Ť Las paradojas de lo humano en la cúspide de la farsa
Mujeres frente al espejo o el dilema de someterse o no al bisturí
MARIANA NORANDI ESPECIAL
En estos últimos años, la televisión, la moda y la sociedad en general, han creado un patrón estético femenino basado en la perfección y en una extremada delgadez inalcanzable para la mayoría de las mujeres. Para lograrlo, algunas recurren a dietas desequilibradas, cayendo en anorexias, depresiones e incluso en suicidios, otras en cambio se decantan por una vía más rápida y eficiente, la cirugía. La obra Mujeres frente al espejo, de Mauricio Pichardo y Guadalupe Velázquez, que dirige Sergio Giménez en el Teatro 11 de Julio, indaga en los motivos que arrastran a una mujer a someterse al bisturí. El montaje está ambientado en la sala de espera del consultorio de un cirujano estético. Mientras las pacientes esperan a que llegue el médico comienzan a platicar acerca de las razones que las llevan a tomar tan drástica solución. A medida que transcurre el tiempo, pasan de lo cómico a lo dramático, de escuchas a confesiones. Eugenia (Irma Lozano) es una señora de cincuenta años que desea operarse para conquistar a un hombre diez años menor de quien está enamorada. Miriam (Gabriela Goldsmith) es la esposa treintaiñera de un alto ejecutivo quien le es infiel con una joven veinte años menor, por lo que quiere verse mejor ante su rival. Astrid (Ninel Conde) es una joven edecán que ha caído en la obsesión por la cirugía para triunfar en la televisión. Lorena (Mónika Sánchez), la más joven de todas, acude al cirujano para acabar con el complejo que le provoca su abundante busto, y Fernanda (Isaura Espinoza) es la única que no se encuentra en el consultorio por un deseo estético, sino para la reconstrucción un seno que le fue extirpado. Todas ellas son atendidas por Amparito (Sylvia Pasquel) una simpática y espontánea recepcionista que protagoniza a la mujer sin complejos que se acepta tal y como es. Durante la espera, analizan el trasfondo de los motivos por los que se quieren operar, dándose cuenta de que muchas parten del deseo de gustar a los hombres y la presión de competir con otras mujeres. Cada uno de estos personajes engloba a diferentes estilos de mujer. El escenario se transforma en espejo, en radiografía de vidas, deseos y angustias. Nadie se escapa de mirarse al espejo, que no sólo refleja a mujeres, sino también a hombres. Gabriela Goldsmith comenta: "En esta obra exponemos la problemática de seis mujeres, muy bien seleccionadas por los autores, que abarcan gran cantidad de población y con las cuales, los espectadores se identifican con uno o con otro personaje". A pesar de que es una obra muy crítica, en ningún momento se cuestiona la cirugía estética, se deja al espectador que extraiga su propia opinión. Goldsmith agrega: "La cirugía no es la solución, pero tampoco es una cacería de brujas. Aquí damos el aspecto humano de cada uno de estos personajes, el porqué es tan importante para ellas la cirugía. Creo que si la operación te va a dar una seguridad que no tienes, adelante, siempre y cuando no se caiga en excesos".
El trabajo interpretativo en esta obra está sumamente logrado. Las seis actrices viven con intensidad sus papeles y atrapan al público desde un principio. En ningún momento decae el interés por lo que ocurre en el escenario, y el humor es un hilo conductor constante que, tomando diferentes matices, es sagaz y contagioso.
Mujeres frente al espejo es una puesta interesante, donde lo cotidiano se viste de comedia teatral, ubicando lo paradójico del comportamiento humano en la cúspide de la farsa para que el espectador se refleje, reflexione y se ría de su propia realidad.
Mujeres frente al espejo: Teatro 11 de Julio. José María Vértiz 668, colonia Narvarte.
Viernes: 19 y 21:30 horas; sábados: 18 y 20:30 horas, y domingos: 17:30 y 20 horas. Entrada: 150 pesos