SABADO Ť 19 Ť MAYO Ť 2001
Ť La lambisconería de funcionarios, flaco favor al mandatario, advierte diario ruso
Una fundidora de Siberia, lista para producir bustos en serie del presidente Vladimir Putin
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 18 de mayo. Mientras la coalición oficialista Unidad sigue buscando qué potentado se anima a realizar el millonario gasto de su magno proyecto de dotar a cada oficina de burócrata con un busto en bronce del presidente de Rusia, el director de una fundidora de Siberia reveló la intención de utilizar sus altos hornos para producir en serie bustos de Vladimir Putin en hierro fundido.
De este modo, el sagaz director Mijail Voroviov piensa enmendar el deplorable estado financiero de la empresa, ubicada en Kusa, una pequeña ciudad de los Urales, aprovechando la experiencia de los maestros fundidores siberianos que se transmite de generación en generación y que, en su tiempo, llenaron la Unión Soviética con bustos de Iosif Stalin.
Para Voroviov, las esculturas vaciadas en arrabio son mucho más baratas que en bronce y "cualquiera que lo desee estará en condiciones de adquirir una para adornar su oficina o su casa". Incluso ya se tiene un precio estimado, que será de entre 600 y mil 200 pesos, dependiendo del tamaño.
La idea de producir bustos de Putin en serie surgió a partir del creciente número de solicitudes recibidas por parte de las oficinas de gobierno de muchas ciudades del país. "Parece que los funcionarios públicos experimentan una verdadera ola de amor hacia el presidente y muchos quieren tener un pequeño Putin de hierro en su escritorio", manifestó Voroviov a Gazeta.ru, un popular periódico digital.
Para que sea negocio "habría que producir no menos de cien bustos por turno" y, hasta ahora, el Kremlin no ha suscrito el respectivo contrato.
Voroviov cree que en Moscú están estudiando otras opciones y se mostró optimista de que la decisión recaerá en su fundidora. "Nosotros haremos el mejor Putin de Rusia y, si se llega a convocar una licitación, estoy seguro de que la ganaremos", dijo.
Al retomar el tema, en su portada completa de hoy, el periódico Komsomolskaya Pravda le dedicó esta cabeza: "La lambisconería de los funcionarios, flaco favor al presidente". El diario exhorta a Putin a no menospreciar el peligro del culto a su personalidad y hace un recuento de iniciativas recientes para inmortalizarlo:
--El primer busto de Putin, en bronce, apareció en diciembre pasado, por encargo de la coalición oficialista Unidad, la misma que financió la edición del manual para que los escolares aprendan a leer con pasajes de la vida del presidente, profusamente ilustrado con fotografías del "pequeño Vova".
--En el poblado de Stari Izborsk, región de Pskov, la administración local fundó un museo sobre los "lugares memorables de Putin", consagrado a la fugaz visita que realizó el presidente, y financió el documental Aquí estuvo Putin, que se proyecta ahí cuando se juntan en el museo 10 curiosos.
--La escultora moscovita Svetlana Asiriants realizó un busto del presidente en tamaño natural y espera propuestas de interesados para instalarlo en un lugar digno.
--La empresa Breguet, de Cheliabinsk, acaba de sacar a la venta un reloj con la imagen de Putin, para que al ver la hora la persona aproveche para observar una vez más a su ídolo.
--Acaba de salir un libro sobre judo, en-tre cuyos autores figura Vladimir Putin y, desde hace rato, se vende la respectiva ma-trioshka del presidente, tradicional artesanía rusa en madera que contiene otras figuras de menor tamaño.
--Cierra la apretada relación el reciente espectáculo, llamado mitin de apoyo, convocado por una organización juvenil (La Jornada, 08/05/01), en ocasión del primer aniversario de la toma de posesión de Putin.
Al parecer, sólo ha habido un caso en que el Kremlin se opuso a una iniciativa de esta aduladora naturaleza. Sucedió cuando el director de una destartalada granja colectiva de Irkutsk, en Siberia, decidió cambiar el nombre de su koljoz, Lenin, y ponerle Pu-tin, con la esperanza de obtener de esa ma-nera subsidios. A los dos días, la policía retiró la correspondiente placa y el atribulado director volvió a usar el nombre original.
Ante el silencio del propio Putin, muchos rusos se preguntan cuál será el siguiente paso para inmortalizar a su presidente. Sarcástico, el periodista Serguei Ponomariov propone que las dos cámaras del Parlamento aprueben una ley que sustituya el nombre de la ciudad de Vladimir por el de Vladimir Vladimirovich. Sin duda, suena más solemne con el patronímico del presidente ruso.