VIERNES Ť 25 Ť MAYO Ť 2001

Ť Pretenden reconstruir la vida comunitaria

Bajo cerco militar, festejan en Loxicha la mayordomía

Ť Existen órdenes de aprehensión contra presuntos eperristas

BLANCHE PETRICH

Volvieron las lluvias y en la sierra sur de Oaxaca llegó el ciclo de las fiestas propiciatorias y las siembras. Pero como ocurre desde 1996, en las comunidades de los xiches, de la región Loxicha, la celebración de las tradicionales mayordomías no puede cumplirse con normalidad. Los pueblos siguen militarizados, los entregadores o paramilitares al servicio del cacique local campean a sus anchas y persisten cientos de órdenes de aprehensión contra presuntos eperristas, que obligan a la mayoría de los jefes de familia a vivir en el monte y eludir las carreteras, los pueblos principales y la cabecera municipal.

A pesar de lo anterior, las fiestas de San Agustín Loxicha se retrasan -el día "oficial" es el de la Santa Cruz, el 3 de mayo-, pero no se suspenden, aunque para celebrarlas tenga que ser convocada una caravana civil de acompañamiento.

Este año la tercera mayordomía, organizada por la Organización de los Pueblos Indígenas Zapotecos y la Unión de Pueblos contra la Represión de la Región Loxicha, tiene como lema Por la reconstrucción de nuestra vida comunitaria. Estela García Ramírez y Genoveva García Luna explican que el cobijo de la fiesta brindará a la comunidad "el único día del año para convivir entre todos, para estar tranquilos en su propia tierra". La presencia de observadores de organizaciones no gubernamentales de derechos humanos ofrece, así sólo sea por dos días, espacio suficiente para que la vida comunitaria de los xiches se exprese.

El cambio de gobierno y las numerosas resoluciones que han emitido organismos de derechos humanos nacionales y extranjeros contra las autoridades locales poco han servido para cambiar las condiciones de excepción que viven estos pueblos. En días recientes, denuncian las representantes, se han repetido los tiroteos nocturnos y los patrullajes de soldados destacados en las cuatro bases instaladas en la región a raíz de la aparición del EPR durante el ataque de La Crucecita, en Huatulco, hace cinco años. Y la mayor parte de las personas detenidas en esa ocasión salieron libres por la amnistía decretada por el gobierno estatal, pero no han podido regresar a sus casas debido a las amenazas de los leales al presidente municipal Lucio Vázquez, ex comandante de la Policía Judicial señalado en los informes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos como autor directo de varios de los asesinatos y torturas que se registraron a partir de 1996.

Esta será la tercera mayordomía que celebran las comunidades bajo el cerco militar. En 1999 se realizó en Loma Bonita y el año pasado en Quilové. En ambas ocasiones el paso de las caravanas fue bloqueado y los acompañantes, miembros de organismos de derechos humanos y de agrupaciones civiles, fueron amenazados. La fiesta de este año, a realizarse del 25 al 27 de mayo, será en Santa Cruz Loxicha.

"La diferencia -señala Genoveva- es que este año las comunidades están más unidas. Recientemente hubo una reunión en Llano Paraje y representantes de 17 pueblos ratificaron a los directivos de la Unión de Pueblos, a pesar de que las autoridades estatales han maniobrado para dividir a los familiares de los presos con el tema de la amnistía".

A la fecha, de 138 campesinos xiches formalmente presos a raíz de los sucesos de La Crucecita, han sido amnistiados 26. Posteriormente decenas más fueron quedando libres por falta de pruebas. Al menos cinco paramilitares y gatilleros que cometieron agresiones contra las comunidades también fueron beneficiados por la ley estatal. Quedan en prisión 49 presos consignados por delitos federales, en espera de una amnistía del fuero federal que se intenta promover en la Cámara de Senadores.

Tradición ancestral

 

Desde los tiempos remotos hasta los años setenta, aproximadamente, nuestros ancestros tenían la costumbre de nombrar mayordomía, y el alcalde constitucional los seleccionaba y nombraba; por lo general eran dos mayordomos y un alumbrador o Madre, cargo que siempre recaía en una persona de edad avanzada que ya había realizado esos servicios. Estas personas se encargaban de organizar las fiestas religiosas.

Dos o tres meses antes de la celebración avisaban a parientes, compadres, vecinos y amigos para ir a cortar encinos verdes para leña, unas 30 o 40 cargas; luego preparaban ocho o 10 bagazos de panela para producir de 10 a 12 ollas de tepache. Cuando esta bebida está bien fermentada, con una o dos jícaras se emborracha la gente. Con la cera sobrante del año anterior fabricaban pedazos que entregaban a los sacristanes, encargados de hacer velas. Y para avisar al pueblo, se quemaban cohetes.

La víspera se encendían las velas y empezaban los cantos en latín. Al otro día en las casas de los mayordomos había mucho movimiento, hacían tortillas, caldo de res y otros alimentos para dar de comer a las autoridades municipales, desde el presidente hasta los topiles de la iglesia, y a todo el pueblo. Antes del convite los mayordomos preparaban la marmota, faroles de diferentes figuras y muchos colores con papel china, máscaras, vestimentas, calzados, rebozos, reatas y vinsas.

La banda de música y los coheteros daban inicio al envite de la cancha, los viejos enmascarados empezaban a bailar, y las damitas portaban en sus cabezas canastas florales. Todos iban hasta el palacio municipal, y los mayordomos inauguraban el baile popular. El día siguiente se realizaba la misa en latín.