DOMINGO Ť 20 Ť MAYO Ť 2001

JAZZ

Eduardo Piastro

Ť Antonio Malacara

LA NOCHE DEL MARTES 15 el maestro Eduardo Piastro festejó su día ofreciendo un concierto en el teatro Benito Juárez; esto, dentro del ciclo Más Jazz que el mismo Piastro coordina desde marzo de este año y que, a pesar de la nula publicidad que ha recibido, cuenta ya con un público cautivo que se da cita todos los martes en Villalongín 15 para disfrutar y apoyar el jazz mexicano en todas sus expresiones y modalidades.

CON VEINTIUN AÑOS de trayectoria profesional, y habiendo desfilado por grupos tan importantes como Montaje y Astillero, la faceta solista de Eduardo Piastro, iniciada a mediados de la década anterior, ha ido cobrando fuerza y madurez a cada momento, impregnando cada presentación con nuevas atmósferas que recrean sus propios temas, piezas instrumentales que vienen incluidas en el disco La Banda de Moebius (1999) y que son una verdadera cátedra de composición.

APOYADO SIEMPRE POR ex-celentes músicos (Agustín Bernal, Alejandro Campos, Tony Cárdenas, Armando Montiel, Aarón Cruz, etcétera), antenoche su cuarteto estuvo integrado por Agustín Bernal (el mismo contrabajo que lo acompañara en el disco), Hernán Hecht (batería) y Nicolás Santella (piano).

UNA MUJER ATRAS de nosotros no dejaba de hablar. El concierto se inició con el cacareo de esta señora y con Doce tonos de azul, un blues dodecafónico de una limpia, limpérrima atonalidad, en donde es evitado cualquier malabarismo instrumental para poder hurgar con calma en las diferentes texturas de sus armonías.

DESDE AQUI SE DIO el primer diálogo de antología entre contrabajo y batería; cuerdas, tambores y platillos saltaban y se escurrían con juguetona maestría; la vetereranía de Bernal y los nuevos aires de Hecht se miraban de frente, dándonos tan sólo un adelanto del dueto que se reventaron a medio concierto interpretando My Romance, un tema de Rodgers & Hart fuera de programa en donde lograron construir una portentosa escultura, una talla directa en matices donde daban la impresión de haber tocado juntos toda la vida. Eran dos generaciones unidas en la Banda de Moebius, sin anversos ni reversos.

IGUAL SUCEDIO CUANDO Piastro y Santella quedaron solos en el escenario para sumergirse en la suave cadencia de Los viejos amigos, un blues de Jacques Brel donde la joven maestría y la pasión del pianista improvisaban a la par del maestro. Ese fue el tenor de toda la noche. Los pasajes que iban de lo circular a la exquisitez, a la comunión entre los cuatro ejecutantes que eran constantemente ovacionados por un sector del público que exageraba un tanto sus muestras de afecto y placer.

PIASTRO PRESENTO ADEMAS dos temas nuevos: El material del que están hechas las estrellas y Todas las canciones que tú eres. En el primero, de altísimo nivel técnico y espiritual, el ensamble subía y bajaba la intensidad de las atmósferas a su antojo; el sonido opaco de la guitarra (que permaneció así toda la noche) no le quitaba ni fuerza ni expresividad; la carga impresionista anunciada por Iraida Noriega en la presentación del grupo fluía con naturalidad, ratificando el código, el estilo que Eduardo ha sabido construir a través de los años y que lo saca del común denominador.

EL SEGUNDO TEMA es completamente relajado y festivo, es un swing con sabor al Broadway de los cuarenta, pero leído desde los observatorios del nuevo milenio; es una ratificación de amor a Ana, su esposa. La gente toda, y no sólo el sector de incondicionales, lo aplaudió fuertemente. Entre tanto, la mujer sentada atrás de nosotros continuaba riendo y platicando de no sé cuánta pendejada.