ENTREVISTA
Vicente Arredondo Ramírez, coordinador nacional del programa
El Progresa, instrumento de política social de inversión en capital humano
Se espera que cada vez haya menos mexicanos que necesiten el programa; si incorporamos más pobres, sería una señal de que no estamos haciendo bien lo que se necesita para construir el bienestar del país, señaló el funcionario
CAROLINA GOMEZ MENA
Tras puntualizar que el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa) "nunca ha sido asistencialista, pues es un instrumento de política social de inversión en capital humano", su coordinador nacional, Vicente Arredondo Ramírez informó que algunas de las metas para este año son hacerlo extensivo a zonas semiurbanas y urbanas, proporcionarlo a familias con ni-ños que cursen grados superiores al tercer año de secundaria, promover la participación de las organizaciones no gubernamentales y la iniciativa privada, así como elevar el monto del beneficio y vincularlo a otros instrumentos sociales.
Detalló que puesto que la pobreza extrema también se ha enraizado en las localidades de más de 2 mil 500 habitantes --a las que aún está dirigido el programa--, en la nueva fase de incorporación a este beneficio, que se llevará a cabo entre julio y agosto, se in-cluirán a 637 mil familias de regiones con población de 2 mil 500 a 15 mil habitantes (semiurbanas) y con más de 15 mil habitantes o urbanas.
Asimismo, otra variante será extender el apoyo a familias que tengan niños que cursen educación media superior, con lo que se deja atrás la práctica de sólo considerar a núcleos familiares con niños que estudian hasta el tercero de secundaria.
En virtud de lo anterior, al ajuste inflacionario del apoyo y debido a que las demandas de estos menores se incrementan a me-dida que ascienden de grado escolar, se pre-vé que el techo máximo del Progresa (según el número de hijos oscila hoy entre 140 y 855 pesos mensuales) se eleve a mil 300 pesos, siempre y cuando esta familia cumpla con el requisito de contar con hijos en la educación media superior.
También la intención es influir en que los adultos de la familia Progresa tengan oportunidades de desarrollar habilidades para generar sus propios ingresos y así "romper el círculo vicioso de la pobreza". Ello, se prevé, se logrará ligando el programa a otros apoyos sociales, por ejemplo otorgar a estas familias los créditos anunciados por el presidente Vicente Fox para que creen sus mi-croempresas, los changarros.
El énfasis se pondrá en desterrar el empleo político del Progresa, y en torno esto Arredondo Ramírez dijo que puesto que en la anterior administración "se dio un uso político del programa --no en su mecanismo de selección de beneficiados, sino a través de actores que no influían en el proceso de se-lección, y se aprovechaban del miedo" y del desconocimiento de la forma en que operaba--, se impedirán esas prácticas.
Es así como además de hacer patente entre los apoyados que es imposible manipular políticamente la relación de candidatos al Progresa, se emprenderá una "recertificación" de éste, una vez que este año se em-piecen a dar vencimientos, por lo que antes de diciembre se levantará una nueva encuesta para dilucidar quiénes seguirán siendo merecedores y cuántas familias deberían ser integradas a la brevedad.
Bienestar colectivo, asunto de todos
Para Arredondo existe sólo una opción para allegar prosperidad, sino a la totalidad por lo menos a gran parte de los mexicanos me-diante el trabajo conjunto del gobierno federal, la sociedad civil y el sector empresarial, y sentenció que "el bienestar colectivo o lo construimos entre todos o no lo vamos a edificar jamás, porque ya no habrá un go-bierno que venga a resolvernos todo".
Según el funcionario, se acabaron los tiempos en que el Ejecutivo "era principio y fin de todos los bienes y de todos los males" y en los que, derivado de ello, "era exclusivo responsable de resolver la pobreza, mientras todos los demás teníamos que pedir y presionar para que hiciera las cosas".
La situación cambió y ahora las políticas sociales parten de la base de que "el bienestar colectivo es un asunto de todos", es por ello que se apelará a la "responsabilidad social" de los empresarios, la que --subraya convencido-- "va más allá de pagar sus impuestos y generar empleos", además porque el éxito de sus negocios también depende de la bonanza financiera de quienes pu-dieran ser sus potenciales clientes.
Ejemplificó que la colaboración de este sector en el Progresa no sería con contribuciones en efectivo, sino en especies, en las que ellos generan, y señaló que se han entablado pláticas con Cementos Mexicanos para dotar de pisos de este material a casas que poseen pisos de tierra (uno de los elementos generadores de múltiples infecciones en infantes), así como con instituciones bancarias "para que proporcionen recursos financieros que sean instrumentados y operados a través de organizaciones no gubernamentales en proyectos destinados a las 250 microrregiones" más pobres del país.
