SABADO Ť 26 Ť MAYO Ť 2001

Ť El musicólogo presentó selección de 15 álbumes

La cultura popular tiene rostro y nombre, dice René Villanueva

Ť Grabará 2 discos con sonidos de marimba y de concheros

ANGEL VARGAS

Demostrar que la cultura popular no es anónima, sino que tiene rostro, nombre y biografía es uno de los más intensos compromisos artísticos y, en general, de vida de René Villanueva.

Y lo ha hecho siempre desde la trinchera de la música, en una doble faceta: como intérprete, dentro de las filas de su grupo de Los Folkloristas, y como musicólogo.

A esta última actividad, el también pintor y guionista radiofónico oaxaqueño le ha dedicado 34 de sus casi 70 años de existencia, tiempo durante el cual ha logrado conformar una fonoteca cercana a los 20 mil registros y que día con día se incrementa.

De ese material no sólo ha clasificado más de la mitad, 12 mil 500 registros, sino que con una selección del mismo ha realizado un acervo discográfico que hace unos meses llegó a la quincena de títulos y que el pasado jueves fue presentado de manera integral, en acto efectuado en el Ateneo Español de México.

Los álbumes han aparecido casi en proporciones iguales bajo los sellos de Discos Pueblo y de Pentagrama, y lo mismo recogen Cantos y música de Michoacán, Sones zapotecos de Juchitán y La flauta Chontal de Tabasco que Arte musical del Ecuador y diversas expresiones sonoras de Panamá.

La grabación de campo y su posterior impresión en discos representan para René Villanueva los mejores medios para devolverle a las personas lo que es de ella, su esencia:

''Estos años de labor me han redituado una enorme cantidad de registros, así como gran satisfacción. He atesorado materiales que no me pertenecen, pues los he tomado de la gente; ella me los ha brindado y se los tengo que devolver, y lo hago procurando serle lo más fiel posible".

En cuanto al trabajo de grabación de campo el artista e investigador se asume heredero de una tradición iniciada por José Raúl Hellmer y Thomas Stanford. Pero sus influencias no pararon ahí, cuenta, sino que decidió también emular el proceder de los compositores húngaros Béla Bartók y Zoltán Kodály, quienes salían a recoger la riqueza de la música popular para llevarla después a las partituras.

Aclara, empero, que a diferencia de esos autores, su fin ha sido ''devolverle a la gente lo que es de ella" pero, sobre todo, debatir la creencia generalizada de que la cultura popular, la música folclórica, es anónima.

''En todos los años que llevo de trabajo he encontrado que la gente no sólo tiene rostro, un nombre y una historia, sino una dignidad a través de la cual se expresa", abunda.

''Luchar contra ese mal llamado anonimato ha sido no sólo una de mis principales inquietudes sino un proyecto de vida. Los pueblos ricos, los gringos y los europeos planteaban que para que una canción fuera realmente folclórica tenía que ser anónima. Es una idea falsa, aunque muy extendida por el peso que tiene la opinión de los antropólogos y etnólogos europeos, pero que yo no sólo refuto sino que demuestro su falsedad; es una opinión racista que pretende expropiar de su nombre a la gente humilde".

Villanueva supera paso a paso una enfermedad que lo aqueja desde hace más de un año y, además de la pintura, enfoca su energía y ánimo a enriquecer su fonoteca. Ahora ultima detalles de sus próximas grabaciones: una de marimba, en Chiapas, y la otra con música de concheros.