VIERNES Ť 25 Ť MAYO Ť 2001
ECONOMIA MORAL
Umbral generoso de pobreza
Julio Boltvinik
La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente
Antecedentes
EN LA ENTREGA anterior de esta colaboración (Economía Moral, 18/05/01 y 22/05/01)1 analicé la doble disyuntiva que tiene el nuevo gobierno para decidir el método de medición de la pobreza que utilizará. Por una parte, las dimensiones de los hogares que se tomarán en cuenta, donde las opciones son un enfoque unidimensional que sólo considera los ingresos, o un enfoque multidimensional que considera múltiples dimensiones de los hogares. El otro eje de la disyuntiva es entre un enfoque generoso (llamado relativo en la bibliografía especializada) o uno avaro (absoluto). En la entrega anterior mostré el amplio abanico de líneas de pobreza y de pobreza extrema que se han utilizado en México, desde las más avaras, utilizadas por Progresa y Levy, hasta las más generosas, basadas en la CNSE (Canasta Normativa de Satisfactores Esenciales) desarrolladas en Coplamar y utilizadas por Boltvinik, Hernández Laos y otros autores. Vimos también cómo las proporciones de población en pobreza o en pobreza extrema en el país con tales líneas varían desde 15 hasta 82 por ciento en 1996 sin ajustar los datos de la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares) a cuentas nacionales2. Terminé el texto mostrando las críticas de Santiago Levy a la CNSE. Prometí, para esta entrega, mostrar los resultados (preliminares) de una encuesta que preguntó a la población urbana sobre el carácter de necesario o no necesario de una amplia lista de bienes y servicios, que proporciona elementos de juicio para, entre otras cosas, contestar a las críticas de Levy a la CNSE y, por tanto, dilucidar cuál es el nivel correcto del umbral de pobreza para México.
La CNSE y sus revisiones
LA CNSE FUE definida en 19823 y no se ha vuelto a trabajar en el tema de manera sistemática. En mis trabajos de los años noventa he realizado dos tipos de ajuste a la CNSE. Por una parte, he reducido algunos rubros que, a la luz del gasto efectivamente realizado por los hogares mexicanos, estaban abultados en cantidad: el paquete de lectura y los gastos de vacaciones. Ambos los reduje a la mitad4. El servicio de lavandería automática que estaba incluido en la CNSE (y no una lavadora y una secadora automáticas como leyó, en su "cuidadosa lectura" equivocadamente Levy, que no están en la CNSE) fue eliminado y sustituido por una lavadora doméstica, dado que la realidad así se ha movido. La solución, que parecía racional del servicio de lavado en establecimientos comerciales, no se ha producido en la sociedad mexicana.
POR OTRA PARTE, modifiqué radicalmente la manera de definir la línea de pobreza extrema (LPE). En vez de eliminar necesidades completas como se hizo originalmente en Coplamar, lo que es igual de irracional que el procedimiento de Cepal o Progresa de incluir sólo los alimentos crudos, eliminé los satisfactores relativos en todos los rubros de necesidades, tratando de aproximarme a un concepto absoluto. Como resultado, la LPE se sitúa casi en las dos terceras partes de la LP (66 por ciento). Como se aprecia en estos cambios, la CNSE no es infalible y debe estar sujeta a un proceso constante de mejoramiento y actualización.
La CNSE y las percepciones de la población
UN ELEMENTO DE juicio importante en la determinación de los umbrales es lo que piensa la población. Por ello, recientemente he iniciado una línea de trabajo que ayudará a conocer mejor las normas que actúan de manera efectiva en la vida de la población, determinando lo que necesitan y lo que no necesitan. Esto significa acercarse a la población para conocer lo que piensa al respecto. El primer paso en ese acercamiento ha sido la realización de la "Encuesta Percepciones de la Población Urbana sobre las Normas Mínimas de Satisfacción de las Necesidades Básicas", levantada por la Profeco (Procuraduría Federal del Consumidor), bajo la coordinación de Hugo Beltrán, en convenio con la UIA (Universidad Iberoamericana), con base en un cuestionario diseñado por Julio Boltvinik con la colaboración de Raymundo Martínez. Se le preguntó a 2 mil 500 personas, de otros tantos hogares en 18 ciudades, que clasificara un poco más de 200 rubros en tres categorías: necesario, deseable pero no necesario y no necesario ni deseable. Los rubros incluidos pertenecían a cuatro categorías: 1. Rubros incluidos en la CNSE pero disputables (como el refrigerador mencionado por Levy); 2. Rubros no incluidos en la CNSE como calentador de agua, teléfono familiar, pijama para hombres; automóvil, aspiradora, etcétera. 3. Rubros de nuevo desarrollo o cuyo uso se ha generalizado recientemente (computadoras personales, discos compactos, hilo dental); 4. Dimensiones de necesidades básicas que se utilizan en las metodologías de marginación y de necesidades básicas insatisfechas, donde se quería conocer dónde ubican los hogares las normas (vbgr. cuál piensan es el máximo de personas por dormitorio).