En toda esta tarea, destacó, "el gobierno tiene un papel muy importante": continuar con la implementación de instrumentos de apoyo social, hasta que estos sean necesarios, y coordinar y vigilar el proceso.
El Progresa surgió en agosto de 1997, durante la administración del ex presidente Ernesto Zedillo, y para muchos fue el heredero del programa Solidaridad de Carlos Salinas de Gortari. La diferencia radicó en que mientras el primero no pasó de ser un paliativo en contra de la pobreza, el segundo nació con mayores aspiraciones, intentar potenciar atributos en los beneficiados para que algún día superen el círculo vicioso de la pobreza, mediante la conjunción de tres elementos: salud, educación y alimentación.
El hecho que este programa haya "venido a romper" con la manera de combatir la pobreza mediante la combinación de los tres ingredientes antes mencionados, así como el hecho de que generaría en los beneficiados "capacidades para enfrentar la vida", son para Arredondo Ramírez elementos suficientes como para "continuarlo y reforzarlo" durante esta administración.
También para descartar un posible fracaso porque pese a que no hay cifras qué presumir en cuanto a familias que gracias al Progresa abandonaron su precaria situación económica, según el funcionario "sí hay logros".
Luego de remarcar que por ser un instrumento de mediano y largo plazo "yo aconsejo tener paciencia" para ver resultados concretos, Arredondo Ramírez negó que éste haya decepcionado, y añadió que si bien "tal vez" ni las 400 mil familias con las que arrancó en 97 ni las 2.6 millones restantes que se sumaron hasta el 2000 habrían superado la línea de la pobreza, las evaluaciones parciales de 98, 99 y 2000 demostraron avances, particularmente en lo que se refiere a "incorporación a la escuela, permanencia en ésta, alza del índice de aprobación escolar y mejoría en peso y talla".
Agregó que este año se realizará una evaluación de las 2.6 millones de familias inscritas en el Progresa, y reveló que según las primeras aproximaciones "la mayoría de éstas estarían en condiciones de que las sigamos acompañando".
--¿Pero cuánto se ha avanzado?
--Estimaciones indican que tal vez alrededor de 10 por ciento de estas familias es-taría en condiciones de no estar vinculadas al Progresa, quizás porque este sector estaba muy cerca de la línea tope (de la pobreza) y ya la brincaron.
--¿Cuánto tiempo se darán ustedes para valorar el Progresa?
--Eso no lo sabría, pero hay indicadores que nos dicen que esto va por buen camino, entonces no puedes pensar en quitarlo, sino en cómo lo reforzamos. Ahora (el martes) que el presidente Vicente Fox haga público su Plan Nacional de Desarrollo, se sabrá más, pero se debe esperar por lo menos una generación (para tener estadísticas de superación de pobreza), y eso nos da mucho miedo porque estamos acostumbrados a tener resultados a corto plazo. Pero con el Progresa hay que pensar a largo plazo.
Asistencia social, no asistencialista
Puesto que según el "consenso internacional" las posibilidades de que un ser humano "haga frente a la vida en mejores condiciones" depende principalmente de que estén atendidas sus necesidades de salud, educación y alimentación, el Progresa no sería un programa asistencialista, es decir, "no trata de resolver una necesidad urgente o inmediata, sino acompañar a la familia y crear condiciones para que se basten a sí mismas, que sean autogestivas y autosuficientes, para que llegue el día en que ya no requieran el apoyo; de hecho, ese sería el indicador del éxito del Progresa".
Este año el Progresa sumará a sus filas a 750 mil familias, lo que incrementará a los beneficiarios a 3 millones 350 mil familias, y se espera que en los años subsecuentes se sigan agregando apoyados.
¿Cuántos? Todavía está por definirse, in-dicó Arrendondo, quien resaltó que puesto que "la realidad no es estática" y durante el sexenio "pueden ocurrir eventos que au-menten o disminuyan el número de pobres", sería aventurado asegurar cuántas familias requieren el apoyo.
No obstante, manifestó que según las pautas que sigue la actual administración para medir la problemática, serían "alrededor de 40 millones" y cada núcleo familiar de es-casos recursos tiene en promedio 5.4 hijos.
Así, las familias candidatas al Progresa en lo inmediato serían poco más de 5 millones 405 mil, de las cuales ya estarían atendidas 3 millones 350 mil para fines de año. En todo caso, al concluir el sexenio el aumento poblacional habría movido las cifras.
Sin embargo, Arrendondo aseveró que se espera que "cada vez haya menos mexicanos que requieran" el programa (después de haber concluido la fase de incorporación de la totalidad de la población que lo requiere), y agregó que en la medida en que "vayamos incorporando a más pobres sería una señal de que no estamos haciendo bien las cosas que debemos hacer para construir el bienestar del país".