MARTES Ť 29 Ť MAYO Ť 2001

Ť Pondrá a consideración del Congreso siete reformas

El cambio no implica ruptura con lo que se obtuvo antes, dice el Ejecutivo

CIRO PEREZ SILVA

Al presentar este día en Palacio Nacional el Plan Nacional de Desarrollo, el presidente Vicente Fox pondrá a consideración del Congreso siete reformas sustantivas, además de detallar un decálogo que será la base de los proyectos y acciones del Ejecutivo, que incluye equidad, humanismo, inclusión, cambio, sustentabilidad, competitividad, federalismo, participación ciudadana, rendición de cuentas y transparencia.

Sostiene que la alternancia en el poder que decidieron los mexicanos el pasado 2 de julio no implica ruptura o abandono, y afirma que las transiciones no se agotan en este sexenio, sino que lo trascienden, para luego mencionar las distintas propuestas con las que el gobierno federal pretende realizar los cambios "medulares" a lo largo de seis años.

Se trata de una reforma para consolidar el avance democrático; reforma que abata la inseguridad y cancele la impunidad; reforma que permita combatir la pobreza y lograr una mayor igualdad social; reforma educativa que asegure oportunidades de educación integral y de calidad para todos los mexicanos; reforma que garantice el crecimiento con estabilidad en la economía, que tenga como premisa fundamental ser incluyente y justo; reforma que asegure la transparencia y la rendición de cuentas en la tarea del gobierno y una reforma que descentralice las facultades y recursos de la Federación.

En el avance del documento de 167 páginas y ocho capítulos que recibieron ayer los diputados, se precisa que México atraviesa por una serie de transiciones que van de lo social a lo económico, tocando a la democracia, al desarrollo tecnológico y al crecimiento demográfico, que son retos a los que el país debe responder con decisión.

Por cuanto a la transición democrática, el texto del Ejecutivo advierte que es un error pensar que el cambio que decidieron los mexicanos el pasado 2 de julio implica ruptura, abandono y negación de lo que se obtuvo antes, sino que, asegura, "la oportunidad de cambio es ocasión para mejorar lo existente, el mejor camino para darle confianza y seguridad a México, la mejor manera de encarar nuestra responsabilidad histórica".

Menciona que durante las pasadas elecciones federales se cerró un capítulo de la historia de México, "en el que se dejó atrás a un gobierno que decidía por el pueblo para contar ahora con un gobierno que decide con el pueblo. Pasamos del autoritarismo a la búsqueda de consensos", agrega.

Destaca como uno de los canales que permitieron el tránsito democrático, a la decisión de elevar a rango constitucional al Tribunal Federal Electoral, institucionalizar las autoridades electorales y crear una sistema normativo, toda vez que luego de más de 70 años del gobierno de un solo partido, uno de los riesgos en la transición era el surgimiento de conflictos entre la administración que se iba y la que llegaba, hecho que de haberse presentado, habría afectado a la economía.

"Sin embargo, y como no lo habíamos visto en varios sexenios, el tránsito entre administraciones fue sin sobresaltos y el demonio de la ya acostumbrada crisis de fin de sexenio fue conjurado", luego de asegurar que las reglas de la nueva política serán construidas en un contexto democrático y plural, "el Presidente deberá negociar con el Legislativo cualquier nueva ley, enfrentar las presiones de las entidades federativas que demandan más espacios, convivir con un Poder Judicial cada vez más sólido e independiente, con medios de comunicación sin los controles de antaño, y con una sociedad mucho más demandante".

De la transición económica afirma que ésta no ha sido fácil, ya que las reformas a la fecha han modificado la estructura productiva de México, lo nuevo ha desplazado a lo viejo, lo moderno a lo tradicional, lo dinámico a lo inerte; sin embargo, "no todo mundo ha podido adaptarse a velocidad de las transformaciones, ha habido víctimas y marginados del proceso".