PLAN NACIONAL DE DESARROLLO
En
alguna ocasión durante su campaña, Vicente Fox dijo que sueña
un México mejor con la mirada clavada en las nubes. En el Plan Nacional
de Desarrollo (PND), presentado formalmente ayer y puesto a consideración
del Poder Legislativo, el Presidente expuso la visión del México
que anhela:
Una nación plenamente democrática, con alta
calidad de vida y sin desequilibrios sociales extremos, garante de oportunidades
de desarrollo humano integral; una nación dinámica, con liderazgo
en el entorno mundial, con un crecimiento estable y competitivo, orgullosa
de sus raíces, pluriétnica y multicultural, con un profundo
sentido de unidad nacional.
El proyecto de nación que visualiza el Presidente
destaca por el idealismo democrático y las buenas intenciones, más
que por las propuestas concretas sobre la realidad nacional.
Si bien el PND refleja la conciencia del gobierno sobre
los principales problemas que aquejan a los mexicanos, repite el formato
de gobiernos anteriores al abordarlos desde una perspectiva general, carente
de metas claras y objetivos concretos. Nuevamente, el futuro de México
parece estar sometido a los lineamientos generales de la política
económica.
Independientemente de los acentos en temas como la democracia,
el desarrollo social y humano, la educación y el estado de derecho,
el PND es un conjunto de textos como ensayos que definen una visión
de país que la sobrevuela en todo momento el proyecto económico
del gobierno.
Incluso una cuestión toral como la educación
está vinculada directamente al entorno económico, a las demandas
del mercado laboral, a la productividad. La visión humanista es
tan sólo la fachada.
Evidentemente, el proceso de cambio en el país
es sumamente complejo, mucho más cuando existen inercias con las
que no se quiere romper. Nadie puede negar los logros del pasado, existen
y hay que reconocerlos, pero a todos consta que los principales problemas
se deben, en gran medida, a la continuidad que se le ha dado al proyecto
neoliberal.
Al margen de las aspiraciones democráticas, de
orden y respeto, y la intención de consolidar una "auténtica
república federal", el PND no se distingue en nada a las listas
de buenos propósitos en materia social que hemos escuchado desde
hace más de 20 años.
Mientras no se establezcan metas claras ni se presenten
proyectos de acción concretos, el PND será un documento cuyo
único destino práctico será el de ocupar un lugar
en los archivos de la nación, junto a los anteriores.
Si en verdad el Plan de Vicente Fox está abierto
a las adecuaciones que sean necesarias, será importante que llegue
a todos los sectores de la población para una revisión continua
y puntual. En este sentido, es de esperar que la presentación individual
de los programas y proyectos sea mucho más detallada y precisa.
En una primera lectura, el Plan Nacional de Desarollo
presentado ayer por el gobierno federal sintetiza la visión de un
México ideal, un proyecto a largo plazo --25 años-- con el
que nadie puede estar en contra. Pero, a la luz de la realidad, el único
plan que vale es el que habla con resultados.
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