VIERNES Ť 1Ɔ Ť JUNIO Ť 2001
Ť Díficil, adaptar a la filmografía de España el género del thriller, sostiene
Nadie conoce a nadie retrata un hecho concreto y eso es clave para atraer al cinéfilo: Mateo Gil
Ť El largometraje aborda las tradiciones y creencias de la Semana Santa en Sevilla
Ť Opera prima del joven director que se estrenará el día 8 en salas de México
MONICA MATEOS-VEGA
El joven cineasta español Mateo Gil transformó las reflexiones en torno de las tradiciones y creencias religiosas de la sociedad sevillana, incluidas en la novela Nadie conoce a nadie, de Juan Bonilla, en una película de suspenso, en un thriller que pretende alejarse de los estereotipos estadunidenses para hallar una nueva identidad.
La historia se desarrolla en plenos festejos de la Semana Santa del año 2000, en una Sevilla habitada por seres que juegan con su locura y obsesiones hasta el límite. Mientras unos se divierten creyéndose adoradores del diablo y asesinando, otros vagan confundidos y acosados entre los callejones de la ciudad y las procesiones religiosas.
Inicialmente, Gil iba a ser sólo el guionista de este largometraje producido por Sogetel y Maestranza Film (que se estrena en México el 8 de junio, en diez salas, distribuida por Latina), pero se decidió que también lo dirigiría. Así debuta como realizador a sus 27 años; antes, Mateo fue coargumentista de la cinta Tesis y coguionista de Abre los ojos, ambas dirigidas por Alejandro Amenábar, así como asistente del director José Luis Cuerda en la realización de La lengua de las mariposas.
Los personajes, aspecto importante
''El texto literario de Bonilla no daba para una trama cinematográfica, así que escribí una adaptación libre, un guión poderoso, tipo cine estadunidense, es lo que me habían pedido los productores cuando no sabía que la iba a dirigir", explica Gil, en entrevista vía telefónica.
Agrega que le costó trabajo darle verosimilitud a la historia, pues ''no conseguía creerme a esa pandilla de tarados mentales que matan gente tan sólo por diversión. Fue difícil darle presencia a los personajes, como el de Sapo (interpretado por Jordi Mollá); al final, creo que es el que mejor me salió porque tuve que trabajarlo mucho".
Hacer una película de suspenso implica el riesgo de que la historia o los personajes sean poco creíbles, añade el realizador, ''debes lograr que el espectador acepte ciertas reglas para que entre en una película de este tipo".
-En este caso, Ƒcómo consigues que el espectador crea y se involucre con tu trama?
-Planteo a un protagonista (Simón, aspirante a escritor que se gana la vida haciendo los crucigramas de un periódico, interpretado por el actor Eduardo Noriega) que entra al juego macabro de Sapo sin darse cuenta. Entonces, el público va avanzando en la trama a la par del protagonista.
''Filmar fue muy arduo, porque Sevilla no es una ciudad fácil para rodar persecuciones, explosiones o desde helicópteros, además, tuvimos que coordinar el rodaje con las tomas que pudimos hacer de las procesiones de Semana Santa. Me sentí apabullado.
''La principal lección que me dejó esta experiencia fue que lo más importante a la hora de escribir o dirigir son los personajes, lo demás es absolutamente secundario. Es decir, si no cuidas ni quieres a tus personajes no importa toda la parafernalia que montes alrededor, pues el espectador no entra a tu cinta, no te cree."
La influencia de Hollywood, un peligro
-ƑCómo percibes el desarrollo del género de suspenso en la cinematografía española contemporánea?
-Ha habido ciertos thrillers que han funcionado bien en taquilla, que han gustado al público, pero en general considero que es un género que no nos pertenece del todo, es muy estadunidense y es difícil adaptarlo a nuestra realidad. Lo que consiguió Alejandro Amenábar no lo hemos vuelto a lograr porque cuando él presentó sus películas era la primera vez que en España se hacía thriller con esa dinámica de personajes jóvenes, con cierta influencia estadunidense del suspense.
''Y es peligroso seguir la influencia de Hollywood. Deberíamos asirnos a nuestra realidad y a partir de ello sacar las historias. Si bien el cine español está produciendo cosas buenas, creo que se está 'americanizando' demasiado, pues los directores jóvenes realizan cintas que tienen más de lo que han visto del cine estadunidense que de lo que han vivido.
''Por eso, pienso que el atractivo de Nadie conoce a nadie es que retrata un hecho concreto que sólo ocurre en Sevilla: su Semana Santa, la cual tiene unas reglas muy específicas. Una de las claves para atraer al espectador es enseñarle una realidad muy concreta que él no conozca o que, aunque sepa de ella, se le presente un aspecto particular que develará en el transcurso de la trama."