Inusitada reacción de Fox en encuentro con niños de Coahuila
La chiquillada, al jet presidencial
JUAN MANUEL VENEGAS ENVIADO
Ramos Arizpe, Coah., 24 de mayo. ųƑMe subo? ųpreguntó entusiasmado el niño Bonifacio Rodríguez al presidente Vicente Fox Quesada, mientras señalaba con el dedo índice hacia el avión presidencial.
Sonrisa y gestos complacientes ųtierno, pues, dirían algunosų, el mandatario no dudó ni un instante:
ųClaro, por supuesto. šVamos, mi cuate! ųy estiró sus brazos para cargar al pequeño y encaminarse hacia el Boeing 757 (conocido como TP-01) del Ejecutivo federal.
ųšEl niño no ve! ųalcanzó a decir, como si quisiera alertarlo, la señora María Guadalupe Morales, esposa del gobernador Enrique Martínez.
Pero Fox ni se inmutó. Siguió su paso mientras bajito, muy bajito, algo decía al oído del niño...
El Boni, como se le empezó a llamar, también decía algo, al tiempo que se difundía el dato: nunca antes había ocurrido algo parecido. Jamás. Ningún ciudadano común y corriente había sido invitado al avión del Presidente. Y menos a iniciativa del propio mandatario.
Entre esas acotaciones, reporteros, invitados e integrantes del Estado Mayor Presidencial (EMP) se veían entre sí incrédulos. Entre algunos de los primeros empezaron las preguntas. Había desconcierto: Ƒpor qué lo hizo? ƑUn acto de publicidad? ƑPopulismo? ƑFue espontáneo o algo perfectamente pensado?
Todas las interrogantes quedaron en el aire. Lo único cierto es que al llegar Fox esta mañana al aeropuerto internacional Plan de Guadalupe, ya ahí estaban El Boni y otros 25 niños de la Casa Cuna DIF de Coahuila.
Lo único cierto es que, bien formaditos, instruidos por la señora María Guadalupe Morales, estaban esperando para saludar al mandatario. Lo real es que ahí estaba El Boni y que al escuchar las turbinas del avión que aterrizó, se atrevió a preguntar: "Ƒme subo?", y que se sentó en la silla del Ejecutivo federal, con todo y el bordado dorado del escudo nacional. Y que oyó decir a Fox:
ųSi estudias mucho podrás llegar a ser presidente... Como cualquier otro niño, porque las cosas así son ya en México.
Ya de salida hacia el primer ac- to oficial que tendría en la gira por esta entidad, el presidente Fox dejó una instrucción al Estado Mayor Presidencial: que los demás chiquillos subieran también al avión. Y así fue.
Más tarde los reporteros quisie-ron saber más de la vida de El Bo-ni. Se supo que tiene ocho años, que perdió la vista por los golpes con que lo castigaban sus padres, que está en marcha el proceso pa- ra ser adoptado por una familia estadunidense, que según las estadísticas en México no hay la cultura de la adopción, mucho menos cuando se trata de niños con alguna discapacidad...
Y se armaría otra historia.