sabado Ť 2 Ť junio Ť 2001

Enrique Calderón Alzati

La guerra de la Santa Alianza contra Rosario Robles

En buena medida, el triunfo electoral de López Obrador resultaría inexplicable sin la capacidad de trabajo y el liderazgo mostrados en esos meses por la jefa de Gobierno. A todo ello ayudó ciertamente la campaña de medios definida por ella, en respuesta a los ataques continuos de los que el Gobierno del DF era objeto; no fue una campaña de promoción personal, sino un acto de gobierno

Más de dos semanas lleva el fuego cruzado del PAN y algunos medios de comunicación dirigido a Rosario Robles con el fin de destruir su imagen pública y su carrera política. No se trata de un asunto menor, ni de un incidente aislado, sino que forma parte de la disputa por la nación, establecida desde 1988 entre dos modelos incompatibles de desarrollo.

Después de la sorpresa inicial causada por la conformación de las fuerzas políticas encabezadas por Cárdenas, y su enorme aceptación social de 1988, los grupos neoliberales tuvieron tiempo y oportunidad de reponerse y de imponer su visión del país, con el altísimo costo económico y social que venimos padeciendo por más de una década, ante las condiciones de injusticia social y de corrupción que sumieron a la nación en una debacle a partir de 1994, la figura de Cárdenas tomó forma y fuerza como la mejor opción para dirigir México a partir de 2000.

La respuesta del sistema fue una campaña de medios millonaria, que logró desacreditarlo ante los ojos de una gran parte de los simpatizantes que habían votado por él en el 97, logrando de paso debilitar al PRD notablemente; a ello contribuyeron errores políticos y tácticos de este partido, y la ausencia de una estrategia política adecuada.

En 1999, cuando Rosario Robles asumió la jefatura de Gobierno de manos del ingeniero Cárdenas, la imagen del Gobierno del DF estaba en sus niveles más bajos, como resultado de la campaña de medios desatada en su contra.

Tocó a Rosario Robles la tarea de enfrentar esa campaña, cuyos efectos se acercaban ya a los linderos de la ingobernabilidad. Sus decisiones le permitieron no solamente afrontar las crisis, sino establecer una imagen de gobierno fuerte, confiable y honesto, aprovechando la experiencia y los avances que se habían dado desde el gobierno de Cárdenas. En buena medida, el triunfo electoral de López Obrador resultaría inexplicable sin la capacidad de trabajo y el liderazgo mostrados en esos meses por la jefa de Gobierno. A todo ello ayudó ciertamente la campaña de medios definida por ella, en respuesta a los ataques continuos de los que el Gobierno del DF era objeto; no fue una campaña de promoción personal, sino un acto de gobierno.

Al terminar su gestión al frente del Gobierno del DF, Rosario Robles se convirtió en una de las figuras políticas más relevantes de la izquierda mexicana. La información de que disponen los grupos del poder sobre su imagen pública, la coloca como un enemigo potencial de alto riesgo; la campaña de desprestigio es una consecuencia natural cuya operación ha sido encargada a unidades menores del PAN y a algunos medios de comunicación, como el diario Reforma, que dio cobertura de primera plana al decir de un supuesto testigo, "sobre lo que oyó" respecto de una futura campaña presidencial. No se trata de un error periodístico, sino de un hecho perfectamente medido y preparado.

Es muy probable que estos ataques a Robles sean vistos en algunos sectores del PRD y de la izquierda con cierta simpatía, pensando que su debilitamiento les favorece en términos personales o de grupo, como en su momento sucedió con el propio Cárdenas; estas actitudes conforman una de las mayores debilidades de ese partido, que puede ser destruido mediante el ataque y la eliminación de sus partes, sin el pago de las facturas correspondientes. Hoy es Rosario, Ƒquién será mañana?

Llama, por cierto, la atención el tipo de guerra que ha sido aplicado en este caso, basado en supuestos actos de corrupción que pretenden colocarla en una posición comparable a la de delincuentes ligados al narcotráfico y al tráfico de influencias, que si algo revela es el nivel de descomposición política al que está llegando el país, y muy particularmente los grupos en el poder. Ť