COMO SE APRECIA en el cuadro, 16 rubros incluidos en la CNSE fueron clasificados como no necesarios por 50 por ciento o más de la población. El costo total de estos rubros en la CNSE original representaba sólo 6 por ciento del costo de ésta. En cambio, 21 rubros que no están en la CNSE fueron considerados como necesarios por más de 50 por ciento de la población. Calcular el costo de estos rubros es una tarea pendiente. Sin embargo, es evidente al revisar la lista que rebasan, con mucho, el costo de los no incluidos. Tomados literalmente significarían aumentar sustancialmente el costo de la CNSE. Sin incluir el automóvil; sin embargo, el costo probablemente equilibraría o rebasaría, en una pequeña proporción, el de los rubros no incluidos. De los rubros que menciona explícitamente Levy para descalificar la CNSE (véase Economía Moral 22/05/01), 93.1 por ciento consideró la TV necesaria, 92.8 por ciento el refrigerador necesario y 70.1 por ciento la lavadora. En los rubros de entretenimiento, la encuesta parece dar la razón a Levy: ir al cine, teatro o espectáculos, o hacer fiestas o reuniones en casa, no fueron considerados necesarios por la mayoría de la población.
AL OBSERVAR ALGUNOS de los rubros que no están en la CNSE y que la mayoría de los entrevistados sí consideró necesarios (por ejemplo, teléfono familiar, calentador de agua, shampoo, pañuelos desechables), resalta el carácter austero de la CNSE. El no pobre que identifica la CNSE son personas que se bañan con agua fría, se lavan el pelo con jabón, cuya modernidad comunicacional se reduce al acceso a teléfonos públicos, que ven una televisión en blanco y negro, que no tienen acceso a pañuelos desechables, etcétera.
La CNSE ratificada
AUNQUE SE TRATA sólo de un primer paso (y de un análisis aún muy preliminar del mismo) que deberá ser seguido de indagaciones en mayor profundidad, a través de técnicas de análisis cualitativo, ratifica de manera contundente (por si fuera necesario) el hecho de que el orden de magnitud del costo de la CNSE refleja, además de las normas internacionales y nacionales y las banderas de las luchas populares, las percepciones de la población. La batalla conceptual para los minimalistas está perdida. Podrán imponer sus umbrales avaros si el gobierno percibe que ello le conviene, pero en la batalla conceptual no tienen argumentos racionales que esgrimir.
1 La columna apareció el viernes 18 de mayo como todos los viernes, pero en la edición se omitió un cuadro que resultaba esencial para su comprensión, por lo que volvió a editarse, esta vez con el cuadro, el martes 22.
2 Dado que las encuestas de hogares, incluyendo la ENIGH, subestiman el ingreso de los hogares, en el estudio de la distribución del ingreso y de la pobreza se suele ajustar los datos declarados por los hogares para que el ingreso conjunto de los hogares del país resulte igual al de cuentas nacionales. Sin embargo, tales ajustes tienen un amplio grado de arbitrariedad y se pierde la transparencia de los resultados cuando se llevan a cabo. Para fines de comparar los resultados de pobreza con diversos métodos, es válido hacerlo tanto con datos sin ajustar como con datos ajustados.
3 Las fuentes originales donde se presentó la CNSE fueron Coplamar, Macroeconomía de las necesidades esenciales, Siglo XXI editores, México, 1983, y Coplamar, Necesidades esenciales y estructura productiva en México, Presidencia de la República, México, 1982.
4 Véase Julio Boltvinik y Enrique Hernández Laos, Pobreza y distribución del ingreso en México, Siglo XXI editores, México, 1999, anexo metodológico.