miercoles Ť 30 Ť mayo Ť 2001

Arnoldo Kraus

Hitler y Gandhi

En la edición del 19 de mayo del diario Reforma, Imagen Pública, Colegio de Consultores publicó una inserción en la que se observan, ocupando casi la mitad del espacio, las fotografías de Adolfo Hitler y Mahatma Gandhi. Arriba de cada imagen se lee la palabra Buena. Debajo de las figuras se inscribe la siguiente leyenda: Una buena Imagen Pública se basa en la esencia, y depende del objetivo que se desea lograr, así como de las necesidades de la audiencia a la que va dirigida. En el anuncio se incluyen los diplomados y la maestría que ofrece el Colegio de Consultores, el nombre del rector, licenciado Víctor Gordoa, así como los correos electrónicos y teléfonos del colegio.

La suma de los datos anteriores invita a la reflexión. Son ejes centrales, inter alia: a) Hitler y Gandhi enmarcados bajo el mismo adjetivo, b) la libertad de expresión que permite a los medios "publicar todo", c) la posibilidad de pagar cualquier anuncio sin que importen ni su contenido ni los agravios que puedan producir, y d) utilizar el lenguaje sin ambages con tal de cumplir con los derroteros del anunciante.

La lectura de tan inusual publicidad, lejos, hasta donde es posible, de atavismos históricos --reconozco que por ser judío no puedo ser neutral--, analítica, "fría" y comentada con varias personas, deviene obligación y crítica. Hitler y Gandhi en un mismo plano, escrutados bajo ópticas parecidas, juzgados en forma similar y, según los anunciantes, con imágenes y repercusiones semejantes ya que ambos merecen el mismo calificativo: buena imagen pública.

Este colegio, cito sus palabras, considera que saber crear o modificar una Imagen Pública requiere de estudios especializados serios, lo cual, retomando la lógica de la leyenda que acompaña las fotografías, esencia, objetivo que se desee lograr, necesidades de la audiencia da pie a un denso intríngulis que se presta a muchas interpretaciones y a no pocas preguntas. Propone el rector Gordoa que la esencia de Hitler era similar al pacifista hindú, que existían objetivos afines y que las necesidades de las audiencias alemanas e indias requerían del mismo alimento.

Si contextualizamos el leitmotiv de Gordoa a nuestros tiempos y a sus fines propagandísticos, podría inferirse que el público mexicano tiene la opción de ceñirse al ideario nazi o bien a la filosofía humanista del prócer de la no violencia. ƑPensarán Gordoa et al que las necesidades del pueblo mexicano consisten en liquidar "al otro" --judíos, homosexuales, comunistas, negros? O, Ƒquizás el rector considere que no existen diferencias entre la filosofía nazi y el corpus gandhiano, la satyägraha --la fuerza que nace de la verdad y el amor? Denudar el embrollo planteado por Gordoa es imposible. De hecho, ni a Hitler le hubiese gustado salir al lado de Gandhi, ni a éste junto al líder germano. Sin embargo, para los propósitos de Gordoa parecería que la distancia más corta entre ambos personajes pasa por el Colegio de Consultores.

Una mínima lectura de la historia hubiese también sido bienhechora para el susodicho colegio: Hitler no creó su imagen, fueron las circunstancias del pueblo alemán las que permitieron --y urgieron-- su ascenso, mientras que Gandhi no bregó en pos de ser figura. Mientras que el primero dejó una estela de 50 millones de muertos y sepultó la moral, el segundo sigue siendo referencia obligada cuando se exaltan humildad, la no violencia y los valores humanos. La dismetría entre ambos es infinita, y ni siquiera Gregorio Samsa --el personaje de Kafka--, cuando insecto, se hubiese atrevido a crear un parangón entre ambos.

Si bien el rector publicó otra inserción en el mismo rotativo, en donde paradójicamente imprime otra vez la foto de Hitler, intitulada: La imagen de Hitler, y en la cual apela a la ética de su empresa y solicita públicamente una disculpa ya que "...hirió los sentimientos de miembros de la comunidad judía de México", quedan en el aire las preguntas antes enunciadas. La figura de Hitler no sólo remueve cenizas judías: su historia, lamentablemente, sigue siendo vigente y, regodeados en esa filosofía, los neonazis en Europa siguen quemando y matando "al otro".

Como amante de la libertad de expresión y convencido de que una de las causas fundamentales de las mermas por las que atraviesa la humanidad recae en las distorsiones y olvidos de la ética, extiendo mi inquietud a los medios de publicación, en este caso al periódico Reforma. ƑEs válido publicar cualquier información o propaganda? ƑEn dónde queda la intersección entre libertad de expresión --aunque devenga dinero-- y daños a terceros? ƑExiste una moral que rija el contenido de las inserciones pagadas? La suma de las interrogantes previas sugiere que la figura de un ombudsman de los medios de publicación, que incluya códigos deontológicos para las inserciones pagadas, es urgente.