sabado Ť 19 Ť mayo Ť 2001
Enrique Calderón A
El modelo del país en construcción
La noticia de la venta de Banamex a la empresa estadunidense Citicorp nos llama necesariamente a reflexión, porque con esta operación, prácticamente todo el sector financiero del país está en manos extranjeras. No es que haya razón para lamentarlo, porque los bancos nacionales si por algo se han distinguido es por tener su vista en el extranjero, por su desprecio hacia el pueblo de México y por su falta de entendimiento sobre el papel que debieron jugar en el desarrollo de nuestra economía.
El motivo de la reflexión puede ser otro: la confirmación de una tendencia clara de adquisición, por parte de empresas extranjeras, de todo el aparato productivo mexicano, o más bien de aquellos sectores que les son más atractivos por su rentabilidad financiera, porque ven en ellos atractivas oportunidades a futuro, o simplemente por su carácter estratégico en sus planes de expansión.
El control de las grandes cadenas de distribución y comercialización de alimentos y de productos de consumo, como es el caso de Aurrerá, Comercial Mexicana y Gigante, el de la publicidad, incluida la electoral, el de las franquicias, el de las firmas de consultoría y tantos otros ejemplos en los que es posible observar un proceso bien definido, que nos ha ido sumiendo en el rol de empleados de empresas que son dirigidas desde otras naciones.
Para un buen número de profesionistas y trabajadores esto no tiene nada de malo, especialmente para los jóvenes, y sí mucho de bueno porque les representa mayores oportunidades de empleo, salarios más altos, la sensación incluso de que estamos entrando al primer mundo, al mundo feliz, sin percatarnos de lo que ello implica, del rol de país dominado y conquistado que estamos aceptando, sin ofrecer la más mínima resistencia, pensando o creyendo no sólo que es la única alternativa sino también la mejor.
De alguna manera pensamos que el país que nos tocó vivir, en el tiempo que nos tocó vivir, nos llevan a un mundo moderno y globalizado como única opción posible, y puede ser que en esto existan razones, pero lo que sí es totalmente falso es que el camino que se nos ha impuesto sea el único. La aceptación de normas extranjeras sin discusión, de que sean empresas extranjeras quienes certifiquen nuestras capacidades y conocimientos, de que estemos dispuestos a contratar proyectos tecnológicos llave en mano, de aceptar que somos incapaces de realizar desarrollos tecnológicos propios, todo esto nos lleva a un nivel de retraso que no debemos aceptar.
En algún momento de auge nacionalista, en México se hablaba de rubros estratégicos que debían permanecer controlados por la nación. Se hablaba de la energía, que incluía al petróleo y la electricidad, del acero, los fertilizantes, las comunicaciones, los alimentos. Nada de ello nos está quedando. El principal patrimonio nacional, nuestro mercado, ha sido generosamente regalado al extranjero. Ahora son los bancos. ƑY luego?, Ƒserá acaso el territorio? Ť