LUNES Ť 14 ŤMAYO Ť 2001

Ť La compañía se presentará del 16 al 20 en el Auditorio con las obras Giselle y El corsario

El trabajo del Ballet Kirov, libre de ataduras ideológicas: Vasiev Makhar

Ť En el aspecto financiero no tuvimos ningún inconveniente la Unión Soviética, pero los jefes del partido debían autorizar las coreografías, señala el director artístico de esa agrupación

CESAR GÜEMES

Reconoce el peso de la historia artística que ha de sostener, pero no se preocupa. A sus 39 años, 22 de los cuales se ha desempeñado como bailarín profesional, el director artístico del Ballet Kirov, Vasiev Makhar, acepta sin embargo una realidad que hoy es grata pero que en su momento fue adversa: "Las nuevas condiciones en que trabajamos han hecho desaparecer las connotaciones ideológicas que se tuvieron y que innegablemente vivimos. El cambio fue para mejorar, porque el arte verdadero prescinde de la ideología de cualquier sistema. Hoy estamos fuera de la política, libres para sacar adelante nuestros proyectos. Ya no tenemos ningún obstáculo".

makhar-vaisev-kirovEl Kirov, cuya fundación data de 1738, estará en el Auditorio Nacional, invitado por Argos Comunicación y Ars Tempo producciones, a fin de presentar, entre el 16 y el 20 de este mes, las obras Giselle y El corsario. Del Kirov surgieron intérpretes que se convirtieron rápidamente en clásicos: Plavlova, Nureyev, Makárova, Barishnikov y Galina Ulánova. Parte de la explicación está en el pasado reciente de la compañía.

--En buena medida es posible que el régimen anterior en la ex URSS auxiliara al ballet, a la disciplina que requiere.

--La disciplina puede ser un problema en sistemas capitalistas y socialistas, porque tiene que ver con la educación. Si bien hay algo de razón en decir que no todo fue horrible en nuestro anterior régimen. Por ejemplo, en el aspecto financiero no tuvimos ningún inconveniente, recibimos todo lo necesario. Pero hubo asuntos poco gratos. Uno de los casos más claros se daba cuando preparábamos un nuevo trabajo, invertíamos grandes esfuerzos, los mejores talentos, y aún así nos veíamos en la necesidad de tener la autorización de los jefes del partido. Las cosas llegaron al extremo de buscar en los movimientos coreográficos alguna contradicción al sistema socialista. Nunca encontraron nada, desde luego, aunque bien pudieron inventarlo. Tan sólo por una observación de ese tipo eran capaces de no permitir el estreno del espectáculo. La disciplina al interior del Kirov depende hoy absolutamente de la organización interna.

--En el presente un hecho como el que narras es casi cómico, pero la censura era muy severa. ¿Afectó en algo tu desempeño?

--Es muy complicado hablar ahora de lo que pasó porque éramos fruto del sistema. Fuimos educados dentro de él y muchos de nosotros, la mayoría, no entendíamos muy bien lo que estaba pasando. Llegamos a creer que era normal. La censura es algo que recuerdo, la percibí personalmente. Estoy seguro que a pesar de que eso haya pasado, no hemos dicho aún todo lo que pensábamos.

--Eres muy joven para dirigir un ballet histórico como el Kirov. ¿De qué manera pasas de ser primer bailarín al puesto de director artístico?

--Tenía solamente 34 años a asumir el cargo en el 95. Creo que corrí con mucha suerte al trabajar con un elenco conocido mundialmente. Es lo mejor que me pudo pasar luego de que dejé el baile. Suerte y trabajo, diría.

--¿Percibes el peso del Kirov?

--Ahora no. Antes sí, mucho, en los primeros años dentro del ballet. El enfoque principal consiste en que cualquier nueva persona que llega al Kirov tiene tres problemas: qué quiere ser, cómo va a lograrlo y al lado de quién va a trabajar. Esto último es de lo más importante en el oficio. Al resolver esos tres problemas ya se puede trabajar en plena fuerza. Luego, las tradiciones dentro del Kirov nos obligan a cumplir con una buena cantidad de elementos. La ventaja de esto es que, según creo, ningún otro teatro en el mundo tiene la historia con que contamos. Es cierto que la responsabilidad es grande al frente de la compañía, pero hoy ya no pesan sobre mí ni las tradiciones ni la historia. Si pensáramos permanentemente en el peso de la historia no podríamos trabajar. Es importante trabajar y no preocuparse.

--¿Cuáles dirías que son las innovaciones del Kirov, tomando en cuenta que en efecto no es sencillo desprenderse de la tradición?

--La personalidad de cada teatro es su repertorio, aunque hay razón al decir que no se puede sostenerse sólo conservando las tradiciones que hemos heredado. El ballet necesita desarrollarse. Durante los más recientes años el Kirov ha cambiado, sobre todo en cuanto al repertorio, precisamente. Además de nuestras obras clásicas, tenemos espectáculos de Balanchine o McMillan y estamos probando a muchos coreógrafos jóvenes tanto de Rusia como de otros países. Así que puedo decir que el repertorio actual con el que contamos es tan amplio que no lo abarca ninguna otra compañía de danza. Además, conseguimos formar a un nuevo tipo de bailarín: nuestros intérpretes pueden trabajar sobre casi cualquier técnica clásica. Los mismos papeles que me tocó desempeñar en escena, cuando bailaba, hoy solicito que varíen, que se busquen horizontes más amplios. Siempre que iniciamos un nuevo trabajo, tomamos muy en cuenta quién es el más adecuado para el papel. En el ballet es fundamental que el bailarín llegue a tiempo a su papel, ni antes ni después, porque si le pedimos que ocupe un sitio excesivo para sus capacidades, el desarrollo se detiene.

--Cuando se dirige un ballet de estrellas, ¿con quién se equipara para competir y avanzar?

--Con nadie. Precisamente como no podemos hablar de competitividad, ya que no somos un deporte, nos quedamos con la personalidad de cada compañía. Los problemas más graves en las compañías surgen de las ambiciones personales de los bailarines y los dirigentes. Hemos tratado de entender que es preciso sacrificar esas ambiciones en favor del resultado final. Como director mi trabajo consiste en conocer las debilidades y las fortalezas de los intérpretes. Eso y cuidar a los maestros, que pueden conseguir un resultado magnífico a partir de un material humano de mediana calidad.

--Di finalmente a qué se debe que eligieran Giselle y El corsario para presentarlos en México.

--A que consideramos que aquí el público es muy emotivo, gusta de reír y de llorar cuando va al teatro. Al menos eso lo podemos deducir de las telenovelas mexicanas que llegan a Rusia. Tienen los sentimientos muy a flor de piel, me parece.