SABADO Ť 26 Ť MAYO Ť 2001
Ť La familia de Orlando determinó donar sus córneas
Murió el adolescente que se disparó en la cabeza
Ť Recomienda sicóloga observar a los hijos y mantener comunicación constante con ellos
ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ
Orlando, el adolescente de 15 años que el miércoles se disparó en la cabeza en una secundaria de la delegación Iztapalapa, falleció ayer en el hospital de Traumatología Magdalena de las Salinas.
El joven falleció a las 11:15 de la noche del jueves, horas después de que le fue diagnosticada la muerte cerebral, aunque permanecía con vida mediante respiración artificial y medicamentos.
El director del hospital, Rafael Rodríguez Cabrera, informó que la muerte fue a consecuencia de una severa inflamación y hemorragias en distintas áreas del cerebro, así como por la presencia de fragmentos extraños en el interior del cráneo. La familia determinó donar las córneas de los ojos de Omar, para lo cual el cuerpo fue llevado al hospital de La Raza, antes de entregarlo a sus padres.
Sobre el hecho, la sicóloga Ofelia Guevara Moreno, de la Fiscalía para Menores de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, dijo que la comunicación y la observación de la conducta de los hijos son fundamentales para que los padres puedan detectar en ellos a tiempo algún problema que requiera de atención profesional y evitar situaciones como la de Orlando.
La doctora Guevara Moreno explicó que algunos cambios en la conducta de los hijos que pudieran indicar la existencia de algún problema son, por ejemplo, en la alimentación, la falta de apetito, o si se trataba de una persona sociable y repentinamente se volvió huraño, agresivo o se aísla, "ahí algo está sucediendo".
Advirtió que no es muy común que los padres tengan la suficiente sensibilidad y preparación para detectar situaciones anómalas, y aún más, "no solemos observar, pero sí estamos para reprender".
Uno como padre "comúnmente dice 'es chiquito, al rato va a salir adelante'. Pero dejarlo al tiempo definitivamente no garantiza que se solucione el problema que se está presentando".
Los cambios en la conducta, explicó, no suelen darse de manera drástica, "a veces uno determina que un cambio es así como el lado contrario o muy de extremo a extremo. Los cambios se van dando de manera paulatina. El hecho de que de alguna forma se detectara un cambio mínimo ya implica estar alerta, pero estar alerta no significa estar en una situación de angustia".
Lamentablemente tampoco hay información que los padres puedan tener a la mano para enfrentar este tipo de situaciones; hay escuelas que manejan talleres para padres e instituciones, como el DIF, a las que pueden acercarse.
Destacó además la importancia de la comunicación, no sólo entre el padre y la madre con el hijo, sino entre ambos padres para evitar que surjan problemas de tipo emocional en el menor, sobre todo en la etapa de la adolescencia, cuando "si bien se pasa por algunos problemas de identidad o de ser desafiantes ante la autoridad, en las relaciones familiares la falta de comunicación es una disfuncionalidad dentro de la familia que agrava características propias de la adolescencia".
Sobre las razones por las que un menor pudiera decidir armarse, refirió que podría ser una forma de tener seguridad para afrontar alguna problemática: armado se siente más seguro, más protegido, es una medida drástica pero piensa que con ella ha logrado salir avante. "Es una situación de afrontar mi problema, pero no nada más mi palabra o mi puño sirven, ahora ya son artefactos".