Ť Filme de Dubowski dentro del Festival de la Diversidad Sexual en Cine y Video
Temblando ante Dios, documental acerca de la experiencia de ser gay entre judíos ortodoxos
Ť Hombres y mujeres enfrentan, como en otras sociedades, el rechazo y la incomprensión
Ť El Talmud no ordena una oposición inapelable a la homosexualidad, dice el realizador
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
''No quiero ser 'menos judío' sólo porque soy gay". Esta frase sintetiza el conflicto planteado por la película Temblando ante Dios, de Sami Simcha Dubowski, que se proyectará mañana (16:30 horas) en la Cineteca Nacional, dentro del quinto Festival de la Diversidad Sexual en Cine y Video.
Temblando ante Dios es un filme documental que muestra, a partir de diversos testimonios, la experiencia de ser gay en una comunidad judía ortodoxa en la que hombres y mujeres homosexuales se enfrentan --como en otras sociedades-- al rechazo, la intolerancia y la incomprensión. La cuestión es que aquí el sufrimiento se multiplica hasta niveles inimaginables cuando su preferencia sexual pone a las personas en conflicto con su arraigada práctica o creencia religiosa. ''No hay un lugar para mí", dice uno de los entrevistados.
Le tomó seis años a Sami Simcha Dubowski realizar su película, ganadora del Premio Teddy 2001 dentro del foro oficial de la Berlinale.
Si bien la cinta es una denuncia contra la discriminación por preferencias sexuales, plantea algo todavía más audaz: una discusión teológica, desde el punto de vista judaico, sobre la homosexualidad. Presente durante una exhibición del filme ante periodistas, el cineasta señaló que en el Talmud no se encuentra un rechazo inapelable a la homosexualidad. Cuando se les hace ver esto a los rabinos homófobos más ortodoxos, no saben dar respuestas. Esto brinda la posibilidad de abrir una discusión que flexibilice las posiciones. Dubowski recuerda que no hace mucho, el judaísmo, sobre todo el más ortodoxo, se oponía a la acumulación de dinero de una manera tajante. Una serie de discusiones que tienen como base los textos teológicos, hicieron que se modificara esta posición.
¿El principio de un cambio?
Respecto de la homosexualidad, el cineasta no espera una modificación tan radical, pero sí cree que se llegará a un punto en que disminuya el sufrimiento de quienes no quieren renunciar a su vida religiosa ni a la práctica de la sexualidad. El mismo David se pone como ejemplo de ello: ''Si no tienes esta esperanza de vivir lo mundano y lo sagrado, ¿qué haces?"
La duda, el temor, la angustia, el sentimiento de culpa, la autoflagelación y hasta un dramático anhelo de ''curarse", de ser ''normales", son algunas de las características distinguibles en varios, si no es que en todos los que han aceptado --''con valentía"-- dar la cara y alzar su voz en la cinta.
Una mujer dice: ''Me quedé pensando, ¿cómo podía ser lesbiana y religiosa? ¿Cómo unir ambas cosas? Sentí una revulsión física ante ese pensamiento".
Un rabino expone: ''No odio a mi esposa. La amo y la aprecio, pero la parte sexual no me es satisfactoria más que con un hombre"
También están las voces de quienes no dan un paso atrás en su posición: ''No le puedes mentir a la gente. No puedes decirle a una persona que puede ser judío religioso y violar uno de los mandamientos al que la Biblia prescribe la pena de muerte (...) Se están cometiendo errores con esto. Esto no conduce a una vida familiar, que el Torah considera la estructura fundamental de una sociedad buena y sagrada".
Uno de los testimonios más estrujantes es el de una mujer casada: ''Seguí una ruta que pensé que preferían en la ley judía y dentro del mundo judío. Me lo recomendaban los religiosos, los maestros, los terapeutas religiosos. Esto era el matrimonio. Y ahora siento este terrible dolor que le causo a mi marido. Los Torah nos enseñan que hombre y mujer deben estar juntos y unirse. Es extraño ser diferente y que no suceda eso. La mentira de nuestro matrimonio es lo que más le duele a mi esposo. Hay muchos modos en los que mediante el Torah una lesbiana puede sobrevivir el matrimonio. Desde el primer día de la regla, que dura unos cinco, y siete días después, un esposo no puede tocar ni pasarle cosas a su mujer, ni dormir en la misma cama. Esta es la razón por la que mi matrimonio ha durado. Está dentro de las ideas ortodoxas. A veces no lo soportaba. Ni siquiera el preparar las comidas, ponerlas en la mesa, hablar con los niños y responder a las necesidades de mi marido".
Sandi Simcha Dubowski afirma, por último, que el hecho de que judíos gays y religiosos hayan dado su testimonio, así como la respuesta que ha obtenido del público y de la propia comunidad judía, le hace pensar en el principio de un cambio.