SABADO Ť 19 Ť MAYO Ť 2001
En Naucalpan, educación prescolar y primaria a 39 menores

El último vagón-escuela

SILVIA CHAVEZ GONZALEZ CORRESPONSAL

Naucalpan, Mex., 18 de mayo. Pintado de azul con detalles en naranja, impermeabilizado, con los focos caseros cambiados por lámparas de neón y un ventilador en su techo, luce el último vagón-escuela de la extinta empresa Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales).

Hace más de 30 años detuvo su marcha. A escasos metros de una vieja bodega abandonada, el furgón, de los 100 que operaron como escuela, se asienta sobre las vías de la avenida Ferrocarril Acámbaro, esquina con 16 de Septiembre, en pleno centro de Naucalpan, para dar estudios a los menores.

Licenciado Adolfo López Mateos, Artículo 123, clave 15-DPR30081, son el nombre y la clave inscritas en una de las paredes del vagón, que día a día alberga a 39 menores de edad, quienes reciben educación prescolar y primaria.

El profesor Jaime Mayolo Contreras Parra, originario de Tlaltauqui, Puebla, lleva 24 años al frente del último vagón-escuela del país, de al menos 100 construidos por Ferronales, con el aval de la Secretaría de Educación Pública (SEP), para servir como escuela para hijos de ferrocarrileros.

A sus 44 años, Contreras Parra y su esposa Elizabeth Cordero Arreola se encargan de dar clases todos los días a los menores, quienes comparten una superficie no mayor de 36 metros cuadrados en el interior del furgón.

"Si no hay 50 alumnos es porque no hay espacio suficiente", dice el profesor, quien afirma que cada año tiene que rechazar aspirantes, porque al inicio del nuevo ciclo escolar regularmente sólo hay lugar para 25 alumnos.

Jaime Mayolo recuerda que cuando concluyó sus estudios en la normal, le fue asignada una plaza en un centro escolar, pero en un vagón-escuela. Primero en Nuevo Laredo, Tamaulipas. "No era lo que esperaba, pero de vagón en vagón, impartí clases en Puebla, San Luis Potosí, Colima, Chihuahua y Sinaloa".

Es mediodía y va pasando un ferrocarril, se dirige a la zona de bodegas, ubicada calles arriba. Pasa cerca de los escolares, pero éstos saben que no tienen que acercarse a la mole. Muchos de ellos han pasado toda su vida entre los rieles, al habitar furgones viejos y oxidados, que dan alojamiento a cerca de 30 familias de ferrocarrileros.

Después de varios años, la SEP proporcionó materiales para dar mantenimiento al último vagón-escuela del país. Para los padres de familia lo más importante es contar con un patio donde sus hijos puedan jugar. También dicen haber solicitado que el furgón tren-escuela15 cuente con sanitarios, pero "un lugar propio para jugar sería lo mejor", dice Cristina Hernández, quien cursa el quinto grado de primaria.

Algunos paterfamilias se suman a la demanda de un patio escolar, pues mencionan que contiguo al vagón existe un predio de al menos 400 metros cuadrados, que bien puede ser empleado como tal y que actualmente es lugar de reunión de malvivientes y depósito de basura.

Los niños de escasos recursos acuden de lunes a viernes a la peculiar escuela, y muchos de ellos ya no son hijos de ferrocarrileros. Algunos habitan en asentamientos irregulares a las orillas del río de los Remedios, y aun cuando tienen escuelas cercanas, prefieren el furgón de la extinta Ferronales.

Dispuestos en 18 mesabancos, en un espacio que apenas alcanza para formar dos hileras, para los pequeños escolares compartir el salón de clases no es problema.

Así, en una misma aula toman clases los alumnos de prescolar, de segundo, tercero y cuarto grados. En tono de broma los padres de familia presumen que sus hijos de segundo grado saben más que los de quinto. Incluso este aspecto le ha dado fama a la escuela en la colonia, pues hay niños de tercer año que tienen conocimientos de grados más avanzados, señala el profesor Contreras.

Aquí faltan muchas cosas por hacer: instalar un drenaje y contar con sanitarios. Sin embargo, el reducido espacio de 36 metros cuadrados da albergue a un rincón de lectura, dos libreros y un botiquín, y en sus paredes cuelgan compases, reglas de madera, mapas y balones.

También hay lugar para el escritorio del profesor, retroproyector, tambores, cornetas y el pizarrón. Además, el mapa esférico del mundo, colección de películas que se ven en un televisor prestado, cinco trofeos y un cuadro con la imagen de Miguel Hidalgo y Costilla.

El pequeño barrio-vagón

Hay rumores de que el vagón-escuela podría ser sustituido por la construcción de una escuela; la medida conllevaría reubicar a las 30 familias que viven en furgones de la avenida Ferrocarril Acámbaro. Sin embargo, Contreras resalta que de cerrar el vagón-escuela, promovería que el lugar fuera convertido en biblioteca pública.

Desde hace más de 20 años, al menos 30 familias habitan en vagones de la avenida Ferrocarril Acámbaro. Personas que no desean que las desalojen de sus peculiares viviendas, exhortan a los gobiernos municipal y estatal a que les brinden apoyos para el mantenimiento de sus casas furgón.

A unos metros de la singular escuela también hay vagones-vivienda, espacios asignados por autoridades de Ferrocarriles Nacionales de México a familias de trabajadores de la ex paraestatal. Así, actualmente sobre viejas vías mantienen detenidos furgones oxidados, con puertas y ventanas de madera.

A Graciela Godínez, de 37 años, varios de estos viajando con su padre Francisco Godínez, quien trabajó en Ferronales, le asignaron un vagón-vivienda en Naucalpan.

En el interior de su casa se improvisaron habitaciones, pequeñas todas. Tienen dos recámaras, cocina y en la parte externa del vagón hay un traspatio donde se encuentra el lavadero. Incluso, hay quienes han ocupado el espacio que queda entre el suelo y el piso del furgón para criar pollos.

Alejandra Ramos, quien tiene cinco años viviendo en estos furgones, dice que a su esposo, también trabajador de Ferrocarriles, alguna vez le ofrecieron un crédito para adquirir una vivienda, "pero son tan elevados los pagos y de largo plazo, que toda la vida nos quedaríamos empeñados y pagando una casa que quizá ni terminaríamos de liquidar".

Por ello, al igual que sus vecinos, prefiere habitar un vagón. "Además, es igual a una casa, aquí tenemos de todo: luz, agua, tiendas, y estamos en el centro de Naucalpan", indica, aun cuando el deterioro de los furgones es evidente.

Otros vecinos añaden que en varias ocasiones han solicitado entrar al Programa de Vivienda Digna, que hasta hace un año promovían autoridades municipales, que dotaban de pintura a los colonos para pintar las fachadas de sus casas, "pero hasta ahorita no hemos tenido respuesta".

Refieren que siempre ha existido la propuesta de reubicarlos a predios donde construyan sus viviendas, pero todavía no hay nada concreto. Hay quienes han optado por construir en la lateral de las vías del tren, y otros prefieren seguir habitando su viejo vagón de ferrocarril.