el Citigroup, resultado de la fusión entre el Citibank y la compañía gigante de seguros Travellers a mediados de 1998. El segundo lo constituye el grupo del Bank of America y Nations Bank, que se fusionaron en octubre de 1998 y que tienen oficinas en 190 países y 180 mil empleados. El tercer gran grupo, y el más reciente, es resultado de la fusión del Chase Bank y del banco de inversiones J.P. Morgan hace menos de un año. El banco Chase fue largo tiempo controlado por la dinastía de los Rockefeller, magnates del petróleo, mientras que la banca Morgan fue creada a principios de siglo por el capitalista financiero más famoso de la historia.

Todavía es pronto para saber con precisión qué es lo que implica a más largo plazo este proceso de reorganización y concentración que experimenta el sistema bancario y financiero a escala mundial. Pero en países como México, es claro que su sistema financiero deja de estar controlado a nivel nacional. No obstante, quedan algunos márgenes de regulación que pueden aplicar las autoridades, aunque falta discutir cuáles son y cómo deben aplicarse en el futuro. Por el momento los directivos del gobierno y del Banco de México no parecen muy resueltos a discutir las implicaciones de las tremendas transformaciones que está viviendo el sector bancario en el país. Se trata de saber cómo pueden regularse los nuevos colosos financieros privados, lo cual requiere de un debate abierto que recoja opiniones y propuestas para diseñar estrategias efectivas. El peligro es enorme, pues el Estado tiene que mandar señales fuertes si no quiere verse rebasado por las empresas globales. Por ejemplo, si el gobierno decide que no va a fiscalizar la compra de Banamex por el Citigroup, quedará claro que la sumisión a las nuevas aristocracias financieras globalizadas es casi absoluta.