VIERNES Ť 25 Ť MAYO Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
ESTE DOMINGO habrá la primera oportunidad de medir en términos electorales la eficacia del foxismo. En Yucatán se elegirán gobernador, presidentes municipales y diputados locales, en el marco de una fuerte y sostenida confrontación entre el último de los grandes caciques regionales del PRI y la nueva clase política (o lo que a ese concepto se acerque) instalada en el poder federal, para la que éstos serán los primeros comicios bajo su responsabilidad.
LA CONTIENDA rebasa los linderos estatales, por varias razones: En primer lugar, permitirá apreciar el grado de consolidación que hubiera logrado la ola foxista que un año atrás parecía estar encaminada a arrollar al PRI en cuanta futura elección se diera. Aun cuando el presidente Fox ha tenido cuidado de no mezclar de manera explícita su figura con los comicios yucatecos, es natural y evidente que su apuesta política corra por el lado de Patricio Patrón Laviada, quien combina en aquella parte de la península la fuerza del panismo tradicional con los criterios del jefe político real, que despacha en Los Pinos.
EN SEGUNDO TERMINO, habrá que darle su justa dimensión al oficio político desplegado por ese foxismo a lo largo del presente año en la riña que sostuvo con el gobernador, Víctor Cervera Pacheco, quien no se plegó -como lo hicieron muchos de sus colegas- a los nuevos tiempos embotados. Sabedor de que el ascenso al poder de Fox necesariamente desembocaría en el intento de arrebatarle o destruir la red de control que durante tantos años ha tejido el ex secretario de la Reforma Agraria, desechó la posibilidad de alianzas o acercamientos. Seco, directo, desarrolló una estrategia que tuvo sus momentos de mayor escándalo en el forcejeo por la integración de la institución estatal que organizaría y calificaría las elecciones de este domingo. La respuesta de Fox y su equipo fue tan sonora como fallida. La altisonancia de las declaraciones del Presidente, y de su secretario de Gobernación, Santiago Creel, quien se encargó directamente del caso, contrastaron de manera escandalosa con los bajos resultados obtenidos. El Presidente y su secretario advertían y amenazaban, mientras el gobernador eludía y se burlaba. El titular del poder Ejecutivo federal y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación gritaban y mostraban el cinturón en la mano, mientras la chiquillada yucateca cerverista se pitorreaba de tales ruidos y poses.
EN TERMINOS POLITICOS, el gran ganador de esos episodios fue Cervera. Pudo destinar enormes cantidades del erario para movilizaciones políticas en defensa de la soberanía yucateca, que decía estaba en peligro, y pudo colocar a los pri;ístas de manera clara en una condición militante, con bandera y argumento. Todo ello, meses antes de que iniciaran las campañas electorales formales. Luego instaló a trompicones a su favorito para la sucesión, Orlando Paredes, con escisiones priístas menores, manejables. Dada su relación de familia política con el candidato panista, Patrón Laviada, hay quienes agregan al morral de Cervera un presunto juego con dos cartas, en el que incluso pudiese favorecerle más, previo acuerdo político con el foxismo especializado en concertaciones en lo oscurito, el triunfo del panista, quien continuaría en aquella entidad la postura del gobierno federal de no tocar en asuntos de corrupción a los antecesores con los que se hubiesen hecho pactos de "alternancia democrática".
LAS CONSECUENCIAS de estos trasiegos políticos están por verse. Este domingo se sabrá si la política de plastilina que utilizó el Kínder Bucareli logró desgastar al cerverismo o si, al contrario, el viejo zorro les jugó el dedo en la boca a los novatos. De quien por diez años ha sido gobernador todo lo negativo se ha dicho (y esta columna ha dado puntual y reiterada cuenta de ello), de tal manera que parecería impensable que un político y un partido como Cervera y como el PRI tuvieran verdaderas posibilidades de mantener el poder o de pelear cerradamente por él. A menos, y ese es el punto más importante de este domingo, que los errores del foxismo y su decrecimiento hayan sido tales que no hayan mellado al imperio del mal y su sumo sacerdote maya. A menos que ese PRI, el viejo PRI, el de todas las mañas juntas, esté siendo reconstruido acelerada e indeseadamente por un foxismo cuyos altos vuelos electorales hayan sido una excepción insostenible.
MIENTRAS SE RESUELVEN los enigmas mayas, en Tabasco se va calentando el ambiente previo a los comicios que habrán de repetirse luego de las irregularidades que los jueces electorales federales encontraron en las del 2000. Los principales candidatos son los mismos de la edición anterior: Manuel Andrade, a nombre de la parte del PRI que conserva Roberto Madrazo Pintado, y Raúl Ojeda, en representación del antimadracismo proveniente del propio PRI y del perredismo lopezobradorista. Una denuncia reciente de Ojeda afirma que en su contra se traman conjuras siniestras, que podrían acaso derivar en riesgos personales extremos. Anoche, el candidato del PRI disidente-PRD debería haber entregado a autoridades federales pruebas de sus graves señalamientos.
EN ESTOS ESCENARIOS del sureste, resultan notables las dos varas con las que el PAN está tomando sus medidas electorales. Invocando la necesidad de cerrar el paso al cerverismo en Yucatán, promovió y consiguió una alianza con el PRD, que colocó a éste en la triste circunstancia de ser convidado electoral, mero peón de brega, de un panismo de extrema derecha, mientras en Tabasco no actuó con la reciprocidad deseada, pues prefirió postular candidato propio al gobierno, aun a sabiendas de que con ello ayuda los afanes de releccionismo a trasmano de Madrazo Pintado.
EN JALISCO TAMBIEN saltan las incongruencias del panismo entre el decir y el hacer. Los diputados locales del blanquiazul están abiertamente decididos a cerrar el paso a la relección de Guadalupe Morfín Otero como ombudsman, debido a que el gobernador panista, Francisco Ramírez Acuña, mantiene un veto sobre la mencionada dama a causa de la incómoda independencia que mostró durante su primer cuatrienio. Para cerrarle el paso, surgieron candidatos con tales insuficiencias o impedimentos que varios debieron declinar o fueron necesariamente inhabilitados por el propio Congreso. En varios casos saltaban a la vista las relaciones de dependencia con el gobernador.
HOY, SEGUN LO HABIAN programado, los diputados de aquella entidad deben elegir al nuevo titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, de entre la citada Morfín Otero, a la que apoya la gran mayoría de las ONG y una corriente social importante, y uno o dos de los candidatos sobrevivientes, cualquiera bien visto por el gobernador y por la Coparmex, los tecos de la UAG, el cardenal Juan Sandoval y otros grupos de extrema derecha. El PAN ha puesto en el tianguis parlamentario la posibilidad de que el PRI coloque a un propio en ese cargo (librando así al gobernador de una ombudsman incómoda) a cambio de permitir a los blanquiazules el control del Consejo Estatal Electoral, que también está en proceso de renovación.
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