Ť ''A Dámaso Pérez Prado le decían el rey del mambo, y a mí el príncipe''
Guillermo Salamanca: No me gusta tocar el piano, pero he tenido que vivir de eso
Ť Ha sido arreglista de Manzanero y sus canciones las han interpretado Celia Cruz y José José, entre otros
ERNESTO MARQUEZ ESPECIAL
Quizá usted no lo conozca o no lo recuerde pero este caballero es una de las personalidades más importantes del quehacer musical bailable en México.
Originario de Tlacotalpan, Veracruz (12/VIII/1924), este hombre de suaves modales y amable conducta que lleva por nombre Guillermo Salamanca Herrera pero que todos en el puerto jarocho llaman por el apelativo cariñoso de Memo, ha sido y es compositor, arreglista, director de orquesta, director artistico, pianista y gran animador de la vida cultural en su estado.
Como compositor ha logrado temas populares tales como Linda jarocha, Rumbambo, La jaibera (que popularizara Celia Cruz), México lindo, Alguien vendrá (uno de los éxitos de José José), Serenata guajira, Lindo Veracruz (qué pusiera en orbita Moscovita), Mambo en trompeta (que tocara el inolvidable Chilo Morán), Mambo en trombón, Mambo a la Núñez (dedicado al Caballero Antillano), Mambo Isabel y los mambos No. 7 y No. 8, que son ejemplos de su desarrollado talento.
Asimismo ha sido arreglista y músico acompañante de: Orlando Guerra Cascarita, Kiko Mendive, Blanca Rosa Gil, Toña la Negra, Nelson Pinedo, Armando Manzanero, los Hermanos Rigual, Felipe Pirela, entre un largo etcétera.
De hecho, fue la única figura de suficiente nivel como para equipararse a Dámaso Pérez Prado. "A él le llamaban el rey del mambo y a mí el principe", dice con inevitable sorna.
"Fijate que depués de todo yo ni quería ser músico. Mi meta era ser tenedor de libros pero cuando llegue al puerto para colocarme como tal no encontré trabajo. Llegué en plena guerra mundial y con lo poco que sabía me fui abriendo camino hasta llegar a la capital del país (1945) y es allí donde tomo al instrumento en serio. Estudié, sí, pero yo soy empírico, no tengo escuela de conservatorio ni de grandes academias, la gran escuela la tuve en casa y en la calle''.
La entrevista se realizó días antes del homenaje que por sus 50 años de labor musical se celebrara el sábado pasado en el Teatro de la Reforma, acto organizado por el Instituto Veracruzano de Cultura, en el que participaron algunos de sus interpretes y que sirviera además para presentar su más reciente producción discográfica, Pianoson, de Ediciones Pentagrama.
''Siempre quise ser como Lara"
--¿Cual era la música que por ese entonces escuchaba?
--Existía una corriente romántica vigorizada por la obra de Gonzalo Curiel y grandes autores anteriores como Tata Nacho; pero quien más me impactaba era Agustín Lara. Yo, de entrada, era larista. Siempre quise ser como él, no se si por las mujeres o por la música que hacía pero siempre traté de imitarlo hasta en su forma de cantar.
--¿Siendo bolerista como es que se incorpora al son?
--Estando en la XEU me incorporé a un grupo de jovencitos que hacían son sin piano (por esa época no se utilizaba). Después de esa experiencia sonera me fuí a un grupo llamado Copacabana. El primer grupo que tocó en lugares exclusivos como La Lonja Mercantil y El Casino Español. Porque la música afroantillana en esa época era considerda como una cosa muy baja. Imponer el son costó mucho trabajo ya que aquello era demasiado negroide para el sentimiento veracruzano.
--¿Qué pasa con el son en Veracruz?
--Muy poco, porque por un lado no hay difusión del trabajo de los pocos cultivadores, y por otro no hay arraigo entre la gente. Veracruz se ha guiado por los colonistas, gente que viene de fuera con otros gustos y otros criterios culturales. Usted oye decir de la salsa y el son de Veracruz pero es un mito. Aquí el que llenaba los bailes era Chico Ché.
--¿Cómo se escucha hoy la salsa?
--Yo siento que no hay progresión, que todo es lo mismo, que los muchachos están copiando lo que se escucha en Nueva York, Puerto Rico o Colombia. Y de eso tienen la culpa las casas discográficas y la radio que imponen modas como esa de la salsa erótica.
--Sin embargo tenemos buenos ejemplos como Willie Colón, Ruben Blades o Van Van, que han hecho cosas interesantes.
--Sí, pero son la excepción.
--Y usted, con toda esa experiencia que le acompaña, ¿porqué no se ha abocado a instruir o crear un proyecto musical de largos alcances?
--Lo intenté con la orquesta de la Universidad Veracruzana pero cuando la pedí no me la dieron. No quiero que suene inmodesto pero si me hubieran permitido trabajar con ella usted estaría escuchando ahora, sones, mambos, danzones y cha cha chás bien hechos.
--Usted regresó de la capital un tanto desilusionado del ambiente musical ¿Porqué ha permanecido tantos años a la sombra?
--Era necesario que yo me saliera de todo eso porque ya no era yo. Vivía en una especie de soberbia que me hacía creer que era el ombligo del mundo. Decidí entonces regresar al puerto y dedicarme a componer y a tocar el piano, que es lo que he venido haciendo en estos últimos años.
--¿Cual es hoy en día su mayor aspiración?
--Mi aspiración es seguir escribiendo música, porque me gusta ser más arreglista que tocador de piano. La verdad a mi no me gusta tocar piano... pero cuando yo quiero
--Pero de eso vive, maestro.
--He tenido que vivir de eso. Aquí no hay a quien hacerle arreglos. Toco el piano o me muero de hambre.