DOMINGO Ť 20 Ť MAYO Ť 2001

Ť En Apuntes para una geografía del limbo aborda el trabajo de seis escritores austriacos

Fin de siglo XIX en Viena, apocalipsis feliz: Orestes

Ť Schnitzler, Von Horváth, Weiss, Urzidil, Perutz y Lernet-Holenia, autores olvidados, dice

ARTURO JIMENEZ

El ambiente de fin de siglo del XIX al XX es semejante en muchos aspectos al fin de siglo reciente, sobre todo por el miedo y pesimismo ante el futuro, señala en entrevista el escritor Héctor Orestes Aguilar con motivo de la publicación de su libro de ensayos Apuntes para una geografía del limbo.

En este volumen (editado por el Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noroeste), el ensayista aborda a seis escritores austriacos de aquella época, poco difundidos pero muy importantes: Arthur Schnitzler, Odön von Horváth, Ernst Weiss, Johannes Urzidil, Leo Perutz y Alexander Lernet-Holenia.

"Escogí a estos autores por tres razones: con diversos niveles, recursos y propósitos, reflejan una serie de elementos característicos de un fin de siglo; de alguna manera conforman un conjunto y abordan temáticas más o menos comunes; y por lo menos cinco de ellos ya están traducidos al castellano."

Entre esos elementos de fin de siglo menciona la existencia masiva en Austria-Hungría de mujeres emancipadas, y menciona como ejemplo la novela Teresa, crónica de la vida de una mujer, de Schnitzler.

"Las obsesiones, miedos, fantasías, perversiones de la gente de fin del siglo XIX en mucho son las nuestras", considera. Como ahora, agrega, en aquel tiempo hubo grandes dosis de apocalipsis y eso se nota, por ejemplo, en la novela El maestro del juicio final, de Perutz. O, de otro modo, en autores como Franz Kafka.

"Pero también es válido, como plantean algunos germanistas, hablar del fin de siglo del XIX en Viena como el de un apocalipsis feliz. Es una idea del propio Hermann Broch, también escritor de aquella época. Es la fiesta que preludia el fin de un tiempo."

Recuerda que Weiss escribió la novela El testigo ocular, cuyo protagonista es "un trasunto de Hitler". Es un autor esencial que fue amigo de Kafka, quien lo impulsó para que publicara y, en su momento, fue muy conocido.

De Von Horváth, califica como "un escándalo" que sus obras de teatro no estén traducidas al castellano y que él no constituya una referencia como lo es Bertolt Brecht, aunque recuerda que hace tres años se montó en Xalapa Kasimir y Karoline.

Quien lea a estos autores, además, se dará cuenta que "muchos de los experimentos literarios actuales, incluido el realismo mágico, tienen un origen remoto en ellos". Por ejemplo, Gabriel García Márquez hace un homenaje a Perutz en Crónica de una muerte anunciada, mientras Borges y Rulfo fueron grandes lectores de Lernet-Holenia.

García Ponce, precursor

Orestes, quien estudió lingüística, música y comunicación, es además narrador, traductor, editor y ha vivido varios años en Alemania y Austria. Ha centrado su interés en este último país por dos motivos: el azar y el descubrimiento de que allí existe una veta de plumas literarias, de lo cual se percató al leer a Juan García Ponce.

"El escribió muy tempranamente en México, en los años sesenta, sobre escritores austriacos del pasado fin de siglo que han sido muy importantes. Podría decirse incluso que se adelantó a muchos académicos y ensayistas europeos y estadunidenses."

Acerca de cómo ejerce el ensayo, Orestes señala: "Comencé escribiendo crítica literaria y relatos, y luego encontré en el ensayo un puente entre ambos géneros''. El tipo de ensayo que le gusta, agrega, es aquel en el que se puede hacer "literatura de la literatura" y sin un tono académico.

Orestes prepara otro libro de ensayos, ahora sobre el Austria contemporánea: El inquilino sospechoso de Europa, en el que abordará, más que el resurgimiento del nazismo, el cómo es que éste nunca se ha ido.