Ť Misión diplomática reúne informes políticos, ensayos y poemas del escritor
Aparece obra en dos tomos sobre el quehacer de Alfonso Reyes en el Servicio Exterior
Ť Desempeñó cargos a nombre de México en España, Francia, Argentina y Brasil
Alfonso Reyes, como otros literatos nacionales, también
incursionó en el Servicio Exterior Mexicano. Y para conocer esa
faceta del escritor circula Misión diplomática, obra
en dos volúmenes coeditada por el Fondo de Cultura Económica
y la Secretaría de Relaciones Exteriores, que ofrece una recopilación
de informes políticos, cartas reservadas, proyectos, telegramas,
así como algunos ensayos y poemas que realizó durante esa
actividad, compilados por Víctor Díaz Arciniega.
De 1920 a 1936, Reyes desempeñó cargos
en las embajadas de México en España, Francia, Argentina
y Brasil. En estos documentos se manifiesta una imagen poco conocida del
escritor: la del político, conocedor de los vericuetos internacionales
de su país y de los negocios de Estado.
En particular, el periodo en el que se desempeñó como diplomático en Brasil fue complejo, pues tuvo que ''sortear las complicaciones políticas derivadas del inicio de la dictadura de Getulio Vargas, al mismo tiempo que insistía en la promoción de la cultura y el intercambio de ideas''.
Acerca de sus experiencias en el campo de la diplomacia, Alfonso Reyes escribió en 1933:
''En nuestra América, hasta hace poco, los muchachos que salían literatos no tenían más recurso que hacerse abogados. Como el abogado 'toma la palabra' y es orador, cae cerca de la literatura. De aquí nuestra literatura, que huele a abogado. Y nada estorba más a una función que lo que se le parece un poco. Valdría más que el ensayista fuera industrial o el poeta fuera jardinero. Igualmente habrá quien pretenda que tampoco deja de ser un peligro el literato diplomático al nuevo estilo. Dejando reparos secundarios o fundados en el odio a la inteligencia, vamos al reparo más sutil que conozco. El diplomático ?dicen? se encuentra frecuentemente en el paso de 'redactar' y de 'expresarse públicamente'. El comerciante cuando redacta, el negociante cuando informa tienen bastante con ser claros en la indicación o enunciación de hechos, pero el trabajo de redactor del diplomático supone, como el del literato, un estilo.
''Ahora bien, el literato se ensaya en decir, en precisar. Y el diplomático debe hacer lo contrario muchas veces: esfumar, eludir. Porque precisar es comprometer ?no comprometerse a sí mismo, sino, lo que es peor, a su país?. Precisar es poner el dedo en la llaga; es, pues, lastimar, herir la cuerda sensible. Y, en efecto, conozco algún caso en que la literatura o hábito de expresiones precisas le han jugado una mala pasada a algún diplomático. Estas dos operaciones de estilo son, pues ?pudiera decirse a la ligera?, directame nte contrarias, y sólo se parecen en la síntesis hegeliana. (¡Como si esfumar o eludir cuando hace falta no fueran también fenómenos del estilo literario!) ¿Puede darse esa síntesis? ¡Evidentemente! El literato con experiencia novelística o teatral sabe hacer hablar a una portera. El literato con experiencia diplomática también sabe y puede encontrar el estilo diplomático en sus expresiones. Así pues, se cierra el círculo: se deshace sólo el argumento. Es mejor que, en todos casos, el hombre (diplomático o no) tenga la cualidad de expresarse bien. Luego si el hombre diplomático está doblado de un escritor, mejor qué mejor. Que en cuanto al error de adornar inoportunamente con galas y floreos la redacción diplomática, ése no es error de escritor, sino de persona de mal gusto y mala educación".
Lo anterior aparece en el primer volumen de Misión diplomática, obra que registra ''el esfuerzo monumental de Reyes por introducir a Hispanoamérica en el cauce de la historia y la civilización occidentales''.