LUNES Ť 28 Ť MAYO Ť 2001

Ť José Cueli

Morante va por todas

Madrid, 27 de mayo. Fue en el ruedo de la monumental plaza de Las Ventas, madrileña, donde inesperadamente todo el encanto del toreo de Morante de la Puebla nos incendió el cuerpo en la tarde primaveral. Su figura rígida, hierática al principio, se rompió en la suavidad suprema de la naturalidad torera, que le dio hondura a su toreo. Se estiraba para someter al toro y parecía como si enviara los pases naturales a los ángulos sombríos y enigmáticos de la plaza.

Al conjuro de su verónica, y su pase natural, caminándole a los toros, pasaban la España de los amores trágicos y los toreros con duende. Las mujeres que agonizan y aún sienten en su carne la ansiedad sensual y en sus labios ?agrietados por la fiebre? arde el recuerdo de los amores envenenados por la insatisfacción. Cada quien con su sello, aparecían los también toreros irrepetibles. Rafael de Paula y Curro Romero, y si se quiere Pepe Luis Vázquez ?Pepelui, pa los cabales.

No los falsos toreros de pandereta, de posiciones bravuconas y posturitas aflamencadas. El toreo en redondo y los lances con el capote ?mucho andalucismo en él? se dio por alegrías, cuerda torera, movediza, luminosa, deseo infinito de torear. Concepción del mundo trazada en el caminar por los redondeles del mundo, deleitosamente, enamorado en gozosa ingenuidad y vida en aparente superficie. Antiguo sensualismo del juego cotidiano. Pero también ?aunque no lo parezca? paralelamente hondo, dramático, a pesar de ser sevillano.

Morante de la Puebla jugó a la muerte con alegría. Toreó superior con el capote, acariciando el redondel que captura mejor el recuerdo que la mayoría de faenas orejeriles de esta y otras temporadas, de las que ni quien se acuerde. De cualquier forma es sorpresivo, poético, sinuoso. La imagen de la Andalucía torera; alegre, ágil y llena de recursos naturales que heredó a Curro Romero.

Toreo lleno de belleza que se dio en lo inesperado e improvisado. Indirecto, estilizado y lúdico, distraía los temas como las olas que al romper en la playa nos apartan de la inmensidad del mar y optó por la simplicidad e ingenuidad que le permitió torear y diferenciar su toreo del pegapasismo que se ha dado a más y mayor en el serial isidril. Morante va por todos, incluido José Tomás.