LUNES Ť 14 Ť MAYO Ť 2001

Ť Homenaje al escritor y divulgador en la Casa del Lago

Juan Vicente Melo dejó una marca de audacia y libertad

Ť En todos sentidos fue nuestro maestro: Gutiérrez Vega

Ť Agravó la existencia hasta el paroxismo, dijo Gurrola

ARTURO JIMENEZ

Agradecimiento fue el sentir que más se expresó ayer en relación con Juan Vicente Melo, novelista, cuentista, poeta, ensayista y promotor cultural de primera línea que recibió un homenaje dominical en la Casa del Lago, en el cual participaron Hugo Gutiérrez Vega, José Luis Ibáñez, Raúl Falcó, Ignacio Solares, Juan García Ponce y Juan José Gurrola, impulsor del reconocimiento.

La jornada, en la cual hubo teatro, música, exposiciones y una nutrida asistencia, comenzó al medio día y concluyó horas después con un danzón dedicado a Juan Vicente Melo (1932-1996), autor de la "novela de culto" La obediencia nocturna y de los no menos importantes libros La noche alucinada, La rueca de Onfalia y Notas sin música, entre otros.

opereta-melo3Fue un homenaje lleno de anécdotas: la llegada de Melo a la ciudad de México en 1960, su salida ocho años después para regresar a Veracruz, su puerto natal, previa estancia en Xalapa; el recibimiento en la casa familiar del joven José Emilio Pacheco, las incuantificables veladas en su departamento de los edificios Condesa, en donde se reunía lo mejor de una generación cultural ajena a las inclinaciones cortesanas.

"Mucho tuvo que ver Juan Vicente en la formación del alma ?diría "aura", con precisión exacta? de esta casa, como tuvo mucho que ver en el proceso de formación de la cultura nacional", señaló Gutiérrez Vega, quien como Gurrola y Melo también dirigió la Casa del Lago.

"Su paso por la Casa del Lago dejó una marca indeleble de audacia, libertad, experimentación, independencia y respeto a la sustantividad independiente de la tarea artística. En todos sentidos Juan Vicente es nuestro maestro, tanto en literatura como en promoción cultural, como en maravillosas malas costumbres."

La salida de Melo como director de la Casa del Lago, evocó Gutiérrez Vega, se dio en medio de la protesta de todo el gremio intelectual mexicano.

Al comenzar su intervención, Gutiérrez Vega había dicho que, por fortuna, la obra de Melo está bien estudiada, por lo cual centraría su intervención sobre el trabajo del escritor como titular de la Casa del Lago.

(Paréntesis: Arreola mejora)

Recordó que el primer director de la Casa del Lago fue Juan José Arreola, el segundo Tomás Segovia y el tercero Melo, quien ya se encargaba de la programación musical de ese centro de cultura ubicado en Chapultepec.

Por cierto, Gutiérrez Vega llamó a Guadalajara la noche del sábado para informarse sobre el estado de salud de Juan José Arreola y se enteró que "ha mejorado considerablemente: ha recuperado la palabra y parece que va en mejoría sólida".

"Ellos tres dejaron una buena escuela, una buena tradición, pero pienso que el espíritu de la casa, su tensión espiritual, se estableció en la época de Juan Vicente. Por lo menos, cuando fui director inspiré gran parte de mi trabajo en lo que él nos había enseñado."

Mencionó Gutiérrez Vega los conciertos-conferencia organizados por el reconocido melómano que fue Melo, como los de música barroca; las exposiciones, como las de Juan Soriano, Vicente Rojo, Helen Escobedo, Angela Gurría; los "conciertos de los sábados", con el restreno de El renacuajo paseador, de Silvestre Revueltas.

También, el trabajo del taller de Carlos Chávez; el ciclo Jazz palabra, dirigido por Gurrola; el homenaje a Luis Cernuda; la puesta de La cantante calva, de Ionesco, dirigida también por Gurrola; la puesta de la opereta Landrú, de Alfonso Reyes, que ayer, con Canto del Halibut, se escenificaron como parte del homenaje.

Solares, moderador de la mesa, recordó a Blake para ilustrar el aporte de Melo: "El agradecimiento es ya el cielo". El director de Difusión Cultural-UNAM, a propuesta de José Luis Ibáñez, se comprometió además a reditar La noche alucinada. Y como Falcó, destacó otro aporte de Melo: el haber enseñado a oír música a muchos mediante sus ensayos melomaniacos, reunidos ahora en Notas sin música.

Reptil alucinado

Gurrola comenzó su intervención presa de una risa misteriosa, y aclaró: "Me preguntaba: ¿por qué le estoy haciendo un homenaje a Juan Vicente Melo y a la generación, si fueron la causa de mi caída total, de la caída en la perversión, en el alcoholismo durante miles de años. Yo era un muchacho joven, muy bien, que iba para arquitecto".

Leyó después el texto "Juan Vicente Melo, su cercanía", en donde Gurrola resaltó la importancia de La obediencia nocturna y evocó a su autor, a "la malicia detrás de sus ojos negros de capulín y su agudeza mental de serpiente, jamás domada, jamás. ¡Cómo le funcionaba el cerebro, como una fiesta jarocha!".

Y más adelante: "La plática era su novela diaria, su cuento semanal, su existencia de reptil alucinado, con un poder de observación infinito que lo hacía dar vueltas mortales y caer parado". Haber sido parte de un grupo de la denominada "generación de la Casa del Lago", confió Gurrola, le enorgullece y le complace por representar algo "tan contundente" en la cultura.

Recreó una cita de Nietzsche en relación con Melo: "La tarea del pensador no es prestar consuelo y dulcificar la existencia, sino agravarla hasta el paroxismo, aunque esto le haga perder un buen sueldo universitario".

Ibáñez, conmovido de manera visible, citó un fragmento inicial de la primera edición de La noche alucinada y otro de la autobiografía de Melo. Leyó de la primera: "EL NIÑO.- El abuelo no sabe ningún cuento. Me mira con sus ojitos descoloridos y sonríe meneando tristemente la cabeza. Y no entiendo por qué sonríe".

Falcó contó anécdotas, como cuando le preguntaban cómo podía juntarse con ese grupo, que era una especie de "leyenda negra, lo cual efectivamente era real".

García Ponce envió el texto "Demonio hermano mío, mi semejante", publicado en 1996 en el Uno más uno y reproducido en un catálogo que se obsequió ayer, titulado Juan Vicente Melo, in memoriam (UNAM).

"Póstumamente, ahora te están convirtiendo en un 'héroe cultural' y te elogian unánimemente, Juan Vicente. Tus amigos sabemos, sabemos muy bien, tú perteneces a esa rama de auténticos artistas que han elegido el desastre, la negación, el fuego, quizá este último como un elemento purificador además de destructor", escribió García Ponce.

En el homenaje estuvieron Ignacio Toscano, director del INBA, y María Elena Melo, hermana del escritor. La reunión concluyó con música del siglo XX interpretada por el Ensable 3 y el danzones bailados por el grupo Remembranzas. Queda sin embargo una exposición de fotos a Melo que estará montada varios días más.