SABADO Ť 26 Ť MAYO Ť 2001

Ť Investigación de Willivaldo Delgadillo y Maribel Limongi

Ciudad Juárez quizá sea la cuna del cine en México, hipótesis de La mirada desenterrada

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Hacer cine no sólo es dirigirlo o producirlo, sino hablar de él, pensar en él; verlo y escribir de él. Aceptando la tesis anterior, el libro La mirada desenterrada es obra de dos grandes cineastas, Willivaldo Delgadillo y Maribel Limongi. La afirmación fue del realizador Jorge Bolado, durante la presentación de la obra que cuenta y documenta la historia de la llegada del cine a Ciudad Juárez y El Paso. Y a través de esa historia se asoma a las relaciones sociales, paisajes urbanos y valores de una época marcada por significativos acontecimientos políticos y culturales.

Bolado -director de la cinta Segundo siglo- elogió la forma en que al contar su historia, Delgadillo y Limongi hacen referencia a la vida cotidiana, de una forma poética, ''cosa de la que otros libros adolecen, se convierten simplemente en una descripción de eventos cinematográficos que por más interesantes que sean, llegan a ser áridos, estériles. Y es que el cine no es así, porque cuando uno o va a ver o escribe sobre él, siempre está muy inmiscuido con la vida". Ese es -sentenció Bolado- el secreto de La mirada desenterrada.

Motivar la curiosidad

Jorge Bolado subrayó que si no hay otro documento que demuestre lo contrario, el libro de Delgadillo y Limongi prueba que el inicio del cine en México ocurrió en Ciudad Juárez y no en el DF: ''Oficialmente la primera película que se hizo en México son estas vistas de una corrida de toros en Ciudad Juárez y no las que se hicieron de Porfirio Díaz y de Xochimilco en la ciudad de México. Los Lumiere llegaron a fines de 1896 y en febrero de ese año ya se filmaba esta corrida de toros en Juárez. Quizá Juárez sea la cuna del cinematógrafo en México".

En su intervención, la crítica cinematográfica Perla Ciuk, calificó al libro como ''un trabajo extraordinario, serio y organizado, capaz de despertar la curiosidad que de todo aquel que dé la vuelta a la portada". La también investigadora añadió que La mirada... es un cúmulo de sorpresas en orden ascendente, desde una foto de Thomas Alva Edison hasta la del Centauro del Norte, Francisco Villa, con una cámara de cine en la mano.

Luego de señalar el carácter independiente del proyecto, Ciuk elogió el trabajo, el esfuerzo y la paciencia de sus autores y del editor, Miguel Angel Berumen. Coincidió con Bolado al mencionar que La mirada desenterrada constituye ''un paseo cinematográfico casi vivencial, descrito en detalle, y sin proponérselo rebasa el inicio del cine como idea medular al retratar el contexto político, económico y social".

Personajes singulares

Primera en tomar la palabra, la cineasta María Novaro hizo una relación del contenido de un libro que ''es como una película", bien contado, ameno. La directora de Danzón hizo énfasis en la cantidad de personajes singulares y fascinantes que pueblan sus páginas. Entre los diversos aspectos del libro descritos por Novaro, está el de cómo en esos primeros pasos, los exhibidores eran las verdaderas figuras del incipiente negocio: ''Eran una combinación de autor, narrador de historias y editor. Cada exhibidor escribía su propia narración y la recitaba cada que las cintas eran proyectadas".

Después de contar varias de las anécdotas que conforman esta historia prácticamente desconocida hasta ahora, María Novaro insistió: ''Es un libro que en sus imágenes nos lleva tan íntimamente, tan gustosamente, como cuando vamos al cine, se apagan las luces y vemos una película que nos cuenta todo y nos lo cuenta muy bien".

Ante la ausencia de Maribel Limongi, Willivaldo tomó la palabra al final, simplemente para agradecer a quienes los apoyaron en el proyecto, y contó una anécdota que ilustra el propósito principal del libro: contribuir a conservar la memoria de una ciudad controvertida, vital y entrañable, que tiene su leyenda negra, pero también sus zonas de luz.