SABADO Ť 26 Ť MAYO Ť 2001
Ť El gobierno de Menem actuó como caballo de Troya de Washington en el bloque
Guerra encubierta de EU contra el Mercosur
Ť Busca Hugo Chávez el ingreso de Venezuela al acuerdo comercial sudamericano
STELLA CALLONI/I CORRESPONSAL
Buenos Aires, 25 de mayo. El pasado 22 de mayo el presidente Hugo Chávez, solicitó el ingreso de Venezuela al Mercado Común del Sur (Mercosur) en calidad de país asociado. La solicitud fue recibida durante una sesión de clausura del Foro Económico Mundial de Buenos Aires, por el canciller paraguayo José Antonio Moreno Rafanelli, ya que ese país ocupa la presidencia temporal del Mercosur. Hace tiempo que Venezuela intenta ingresar y esta solicitud se produjo cuando existe una fuerte discusión ya que varios países -entre ellos Argentina y Uruguay- se revelan proclives a negociar bilateralmente con Estados Unidos, lo que significaría un golpe final a la integración de los países de sudamérica. El gobierno de Brasil ve con buenos ojos el posible ingreso de Venezuela, después de las sucesivas acciones negativas de los gobiernos de Argentina. El gobierno de Carlos Menem (1989-1999) actuó permanentemente como un caballo de Troya en el Mercosur y cada reunión tenía el trasfondo tenso de las maniobras típicas de Washington. La cancillería argentina admitía "relaciones carnales" con Estados Unidos. El arribo de Fernando de la Rúa (diciembre de 1999) a la presidencia por el triunfo de la Alianza fue considerado la apertura a un nuevo periodo. Los analistas creyeron ver una conjunción de socialdemocracias progresistas con la llegada de Ricardo Lagos al poder en Chile y con Fernando Henrique Cardoso en Brasil. El entorno del Mercosur reverdeció.
En tanto, Paraguay vivía y vive la tragedia de una severa inestabilidad y el cambio político en Uruguay con la llegada de Jorge Batlle, no auguraba nada bueno para la integración, ya que siempre el actual presidente se definió a favor del ALCA y lejos del Merco sur. Estados Unidos estuvo permanentemente como convidado de piedra, corporizado en los gobiernos "amigos", digitando algunas reuniones y apostando al fracaso para que cada país llegara solo al Area de libre Comercio de las Américas (ALCA) que ya tiene su "pata" militar en el controvertido Plan Colombia extendido ahora al Plan Andino. El canciller argentino Adalberto Rodríguez Giavarini, quien reemplazó el término "relaciones carnales "con Estados Unidos de su antecesor Guido di Tella, por el de "relaciones intensas", dijo que Argentina tenía buena predisposición para analizar "a fondo y de la mejor manera la solicitud venezolana". Pero los medios recordaron una solicitud de George W. Bush a De la Rúa cuando los visitó antes de la pasada Cumbre de Quebec, Canadá, para tratar de "contener" a Chávez y "evitar que Venezuela se convierta en una nueva Cuba". El presidente de Brasil ha respaldado en cambio a Chávez para sumarse al bloque y lo invitó a la próxima cumbre presidencial del Mercosur en Paraguay. Ambos tratan de fortalecer al Mercosur en momentos en que se intenta debilitarlo hasta la asfixia. La guerra encubierta de Estados Unidos contra el Mercosur tiene muchos ámbitos. El pasado 15 de mayo desde Washington, Henry Kissinger, ex secretario de Estado, sostuvo que Brasil es el "mayor obstáculo para el rápido desarrollo" del ALCA y lo atribuyó a la "aspiración histórica" de este país de desempeñar un papel de liderazgo en el hemisferio sur. En un artículo publicado en The Washington Post afirmó que en esto radica el principal rechazo del país sudamericano al ALCA, aunque admitió que también existen razones económicas.
Kissinger -nombre asociado a todas las dictaduras del Cono Sur- recomendó al gobierno de Bush que hiciera acuerdos con Brasil en el más alto nivel y que mostrara una "mayor sensibilidad ante el orgullo y la dignidad" de una nación a punto de convertirse en una gran potencia.
La respuesta llegó desde el embajador en Estados Unidos, Rubens Antonio Barbosa, quien dijo que Kissinger trató el tema partiendo de una premisa equivocada como si existiera una "confrontación o rivalidad" entre ambos países. Consideró además que las opiniones de Kissinger ayudaban a estimular "percepciones distorsionadas", pero no contribuían a la integración.
Kissinger no está solo en su cometido. El pasado 5 de mayo el ministro de Economía argentino Domingo Cavallo dijo en Boston, que el Mercosur no ayuda al crecimiento de la región, pero aclaró que lo manifestaba a "nivel intelectual". Sostuvo también que la iniciativa integradora fue "buena" para "ayudar a Argentina a vender la idea de la liberalización comercial". En suma que había dado "beneficios políticos", pero no a la región como podría pensarse en un proyecto de integración comercial. Fustigó los acuerdos de Ouro Preto (noviembre de 1994) donde se estableció un arancel externo común del 20 por ciento y otros acuerdos. Criticó la imposición a los cuatro socios de la tarifa externa común para crear una unión aduanera y dijo que Chile no podía aceptar la estructura tarifaria de Brasil y sugirió que la mejor manera de sacar de su estancamiento a la unión regional era hacer pactos comerciales en bloque con el ALCA.
El 21 de mayo en la inauguración del Foro dijo que "a las devaluaciones la literatura económica las define como robarle a tu vecino". Fue una estocada directa a Brasil.
Al manifestar su rechazo al régimen automotor del Mercosur, sostuvo que todo ese esfuerzo de negociación era prácticamente pura basura. Aunque sus declaraciones parecían contradictorias con las del canciller Rodríguez Giavarini, sin embargo en los equipos de la cancillería hay un mensaje similar al de Cavallo, lo que mantiene a Brasil sobre ascuas..
La respuesta la dio el embajador brasileño en Buenos Aires, José Botafogo Gonçalvez, quien se preguntó si la devaluación, por ejemplo, en Canadá había significado "un robo" para Estados Unidos. "La experiencia indica que en todo el mundo hay fluctuaciones de la moneda con relación a otras". Uno de los ejemplos que citó es que al interior del TLC no hay tipos de cambio fijo.
Lo que preocupa a Brasil -dijo- es que Argentina recupere a corto plazo su tasa de crecimiento ya que afecta a Brasil un socio con dificultades económicas y más aún tratándose de su principal socio en la región. Pero para paliar el enfrentamiento dejó en claro que consideraba que los dichos de Cavallo eran "personales".
Sin embargo la comidilla no terminó allí, ya que el secretario de Políticas Económicas, Federico Sturzenegger, dijo que poco tiempo atrás "Cavallo invitó a Brasil a que se sume al peso argentino". Ante esta situación el presidente del banco Central de Brasil Arminio Fraga, presente en la reunión, actuando como todo un diplomático de Itamaratí, se sonrió. La ironía del economista chileno Feliope Larraín Bascuñán quien propuso que "si no se ponen de acuerdo entre el real y el peso argentino nosotros los invitamos a que se sumen al peso chileno" calmó en algo las aguas.
Pero el clima regional no es el mejor y las situaciones políticas, a las que se añade la explosiva movilización social, ante la tragedia de la pobreza que crece año tras año, sin esperanzas ni siquiera de una solución a mediano plazo, atizan fuegos de ruptura y desde el norte, como sucedió con la iniciativa de Contadora en Centroamérica en los años 80 Estados Unidos alienta la desintegración.