LUNES Ť 21 Ť MAYO Ť 2001
COSAS DEL FUTBOL
Josetxo Zaldúa
Santos y Pachuca dieron ayer un bello espectáculo. Juego limpio, de calidad en algunos pasajes del partido, y ambiente sabroso en las gradas. Saldo blanco. La fanaticada se llevó un diez a pesar de la abrasadora temperatura ambiente en Torreón.
Más allá de la pasión, y el futbol nada sería sin ese condimento, conviene aterrizar en la pista sinuosa del considerado número uno de los deportes.
Pondrán ahora el acento en el asunto de los extranjeros -sean entrenadores o futbolistas- en la liga mexicana, aprovechándose de que ambos equipos están dirigidos por mexicanos.
Es absurdo que por el hecho de que Fernando Quirarte y Javier el Vasco Aguirre sean mexicanos se diga desde mañana que lo de casa es lo único que funciona.
Ambos equipos tienen en sus filas a extranjeros. Estos, como los nacionales, lo hacen bien, o mal, o regular...o a todo dar.
Conviene recordar que el futbol más caro y de más calidad está en Europa, donde los futbolistas extranjeros (y nos referimos a los que no son de ese continente), especialmente los latinoamericanos, aportan enormes dosis de calidad sin demérito de sus selecciones nacionales.
Argentina exporta jugadores como la OPEP petróleo. Brasil tal vez no tanto, pero en calidad matan a cualquiera. Chile y Uruguay fabrican jugadores sin pestañear. Paraguay está al alza y México...pues bien gracias.
Ausencia de planificación
El asunto no es la presencia extranjera, sino la ausencia de planificación, trátese del futbol, o de cualquier deporte. Nos gusta, o mejor dicho les gusta a los directivos dizque mexicanos, darle en la mera torre a lo nacional.
Y para ello cuentan, o por lo menos han contado, con la anuencia de los gobiernos en turno. Todo se perdona con una medalla de oro olímpica. Y si no hay medalla, así sea de bronce, a la hoguera mediática. Somos, o son, timoratos, por decirlo diplomáticamente.
Hay ejemplos aquí y afuera para entender cierta lógica. El caso del Atlas, como de algún modo es el de la UNAM, es llamativo. Y fue un extranjero, Ricardo LaVolpe, quien arriesgó con los de casa. Y con ellos, jóvenes de calidad, armó un equipo que daba gusto ver. Que perdieran o ganaran era lo de menos. Jugando el Atlas el aficionado sabía que iba a disfrutar del futbol.
Lo de fuera no es bueno ni malo porque sí. Es como los jugadores de casa. Los hay muy buenos -y no llegan a México-, los hay más o menos, y van a todas partes, y los hay malos, que arriban a México y a Centroamérica.
La impresión generalizada es que el problema no está tanto en el campo de juego como en los despachos de los directivos y de las televisoras que manejan el futbol nacional.
El problema no está afuera. En tanto los directivos del futbol mexicano campen a sus anchas, haciendo de la irracionalidad su bandera, no habrá posibilidad de que nuestro futbol crezca en forma y fondo.
Esos barones del futbol son la sombra que impide el crecimiento del futbol nacional. El enemigo no es el extranjero. Está en casa. Dormimos, y es un decir, con él.