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México, D.F. viernes 1 de junio de 2001 
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Editorial
 
 DIA MUNDIAL SIN TABACO

SOL Cuenta Guillermo Cabrera Infante en su libro Puro Humo --una historia sobre el placer de la fuma-- que el marinero Rodrigo de Jerez, el primer español que vio fumar y adoptó el vicio, cuando regresó a España de su viaje con Cristóbal Colón fue descubierto fumando solo en una habitación de su casa. "Y un día su mujer entró de improviso y lo vio, echando humo por todos los orificios de su cara (...) Su mujer lo acusó ante la Inquisición de tener un pacto con el diablo, y aquel primer fumador, en la hoguera, se convirtió finalmente en humo". 

Fumar, no cabe duda, es para algunos un indiscutible placer. Pero también está comprobado que el tabaquismo lleva a la muerte. Ayer, Día Mundial sin Tabaco, fue una fecha obligada para recordar el destino fatal de los fumadores y también para escuchar las propuestas para combatir este vicio que provoca más de 40 mil muertes al año en México. 

El secretario de Salud, Julio Frenk Mora, dijo tener el apoyo de los legisladores para aprobar un incremento al impuesto en tabaco oscuro y anunció que el gobierno federal controlará en forma progresiva la publicidad del tabaco hasta lograr su total prohibición, lo que evitará la venta de cigarrillos a menores de edad. 

El impedimento a la publicidad suena razonable en tanto que los anuncios promueven una imagen falsa de un producto que ocasiona daños irreversibles a la salud de los consumidores, pero resulta cuestionable que la medida restrinja sólo la publicidad y no la comercialización. 

Pretender que el consumo disminuya al aumentar el gravamen es una medida que en principio suena lógica, pero nada garantiza que los fumadores descarten otros gastos con tal de seguir comprando cigarros. La pregunta obligada es cómo subir considerablemente el impuesto al tabaco sin influir en la inflación. 

Otra arista que se observa del tabaquismo es el llamado derecho de los fumadores pasivos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMC), la mitad de la población mundial infantil --unos 700 millones-- está expuesta regularmente al tabaquismo pasivo. Las medidas adoptadas al respecto se han centrado en limitar los espacios donde se permite fumar, hecho que en países como los Estados Unidos o Canadá, ha generado un efecto de rechazo social a los fumadores. 

La guerra contra el tabaquismo está declarada, pero las cifras de muertes anuales y las proyectadas a mediano y largo plazos, indican que se está muy lejos de ganarse. Para algunos personajes como el célebre Cabrera Infante, la fuma del tabaco --en su caso el puro-- es un placer que trasciende al vicio, es, en sus palabras: "una pasión que se consume al consumarla". Para otros, el consenso es inequívoco: el tabaco es malo porque mata, y por ende hay que erradicarlo o, cuando menos, no consumirlo. 

Para combatir este placer mortal se requiere mucho más que operaciones financieras y censura publicitaria. Hace falta información, objetivos viables y acciones terminantes, y, sobre todo, mucha imaginación para enfrentar los intereses de una industria tan poderosa. 
 

 

 

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